Ana María Ibarra
Luego de la visita del Papa Francisco a Ciudad Juárez, el sacerdote Francisco García, párroco de San Juan Apóstol y Evangelista, comenzó un proceso de acompañamiento a madres de mujeres desaparecidas, quienes se acercaron a él antes de la visita para poder asistir a la misa con el Santo Padre.
“Como parte del equipo organizador de la misa muchos grupos de la ciudad se pusieron en contacto conmigo y uno de ellos fue el de madres de jóvenes desaparecidas”, dijo en entrevista previa con Presencia el sacerdote, quien fue responsable, entre otras cosas, de coordinar los trabajos en El Punto.
Fue desde ese contacto con estas mujeres, que el padre Francisco comenzó este apostolado, el cual se ha ido consolidando poco a poco.
Desde marzo del año pasado, una vez al mes, en la Catedral se celebra una misa por las jóvenes desaparecidas y para conmemorar el aniversario de su desaparición y la fecha de su cumpleaños.
Y recientemente, el sacerdote compartió, a través de redes sociales, una invitación para que los juarenses se unan al proyecto del Colectivo Bordeamos Por la Paz, “Adopta un desaparecidx”, el cual busca acompañar a los familiares de mujeres desaparecidas en las diversas actividades que realizan (como la misa).
Conocer y atender
En aquella entrevista con Presencia, el sacerdote lamentó que Ciudad Juárez ha sido atacada por muchos frentes, no sólo los feminicidios, sino también las narco ejecuciones, la pobreza, la separación de las familias, los bajos salarios que, afirmó, también son acciones de violencia.
Y por ello dijo que este es un campo “muy vasto y muy minado para la acción de la Iglesia”.
“Las situaciones que nuestra gente vive en la ciudad deben ser conocidas y, de formas diferentes, atendidas en la Iglesia desde los grupos de oración en las comunidades, hasta el acompañamiento en la búsqueda de justicia”, dijo el sacerdote.
“La muerte o la desaparición de una joven deja grandes consecuencias, y ahí la misión de la Iglesia puede hacer algunos cambios”, sentenció.
Invitó a los sacerdotes y comunidad en general a acompañar desde los barrios y las comunidades a las familias y a las madres sin estigmatizarlas, ni generar prejuicios en contra de las jóvenes desaparecidas.
“El deseo profundo de toda madre es recuperar a su hija viva y hay que sumarnos a ese gran deseo y preocupación. En la medida en que las conozcamos y conozcamos su sufrimiento, podremos acompañarlas”, puntualizó.