Recién celebramos el Domingo Mundial de las Misiones pero seguimos presentando testimonios de los protagonistas de la Misión Ad gentes…
Como una experiencia muy positiva de aprendizaje y encuentro con los más necesitados, describió la hermana Flora Carrillo Gamboa, religiosa dominica, el año de misión que vivió en África, donde Dios le concedió ser instrumento para muchas personas necesitadas de Dios.
La religiosa, quien actualmente sirve en la Diócesis de Ciudad Juárez, fue enviada a la comunidad que su congregación sostiene una provincia de Guinea Ecuatorial, en el continente africano.
Allá la religiosa realizó un arduo trabajo en medio de la pobreza y de las necesidades materiales de la gente, pero también pudo compartir valores y predicación de la Palabra con los habitantes de Ayene.
Con 48 años de consagrada, Sor Flor se ofreció como misionera luego del llamado que hizo la superiora de su congregación a ir a Africa para atender uno de sus colegios dominicos con 250 alumnos.
Así, en Africa la religiosa colaboró en la formación de catequistas para 27 poblados que pertenecen a la parroquia de Ayane, donde los laicos deben impartir la catequesis ante la falta de sacerdotes.
Igualmente trabajó frente a grupo y en ese entorno Sor Flor descubrió las muchas necesidades de los niños en esa región del mundo, pues ante la falta de utiles escolares deben usar la arena como pizarrón, y unas varas como gises.
“En la arena les formaba las palabras con el fin que en su casa lo practicaran así”, dijo Sor Flora, con cierta nostalgia.
Semillas Del Reino
Además de la educación, las religiosas ofrecen formación catequética a los niños en diversos niveles, en un programa que incluye actividades como realización de pastorelas, retiros, talleres y otros de los que sor Flor estuvo encargada.
En Africa sor Flor se dio a la tarea también de formar niñas misioneras, quienes la acompañaban y portaban las “semillitas del Reino”, es decir, frases bíblicas que dejaban como enseñanza en los hogares que visitaban.
La religiosa dedicaba también parte de su tiempo a visitar ancianos enfermos para llevarles la Comunión y celebraba la Palabra cuando se celebraba algun funeral.
Algo que impactó a la religiosa misionera, fue la necesidad de alimento en esa zona.
Me daba mucho dolor verlos muy enfermos, con los pies muy inflamados y sin acceso a medicamentos… Tenía ganas de tener un lugar para atender a todos los ancianos juntos y alimentarlos como es debido, pero también persisten las limitaciones de los misioneros.
Todos los días escuchaba de muchos un “tengo hambre”, necesidades a las que a veces no podía responder. Pero siempre la misionera recibió el ánimo de Dios en aquella misión que le había encomendado.
Es así como la religiosa apela a las personas de buen corazón para que en el Domingo Mundial de las Misiones y siempre se pueda, aporten a las misiones.
“Hay mucho trabajo y qué bonito que hubiera jóvenes que despertaran ese deseo de consagrar su vida a llevar un mensaje de la Palabra de Dios donde todavía la tecnología, los medios de comunicación están muy lejanos”, concluyó.