Con la bendición de una nueva capilla, una procesión y una misa solemne, la comunidad parroquial de Santa Cecilia celebró, acompañada del obispo don José Guadalupe Torres, su fiesta patronal el pasado jueves 19 de noviembre.
Ese día los fieles se reunieron a unas cuadras de la Catedral para caminar en procesión por la calle 16 de Septiembre rumbo al templo parroquial ubicado en la colonia San Felipe del Real.
En su trayecto, los peregrinos entonaron alabanzas mientras caminaban detrás de los carros alegóricos que trasportaban las imágenes de Santa Cecilia, San José y Jesús en su Ascensión al cielo.
Previo a la Eucaristía, monseñor Torres bendijo la capilla de la Misericordia, dedicada para implorar a Dios por los fallecidos en el sector, víctimas de la violencia, cuyos nombres fueron colocados en pequeñas placas empotradas en la pared.
“Que en este lugar logremos encontrar seguridad, riqueza en la abundancia de tu misericordia con tu bendición. Pedimos misericordia y paz por nuestros hermanos difuntos por la violencia”, pidió el obispo.
Enseguida se dispuso a celebrar la misa por la fiesta de Santa Cecilia, quien con su canto, dijo el monitor, entregó a Dios su virginidad y martirio.
Misericordia, martirio y paz
En su homilía, don José Guadalupe reflexionó sobre tres temas: la misericordia, el martirio y la paz, mismos que, dijo, Santa Cecilia vivió desde la fe.
“Fue una mujer pacífica, de misericordia porque no guardó rencor, sino que perdonó y oró por sus verdugos. Sufrió y aceptó su martirio desde la fe como un regalo, un don, una gracia de Dios”, expresó el obispo.
Agregó que las circunstancias que Santa Cecilia vivió en su tiempo, las vive el mundo en la actualidad.
“Hay ausencia de paz, seamos constructores de paz. En un mundo donde falta amor, urge la misericordia, por eso nos invita el papa a ser misericordiosos. También estamos llamados a vivir el martirio. Hoy sigue habiendo persecución de los cristianos. Hay que sufrir el martirio, tal vez no sea como el de Santa Cecilia, pero sí un martirio de testimonio”, dijo.
El obispo invitó a los fieles a ver en Santa Cecilia un ejemplo, descubrir en ella la fe que entusiasta desbordó en el canto.
Después de las palabras del obispo se realizó la presentación de Cecilia Granados, candidata a la Adoración Nocturna Mexicana, a quien el obispo introdujo en dicho ministerio.
Para este momento emotivo, los adoradores cantaron su himno y luego pasaron al momento de la bendición de los estatutos y el distintivo, mismos que fueron entregados a Cecilia junto con una vela encendida, símbolo de la luz de Cristo.
Después de este ritual, la celebración continuó de manera normal y concluyó con la misma alegría con la que dio inicio.
La fiesta de Santa Cecilia se prolongó hasta el domingo 22 de noviembre con una gran kermés.