Ana María Ibarra
Un don para la humanidad es el matrimonio eclesial que une a un hombre y una mujer por un amor bendecido y consagrado en Cristo, por lo tanto, el divorcio viene a ser todo lo contrario y en ese sentido la Iglesia lo ve como algo indeseable ya que ocasiona daños a las personas y las parejas.
Así lo explicó el padre Benjamín Cadena, teólogo moral quien, basado en lo anterior, reflexionó sobre los principios morales de la Iglesia y la exhortación Amoris Laetitia,que ofrece luces para los divorciados en nuevas uniones, sin que se caiga en una doble moral.
Comunión a divorciados
Al responder por qué no pueden comulgar los divorciados vueltos a casar, el padre Benjamín explicó que, dado que el matrimonio es una alianza de amor entre un hombre y una mujer en Cristo y para toda la vida, con la Eucaristía se alimenta ese amor, la fe, su proyecto de vida y su vida familia.
“En algunos casos la Iglesia recomienda una separación, sea por violencia o infidelidad. En esa circunstancia pueden recibir la Eucaristía porque, aunque no se viva bajo el mismo techo se puede conservar la gracia para recibir el cuerpo de Cristo”.
En cuanto a divorciados en nuevas nupcias civiles, no pueden comulgar ya que ante la Iglesia siguen unidos con la primera pareja.
“No puede haber un tercero y permitirse la Comunión sacramental. Esta es una situación dolorosa para mucha gente de fe que por circunstancias de la vida viven esta situación”.
Pero el sacerdote resaltó que un divorcio no los aleja de la Comunión, solamente los indispone.
“El papa da mucha luz en ese campo. La excomunión es una pena por acciones cometidas, pero aquí hablamos de un situación que los indispone, no los aleja de la comunión. La exhortación hace énfasis en que hay otros caminos de presencia en la comunidad de fe en la que ellos pueden participar”.
Principios morales según el caso
En el campo moral, explicó el padre Cadena, la exhortación hace una reflexión que considera que no todas las parejas que viven en un segundo matrimonio civil están en pecado mortal y se tiene que tomar en cuenta las circunstancias particulares que las llevan a dar un paso así.
“Muchas de ellas no desean ofender a Dios, sino que buscan rehacer su vida Dios. El documento mira el corazón de las personas, su interioridad, mira a las personas que no fueron protagonistas sino víctimas de una situación como infidelidad o violencia”.
En estos contextos, dijo el teólogo moral, no es recomendable que el sacerdote enfatice en la falta como un pecado mortal sino que, al discernir cada situación, acompañe a las personas.
“El papa no quiere ser moralista que cierre los caminos, sino ofrecer luces para ex culpabilizar las conciencias. Esto no significa que la Iglesia tenga una doble moral. La Iglesia no ha cambiado respecto al sacramento y su indisolubilidad, ni en el lugar de la Eucaristía, es lo que la Iglesia ha recibido de cristo”.
Por lo tanto, agregó, la exhortación invita a los sacerdotes a ser hombres de criterio que sepan discernir, no condenar, no hacer de la moral una regla rígida.
“También dice que evitemos esa doble moral porque tenemos unos principios que es lo que nos toca enseñar. Habrá situaciones en que se recomiende la comunión buscando no provocar escándalo en la comunidad, ayudar y guiar a las personas en conciencia. Pero con esto no hablamos de doble moral, sino aplicar los principios morales que enseña la Iglesia en una circunstancia que lo permite”, finalizó.