Mons. J. Guadalupe Torres Campos
Ya estamos en el quinto domingo de Cuaresma, última semana previa a la celebración de la Semana Santa. Les saludo siempre con cariño.
El evangelio de san Juan que ha sido proclamado este domingo nos habla de ejemplos y parábolas muy típicas de Cristo que dice, en relación con la tierra, con el trabajo del campo y que a través de esos ejemplos Jesús nos deja un mensaje muy entendible, para aplicarlo a nuestra vida.
Hoy escuchamos primero que un grupo de personas se acercan a los apóstoles y les dicen ‘queremos ver a Jesús’. Queridos hermanos, es algo que todos debemos de pedir y buscar: ‘quiero ver a Jesús’, pero verlo bíblicamente, no es nada más verlo sino acercarme, entrar en contacto con Jesús, escucharlo, ser discípulo, imitarlo.
Queremos ver a Jesús es la primera enseñanza que los invito a tener en familia y cada uno de nosotros, que siempre arda tu corazón en ese deseo de encontrarte con Jesús.
Y el momento culmen para encontrarme con Jesús es la Eucaristía. Es a través de la naturaleza, de las personas, de las circunstancias, de la oración, pero el momento pleno para ver y encontrarme con Él es en la Eucaristía. Por eso la importancia del encuentro con el Señor en el domingo.
La segunda idea que quiero que reflexionemos es que Jesús dice a estos hombres y a sus discípulos una frase que ya da a entender la proximidad de su Pasión: ‘ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado’. Se refiere a él, él es el hijo del Hombre. Está a punto de llegar la hora de celebrar este momento en que Cristo fue glorificado en su Pasión, en su muerte y resurrección. Cómo aplicarlo a estas alturas de Cuaresma, ¿me he estado preparando para esta hora de encontrarme con Cristo?
Jesús dice, ha llegado la hora, pero también nos invita a que lo imitemos, porque la tercera idea que nos propone Jesús en el texto del evangelio, ‘si el grano de trigo sembrado en la tierra muere producirá mucho fruto’. Una frase de Cristo tremenda, fuerte. Él está hablando de sí mismo pero también me invita a unirme a Él, que es el grano, es la vida que se siembra y ese grano muere para dar el fruto de la salvación.
Dios me salva en su Hijo por eso retomo el texto de hace ocho días tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único. Ha llegado esa hora y tú estás llamado a ser grano, a morir en el sentido de fe como Cristo: morir al pecado, morir unido a Cristo para dar frutos abundantes. Celebrar la Semana Santa es celebrar la vida que hemos recibido de Jesús para que nosotros demos vida, demos frutos en la celebración de nuestra fe.
Y cuarto punto de reflexión: ‘el que quiera servirme, que me siga’. Jesús nos invita a seguirlo, por eso es un camino cuaresmal de desierto, 40 días de oración, de ayuno, de misericordia.
Por eso a manera de petición en este quinto domingo de cuaresma, unidos al Salmo responsorial que casi todos los viernes se proclama, pero que hoy tiene un sentido muy hermoso decimos: “Crea en mi, Señor, un corazón puro’. Necesitamos un corazón puro y humilde para poder entender a Cristo, aceptarlo. Que sea una oración de esta semana y pedírselo con ganas: ‘crea en nuestra diócesis, crea en cada uno de nosotros, Señor, un corazón puro. Por tu inmensa compasión y misericordia apiádate de mí, dame un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos, devuélveme tu salvación.
Los invito a manera de tarea en familia reflexionar en esta oración.