Este es el testimonio de un hombre que padeció enfermedad durante casi toda su vida y gracias a que aceptó ofrecer el sacrificio del ayuno, se unió más a Dios y consiguió su alivio…
Ana María Ibarra
Después de padecer por más de 30 años fuertes problemas de migraña, Juan Carlos Gardea acudió a la penitencia y mortificación del cuerpo por medio del ayuno, mediante el cual obtuvo no solamente su sanación física, sino además gran fortaleza espiritual.
Tras la experiencia, Juan Carlos asumió el ayuno como un ofrecimiento espiritual durante la Cuaresma y aunque no realiza los ayunos de 40 días, sabe que es la mejor manera de penitencia para la purificación de su cuerpo y espíritu.
A ocho años de haber sanado de su problema de migraña, Juan Carlos compartió su testimonio con Presencia con la certeza de que es Dios quien actúa siempre y cuando el ser humano se acerque y le crea a Él y a sus enseñanzas.
Treinta años de dolor
Juan Carlos compartió que fue a la edad de 13 años cuando iniciaron sus problemas de migraña y, aunque sólo se presentaban en períodos, los dolores eran insoportables y duraban días o incluso semanas y sólo podía bajar un poco la intensidad con agua helada.
“La única forma en que manejaba los dolores de cabeza era con agua helada o en la bañera con hielos. Era como más o menos lo aliviaba. Me hice muy adicto al frío, así viví mi vida por 30 años”, compartió.
A la edad de 46 años, en el 2010, su mamá le sugirió visitar un médico quien le prometió sanarlo si seguía las indicaciones: un ayuno de cuarenta días bebiendo únicamente agua.
“Seguí lo que el médico me dijo. Él me sugirió un ayuno de cuarenta días. Tuvo mucho qué ver mi fe en Dios, primeramente, y en el médico. Fue quererme curar, creerle a Dios y creerle al médico que eso sería parte de mi sanación”, agregó.
Aunque 40 días era mucho tiempo sin comer, Juan Carlos decidió llevar a cabo el ayuno y darle un sentido cristiano y espiritual, pues llevaba un camino de crecimiento en una pequeña comunidad desde 1996, al lado de su esposa, además impartía pláticas pre-bautismales.
Crecimiento espiritual
El también maestro del Instituto Diocesano de Teología recordó que la primera vez que intentó hacer el ayuno fue en fechas cercanas a la Navidad, por lo que solo logró llevarlo a cabo por 20 días. Al año siguiente lo realizó en Cuaresma.
“Lo convertí en una cuestión espiritual durante la Cuaresma siguiente. Creemos en Cristo pero no le creemos a Él. La vida de Cristo, todo lo que hizo, lo deberíamos hacer, pero nomas le creemos lo bonito, lo que implica sacrificio no nos gusta. Ayunar, orar de noche en vigilia, perdonar al que nos hiere, todas esas cuestiones se nos hacen muy difícil”, expresó.
Consciente de que la comida es como cualquier droga, Juan Carlos compartió que el proceso de desintoxicación fue difícil, y durante los primeros cuatro días padeció mareos y vómitos, pero fue su fe en Dios y el acompañamiento de su médico lo que ayudó a lograrlo.
“Esos aspectos se conjuntaron para lograr mi objetivo que era sanar de la migraña. Fueron cuarenta días difíciles en este ayuno de pura agua. Acudía a misa diaria, ofreciendo mi ayuno por mi familia, por mi salud y por mi hermana que acababa de fallecer”.
Así, vivió la mortificación del cuerpo a través del ayuno, con el amoroso acompañamiento de su familia, sus hermanos de comunidad e incluso sus compañeros del trabajo.
“El ayuno me ayudó a tener un dialogo más profundo con Dios. Él no se equivoca, nos ha dicho que con la oración y el ayuno se liberan lo demonios y hubo muchas cosas de las que fui liberado”, afirmó.
Conversión y tentación
Juan Carlos está convencido que el ser humano vive en constante conversión, sin embargo, dijo que cuando pasan los momentos de un proceso espiritual, como fue su ayuno, el cuerpo y el espíritu se debilitan y es por eso que se debe aprovechar el tiempo de Cuaresma para continuar con ese proceso.
“Siempre tuve momentos de debilidad, de tentación, principalmente en los cuatro primeros días al debilitarme físicamente, me empezaron a doler los riñones, no podía ni sostenerme en pie. Ese era el proceso de purificación de cuerpo y espíritu. Es difícil porque el demonio y la tentación acechan y atacan a quienes están con Dios. Sentí ganas de retroceder”.
Durante el ayuno Juan Carlos no tuvo dolores de cabeza y al concluir ese proceso de desintoxicación descubrió que la carne de res es lo que le ocasiona la migraña.
“Dios es tan sabio que nos muestra estas situaciones. Uní mi deseo de sanarme con el conocimiento médico y le creí a Dios. Estoy cierto que Dios nos da las recetas para amarlo y estar con Él, pero muchas veces la carne es débil”, reconoció.
Desde entonces, Juan Carlos realiza ayunos durante la Cuaresma y, aunque ya no son de 40 días sabe que es la mejor manera de penitencia para la purificación de su cuerpo y espíritu.
“Creo firmemente que el ayuno está para dominar la carne y elevar el espíritu, porque el espíritu es el que habla con Dios. Es importante creerle a Dios que el ayuno es algo que el cuerpo necesita para crecer en el espíritu. Tanto la oración como el ayuno son algo que cristo nos da como una receta y en la fuerza del amor está todo. Si amas a Cristo y su Verdad, se puede conseguir lo que sea”, finalizó.