Si este año te propusiste combatir algún vicio o adicción, te ayudamos con las reflexiones y consejos que nos ofrecen estos expertos. Comenzamos con la adicción a las drogas.
Presencia
El vicio es la costumbre o hábito irresistible de hacer algo malo. Lo opuesto del vicio es la virtud, es decir, el hábito de hacer el bien.
Las adicciones más conocidas son: la drogadicción, el alcoholismo, el tabaquismo, la lujuria, la avaricia, la gula y ahora hasta la violencia y las tecnologías. Son las mismas adicciones que en el pasado, aunque algunas no estaban tan difundidas.
La realidad de la sociedad de este siglo, se caracteriza por la existencia de muchos adictos. Y el mal entra en las casas de ricos y pobres, no hay distinción de sexo, no respeta a jóvenes, adultos o niños. Nadie puede tener la seguridad de que un pariente, hijo o hermano no caiga en una adicción.
En esta ocasión te presentamos algunas de las adicciones más presentes en la sociedad y los consejos que nos ofrecen expertos para enfrentarlas y combatirlas.
El uso y abuso de sustancias atentan contra la salud del ser humano, la adicción a las drogas llevan a quien las consume a un daño mayor, no solo personal, sino familiar y social.
La Iglesia, en su número 2291 del Catecismo de la Iglesia Católica, resalta que “el uso de la droga inflige muy graves daños a la salud y a la vida humana. Fuera de los casos en que se recurre a ello por prescripciones estrictamente terapéuticas, es una falta grave”.
Sobre este gravedad habla monseñor Mariano Mosqueda, quien fundó hace unos años fundó en Ciudad Juárez un internado para adictos. Con base en su experiencia explicó los problemas que la drogadicción ocasiona y algunas maneras de combatir este mal.
Templo del Espíritu
CECATA Resurrección (Centro Católico para el Tratamiento de Adicciones) fue un espacio fundado por monseñor Mosqueda donde trabajó varios años con drogadictos.
“Fue una experiencia bonita en el sentido de ver que aquellos muchachos que llegaban destrozados, con problemas de tipo emocional, afectivo, familiar y personal, poco a poco se iban rehabilitando, y tomaban conciencia de lo dañino y peligroso del vicio”, compartió monseñor en entrevista.
Monseñor afirmó que la adicción a las drogas es fácil de adquirir, y basta con fumar una vez un cigarrillo de mariguana para que se haga una dependencia, y se crea una necesidad de seguir consumiendo aquella sustancia que lleva a otro tipo de drogas y otros problemas.
“Conocí muchachos que robaban a sus familias, asaltaban y eran violentos incluso sus propios padres. Las adicciones llevan a la destrucción personal. La palabra de Dios en la carta del Apóstol San Pablo a los Corintios habla del respeto a nuestro cuerpo como templo del Espíritu Santo. Con las adicciones nuestro templo queda destruido”, meditó.
El sacerdote añadió que las situaciones de violencia que se viven actualmente tienen de alguna manera relación con la droga.
“Otra consecuencias de la droga es que se llega a la locura. En el internado para enfermos mentales que tengo, la mayoría es consecuencia de la droga, se quedaron arriba, perdiendo contacto con la realidad”, resaltó.
Actualmente en la diócesis se cuenta con el centro de rehabilitación Ave Fénix que cuenta con un internado para hombres y otro para mujeres.
Un consejo: prevenir
Aunque monseñor Mosqueda reconoció la importancia de los centros de rehabilitación, el mejor consejo que, dijo, se puede dar en este tipo de adicciones, es la prevención, trabajo que corresponde principalmente a los padres de familia.
“Los papás no logran creer que sus hijos pueden caer en la drogadicción. Es importante estar muy conscientes que el adolescente con facilidad puede conseguir cualquier tipo de droga”.
El sacerdote aconsejó a los padres de familia a estar atentos de las amistades de sus hijos y acercarlos a Dios y a la Iglesia desde niños.
“Debemos decirles que Dios quiere verlos limpios de ese vicio. Hay que inculcar los valores del cuerpo, de la dignidad, de la vocación, como hijos de Dios”.
“Gran parte de la niñez y juventud la pasan en la escuela. Los maestros tomen conciencia de su responsabilidad, no sólo de compartir conocimientos científicos, sino de ayudarlos a valorar su dignidad. Cuando se den cuenta de algún muchacho en droga la solución no es correrlos, sino tenderles la mano y ofrecer alternativas”.
Por otra parte, dijo que también el Gobierno y la Iglesia tienen tarea qué hacer.
“Todos tenemos una misión que cumplir. La Iglesia y gobierno deben ofrecer cursos, talleres, conferencias para niños adolescentes y jóvenes, hablarles del mal que hay,
estar atentos a este peligro”.
A los jóvenes dijo: “Esa primicia de la droga rechácenla y sean honestos con sus padres cuando lo haga por primera vez, ellos podrán ayudarles y orientarles”.