Mons. José Guadalupe Torres Campos
Les saludo con mucho amor de padre y pastor, siempre con una alegría inmensa de saludarles, abrazarles y transmitirles un mensaje a través de esta reflexión dominical. Estamos en el mes de octubre, mes del rosario y mes misionero. El Santo Padre Papa Francisco, nos ha convocado a celebrar no solamente hoy el Día Mundial de las Misiones, sino que nos convocado a celebrar juntos un mes misionero extraordinario para renovar el ardor y la pasión dice, a un tiempo extraordinario de oración y reflexión sobre la misión Ad Gentes ; es decir orar por las misiones.
Todos debemos orar no solamente hoy en este Día Mundial de las misiones, sino siempre. En este mes extraordinario todavía más, pero también nos invita a la reflexión pues todavía tenemos tiempo suficiente para que lo que resta del mes de octubre. La Misión Ad gentes, es lo que entendemos por ir a misionar a lugares en donde no ha llegado el evangelio, pero también se nos pide que reflexionemos en la misión diaria, en la misión nuestra, en la misión entre nosotros.
Yo siempre lo he dicho, desde que tomé posesión en nuestra amada diócesis, quiero y propongo una Iglesia misionera evangelizadora, y vamos con este proceso pastoral que estamos llevando a cabo, que les recuerdo que todos estamos convocados, ahí en objetivo decimos: “Sembrar el Reino de Dios impulsados por el Espíritu Santo para que el evangelio llegue a todos”.
La misión es para todos, no para algunos cuantos, el objetivo son todos los hombres, toda la humanidad: que el evangelio llegue a todos con alegría y gozo, por eso dice el papa que hombres y mujeres distinguidos por su celo, por su santidad, son cada vez más necesarios en la Iglesia y en la misión ¡qué palabras tan fuertes! El Papa nos pide que todos los cristianos tengamos un celo y una santidad fuerte, un celo por la Iglesia, un celo por la misión, que amemos misionar, que tomemos conciencia de nuestra condición misionera con determinación, con santidad, con alegría, con gozo.
Por eso escuchamos en la lectura del domingo de hoy, sobre todo en la segunda lectura propia cuando se celebra el Domingo Mundial de las Misiones, dice San Pablo a los Romanos: “basta que cada uno declare con su boca que Jesús el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse”. Este es el evangelio: declarar que Jesús es nuestro Salvador.
Pero dice ahí que con la boca, entonces tenemos que salir y proclamar nuestra fe en Jesús con la boca” “creo en Jesús, creo en Cristo, creo en el evangelio”, creo en Jesús con el corazón, no solamente de palabra, sino con el corazón; salir a gritarlo, anunciarlo y proclamar por todas partes, como dice el Papa, con celo, con santidad. Dice el Papa que todos estamos llamados a ser santos, que el santo es el misionero que con vida y palabra predica a tiempo y a destiempo.
Es importante, queridos hermanos, darnos cuenta, tomar conciencia de esta vocación misionera, de nuestra identidad misionera.
El Papa San Pablo VI nos dice que es esencial su ser misionero, que lo que le da identidad a la Iglesia es ser misionero: “vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura”.
El Papa Francisco, en su documento Evangelii Gaudium en el número 23 nos invita a revisar todo y a estar abiertos a la acción del Espíritu Santo, dice: “fiel al modelo del maestro Jesús Cristo es vital que hoy la Iglesia salga anunciar el evangelio a todos”, lo que significa que tú eres Iglesia, yo soy Iglesia, los niños, los jóvenes, todos somos Iglesia. Salgamos entonces a anunciar el evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones y señala tres adjetivos como debe ser nuestra evangelización: fuerte, dice, sin demoras, sin asco y sin miedo. Dice “ya no te tardes, ve y anuncia, sal a evangelizar sin asco. Que no nos dé miedo, que no tengamos temor, que no tengamos temor, sin recelo, con decisión y valentía, aunque incomodemos. Sin miedo y sin temores a llevar la alegría del evangelio que es para todo el pueblo y no puede excluir a nadie.
También en el número 27 dice: “sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual, que nos comprometa a todos una opción misionera capaz de transformarlo todo.
Vuelvo a nuestro objetivo del proyecto de pastoral: “sembrar el Reino de Dios impulsados por El Espíritu Santo , para que el evangelio llegue a todos a partir de una conversión”. Ahí coincidimos con el Papa en ese documento: una conversión pastoral. Necesitamos cambiar nuestro modo de pensar, nuestros pensamientos, cambiar, convertirnos, mejorar para que el evangelio llegue a todos y transforme primero nuestra Iglesia, nuestras realidades eclesiales, pero también a la sociedad y el mundo. Sigue diciendo San Pablo en esta segunda lectura que escuchamos: hay que creer con el corazón para alcanzar la santidad, y declarar con la boca para alcanzar la salvación.
Es a lo que nos invita el evangelio: en la oración a la entrega, al compromiso cristiano. En el evangelio Jesús enseña a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, la evangelización nos lleva a ése compromiso de vida.
Que este mes misionero extraordinario de verdad nos comprometamos a ser mejores. Confío en que todos nosotros, yo obispo, en primer lugar, ustedes sacerdotes, consagrados , seminaristas, grupos, movimientos, fieles, nos pongamos en acción, nos dispongamos en espíritu para trabajar y evangelizar toda nuestra diócesis impulsados por el Espíritu Santo.
Buen domingo, buena semana. Bendición para toda la familia. La bendición de Dios Todo poderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo, permanezca siempre con ustedes. Un abrazo.