- La Iglesia local se suma a la campaña de donación de órganos que promueven instituciones públicas como el IMSS, pues se trata, ante todo, de actos de amor…aquí algunos testimonios…
Ana María Ibarra
Paz y tranquilidad es lo que Anais López experimenta al haber aceptado la donación de órganos y tejidos de su esposo fallecido hace un mes y a través de quien se vieron beneficiadas más de cien personas.
Ésta paz es completa al saber que cumplió con la voluntad de su marido.
Donador convencido
En entrevista con Presencia a sólo un mes de la muerte de su esposo, Anaís compartió que en las conversaciones que ella y su esposo sostenían, hablaban de ser donadores de órganos.
“Teníamos la costumbre de cada mes platicar sobre nosotros y nuestros problemas y planes. Una de las pláticas que teníamos era sobre la donación porque es un asunto que veo aquí (en su trabajo)”, dijo Anais, quien es auxiliar de enfermería en la clínica 6 del Seguro Social.
Compartió que, aunque Juan Carlos temía correr algún riesgo si daba a conocer su deseo de donar sus órganos, siempre estuvo de acuerdo en hacerlo.
Su muerte
El esposo de Anaís, Juan Carlos, sufrió un accidente al mudarse de casa, cuando subió al techo a desconectar algunos artículos que necesitaban para su nueva casa.
“Lo escuché gritar y cuando salí estaba inconsciente. Llegamos directamente a la clínica 6 en la ambulancia. Él sufrió traumatismo craneoencefálico severo, el neurocirujano comentó que estaba totalmente dañado y que no había respuesta alguna, que presentaba muerte cerebral”, compartió Anais.
Tras la noticia, Anais sostuvo una plática con los médicos, quienes le preguntaron sobre el estado de salud de su esposo y si en alguna ocasión el expresó su deseo de donar sus órganos.
“Lo siguiente fue informar a la familia sobre la decisión. Sus hijos me apoyaron y aunque otros miembros de su familia no estuvieron de acuerdo, tuvieron que respetar su voluntad”, dijo Anais.
Enseguida, se llevó a cabo el protocolo para la procuración de corneas, hígado, riñones, tejido óseo y tendones.
“Su corazón no se pudo donar porque en la ciudad no hay un hospital especializado para trasplantes de corazón y es el órgano que tiene menos tiempo para trasplantarse”, explicó la entrevistada.
También donadora
Cumplir la voluntad de su esposo con quien estuvo casada más de 6 años, confirmó su propio deseo de ser también donadora.
“¿Cómo no querer salvar una vida, si toda mi he estado trabajado en hospital?”, se pregunta Anais. Y añade para explicar:
“Este programa de donación tiene relativamente poco, a lo mucho un año, pero no tenemos conciencia de que podemos ayudar a otras personas a que tengan una mejor calidad de vida”.
Mensajes de gratitud
Ante la donación de órganos y tejido de su esposo, Anais ha recibido mensajes de agradecimiento de parte de una conocida que ha sido beneficiada en un programa similar en Estados Unidos.
“Ella recibió doble trasplante pulmonar en Estados Unidos. Después de un año sigue batallando con un poco de rechazo del órgano, pero ahí va. Me envía mensajes de agradecimiento en nombre de todas las personas que han recibido un trasplante gracias a mi esposo. Me dice que los beneficiarios bendicen a todas las personas que tenemos este acto bondad”.
Anais ha visto morir a varios de sus pacientes por falta de un trasplante, y aunque estar del otro lado fue doloroso, piensa que es aún más triste ver a pacientes fallecer por falta de conciencia y apoyo de quienes pueden donar.
“Mucha gente piensa que quienes donamos órganos de nuestros familiares difuntos recibimos millonadas por cada órgano y no es así, lo único que recibimos es tranquilidad, paz, y la sensación de que una pequeña parte de él sigue viva en algún lugar”.
Y finalizó diciendo: “Los invito a tomar conciencia, que no seamos egoístas con nuestros familiares que están en cama. Cuando los médicos nos dicen que no va a sobrevivir, que si lo mantenemos conectado a una vida artificial va a sufrir más, (pensemos) que ellos también merecen descansar y si pueden dar vida después de la vida, mucho mejor”.