Al celebrarse este domingo la fiesta de Pentecostés, es decir la fiesta de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, sacerdote diocesano nos explica el origen, acción y poder del Espíritu Santo y cómo podemos dejarlo actuar.
Ana María Ibarra
Como bautizados, todos los cristianos católicos han recibido el Espíritu Santo, sin embargo no todos han experimentado su poder, pues en su libertad, es la persona quien se dispone para dejarlo actuar o bien “encapsularlo”.
Así lo explicó el padre Jorge Iglesias, párroco de Dios Padre, una comunidad que empuja fuertemente la evangelización y con ello busca hacer presente la fuerza del Espíritu Santo cada vez en más personas.
Basado en la Biblia y en la vida de algunos santos, el sacerdote reflexionó en entrevista sobre el origen, la acción y el poder del Espíritu Santo.
En los sacramentos
El padre Jorge explicó que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, que, como dice el Credo, proviene del Padre y del Hijo, y recibe adoración y gloria, por tanto, el Espíritu Santo es Dios mismo.
“El Espíritu Santo se recibe de manera especial en el Bautismo y en la Confirmación. En el bautismo se nos da como aquel que nos hace hijos de Dios, nos santifica y nos da sus dones y carismas, nos llena de su presencia para semejarnos a Cristo el Señor”, dijo.
“En la Confirmación nos fortalece para confirmar nuestra fe y dar la vida por ella, ser verdaderos y auténticos cristianos”, agregó.
Explicó que existen otros momentos en que se invoca al Espíritu Santo, pero no significa que el cristiano lo reciba nuevamente.
“La efusión es dejar actuar al Espíritu Santo que está en nosotros, que nos invade, que nos abraza. Cuando suplicamos su presencia, pedimos que se manifieste en nosotros, que nos ayude a vencer, a transformar nuestra vida. En los retiros de evangelización, cuando se realiza la efusión, las personas sienten escalofríos, el cuerpo caliente o ganas de llorar, es el Espíritu Santo que se manifiesta”, resaltó.
Cómo escucharlo
De acuerdo al sacerdote, el mejor lugar para escuchar al Espíritu Santo es enmedio de la comunidad.
“Jesús resucitado se aparece a los apóstoles, sopla sobre ellos y les dice: reciban el Espíritu Santo. Una de las características es escuchar al Espíritu Santo en la comunidad, Él es la unidad en la Iglesia, de los cristianos, la unidad con Cristo Jesús”, dijo el padre Jorge.
Agregó que también se puede escuchar en la intimidad del hogar a través de la Palabra de Dios, en la oración ferviente y la oración de invocación.
“El Texto sagrado dice que Simeón se sintió movido por el Espíritu para ir al templo donde se encontró al Mesías… sus manifestaciones son siempre en la Iglesia y no me refiero al templo, sino a la comunidad”.
Dones, carismas y efectos
El padre Jorge habló también de los dones, carismas y efectos del Espíritu Santo.
“En el Bautismo recibimos los siete dones, pudiéramos enumerar muchos más porque el siete significa plenitud. Los dones son para beneficio propio. El entendimiento, la sabiduría, el temor de Dios, nos ayudan a mantener la vida cristiana”, explicó
“Los carismas están en raizados en los dones y son para la edificación de la comunidad, del pueblo cristiano, de la Iglesia, para construir el reino de Dios a través de la evangelización”, agregó.
En cuanto a los efectos del Espíritu Santo, el padre tomó como ejemplo a San Agustín, San Bernardo Claraval y Santa Teresa de Jesús, en quienes el Espíritu Santo actuó sobremanera.
“En san Agustín uno de los efectos es la reconciliación. El Espíritu Santo une al Padre y al Hijo en una comunión de amor y de unidad, ejerce en el cristiano la comunión de amor y unión con Dios, con nosotros mismos y con los demás”.
En San Bernardo, dijo, el Espíritu se manifestó como conversión.
“Cuando la persona empieza a vivir la conversión estamos ciertos y seguros de que esa persona está llena del Espíritu Santo”.
En Santa Teresa de Jesús, por su oración, el Espíritu Santo se manifestó en la sanación.
“El Espíritu Santo la sana definitivamente en lo que para ella había sido su debilidad, experimentando equilibrio y libertad, signos característicos del Espíritu Santo, amor verdadero y libertad de los hijos de Dios”.
Por lo tanto, agregó: “Cuando contemplas a una persona que entra en el proceso de reconciliación con Dios, consigo mismo, con los demás, entra en un proceso de conversión y se contempla su sanación interior, se puede afirmar que está llena del Espíritu Santo”.
Dejarlo actuar
El sacerdote aseguró que el bautizado “encapsula” al Espíritu Santo con sus pecados, sus carencias y su mal estilo de vida.
“Con estas acciones vamos entristeciendo al Espíritu Santo y no lo dejamos actuar. Para dejarlo actuar es necesario tener la intención de buscar el bien, la santidad y sobre todo de ser mejores personas, cansados de vivir situaciones que nos hacen infelices”.
Añadió que Dios no limita la libertad del hombre, y aunque Dios da el regalo del Espíritu Santo, el ser humano tiene la libertad de vivirlo o no vivirlo.
“Dios respeta la libertad de la persona. Recibir el Espíritu Santo no garantiza que la persona lo deje actuar. Nuestro trabajo es dejar que Dios suscite esta necesidad de un cambio de vida. Por eso debo trabajar mi libertad, mi voluntad y mi querer para dejar lo que me estorba en la vida. No es en automático”, aclaró.
Recordando el documento del Concilio Vaticano II que dice que el cristiano es colaborador del Espíritu Santo en la obra del Señor, el sacerdote aseveró:
“Nosotros no trabajamos en la viña del Señor por nuestras propias fuerzas, sino que trabajamos bajo la acción del Espíritu Santo y para su obra, que es santificar la Iglesia”.
Consejos
Con motivo de la fiesta de Pentecostés, el sacerdote recomendó a los católicos dejarse llenar del Espíritu Santo y dejar que abra el corazón, la mente y todo el ser para tener una visión más amplia de lo que es la Iglesia, trabajar y dejarlo actuar en libertad.
“A veces tenemos muchas estructuras eclesiales y no dejamos la libertad del Espíritu Santo. El orden nos lleva a Dios, pero también hay que dar oportunidad al Espíritu de que actúe como Él quiera. Dijo Jesús a Nicodemo que el Espíritu sopla como quiere. Dejemos que haga en nosotros grandes cosas para la santificación nuestra, de nuestros hermanos y trabajar con ánimo alegre en la viña del Señor”, finalizó.