Claudia Iveth Robles
“Ellos son nuestros mártires y no viven una opción por la muerte, sino una opción por el amor. Ellos no mueren desesperados, mueren con una sonrisa, defendiendo su fe”.
Así se refirió la hermana María Guadalupe, misionera del Instituto del Verbo Encarnado, quien sirvió durante varios años en Siria y hoy se dedica a dar testimonio y a concientizar al mundo occidental de la masacre que viven los cristianos en Medio Oriente.
Esto durante la Conferencia “Misericordia Cristiana en Tiempos de Persecución” que organizaron laicos fronterizos para dar a conocer, de primera mano, lo que ocurre con los cristianos perseguidos.
“Estamos en el Año de la misericordia y ellos están ejerciendo cada día la misericordia de Dios con sus perseguidores; no solamente los perdonan, sino que piden por ellos” dijo la religiosa ante el público que, no osbtante la tormenta que azotó el pasado viernes a Ciudad Juárez, acudió al evento realizado en el Instituto México.
Su vida en Aleppo
En su participación la religiosa explicó que vivió en Aleppo, Siria, en 2011, una ciudad a la que calificó como majestuosa, por su bella arquitectura, de la que, dijo, hoy sólo quedan escombros debido a los bombardeos que se viven a diario.
La hermana Guadalupe explicó que allá los cristianos saben que serlo es igual a dar testimonio y es sinónimo de martirio. Dijo que ellos comprenden perfecto que dentro del programa de vida del buen cristiano, entra el martirio.
“Por eso en distintos países, donde son minoría, los cristianos sufren mucho por el sólo hecho de serlo. Quizás sería fácil para ellos evitar el sufrimiento y pasar a ser musulmanes para vivir cómodamente, pero de ninguna manera lo hacen, pues están dispuestos a darlo todo por Cristo”, dijo.
La religiosa relató que en Siria, el Instituto al que pertenece tiene religiosas y sacerdotes que hace unos años habían atestiguado una buena convivencia entre cristianos y musulmanes, además de mucha prosperidad económica, ya que Siria es un país con muchos recursos naturales.
“Fui destinada a Siria en enero en el 2011 y por la tanto tuve el privilegio de conocerlos antes de la guerra y por eso puedo testimoniar. Esto que digo es porque lo he vivido, era gente que tenía sus problemas, en cuanto al régimen de gobierno que vivían”.
Expresó que en las guerras los pueblos tienen muy poco qué ver y dijo que se trata de guerras planeadas, inventadas desde afuera.
“Eso sucedió exactamente en Siria. En Siria había paz y armonía y de un día para otro empezaron las manifestaciones, las protestas en las calles según la prensa, ya que lo que se veía en la televisión no coincidía con lo que realmente se vivía ahí”, dijo.
La guerra
Explicó que en los pueblos había grupos armados que habían ingresado de fuera y entonces empezaron a verse terroristas y los primeros torturados, cuerpos descuartizados. Así, dijo, comenzó lo que se llamó guerra civil, en la que el pueblo buscaba liberarse de su opresor.
Pero dijo que luego llegaron los grupos fundamentalistas, que contagiaron y esparcieron la guerra con fines económicos y políticos.
“Estos grupos fundamentalistas, terroristas, tienen sus propios objetivos religiosos… acabar con la presencia cristiana es el primer objetivo”, dijo.
La religiosa compartió que desde un inicio la Iglesia Católica, los obispos en Siria, han pedido frenar el el abastecimiento de armas y el apoyo a grupos terroristas, sin embargo esto lejos de disminuir ha tomado fuerza y ha avanzado en todo todo el país.
Ciudad en ruinas
La ponente recordó que la ciudad de Aleppo era una hermosa ciudad milenaria, famosa en el Medio Oriente por sus monumentos. Pero hoy, dijo, está en ruinas. Había cinco millones de habitantes y hoy miles han huído de la guerra.
“En Aleppo había medio millón de cristianos, hoy apenas llegan a 5 mil. La situación es crítica porque estos grupos (fundamentalistas) la sitiaron…impidieron la entrada de los insumos, entonces hay millones de personas encerradas, sin alimento, sobreviviendo con lo que quedaba en los mercados”, dijo.
Explicó que en un inicio los habitantes pensaban que los bombardeos terminarían con la intervención del Ejército, pero las semanas de espera se convirtieron en meses, y luego en años. “El ataque es permanente y toda la ciudad esta siendo castigada, pero principalmente los cristianos. Llevamos 5 años de guerra en plena ciudad”.
Vida de sacrificio
En una parte de la conferencia, la religiosa proyectó un video con imágenes de una explosión en la que se registraron 400 muertos, muchos de ellos universitarios.
“Son muchos de los nuestros que murieron, estamos hablando de una sola explosión…ocurren tantas tragedias, pero aún cuando la violencia y el mal parecen vencer, Dios sigue estando presente”, dijo luego de contar el testimonio de un joven llamado Zaquis.
Relató que este muchacho, tras una explosión, fue lanzado varios metros, pero lo salvo una voz que le decía “Zaquis ¡Sálvate!. Impulsado ante esa voz y en llamas, el muchacho corrió más de de 20 metros para llegar al obispado, donde lo atendieron y lo trasladaron al hospital. Ahí le dijeron que era un milagro que hubiera podido correr, ya que tenía fracturadas sus piernas y sus brazos.
Misericordia en la tragedia
La religiosa relató que le tocó vivir varias explosiones y bombardeos, y en uno de ellos, escuchó a personas comentar “mientras tanta gente de occidente anda preocupada buscando pokemones, nosotros aquí buscamos a nuestros familiares bajo los escombros”.
Así, reiteró con voz firme: “Ellos son nuestros mártires y no viven una opción por la muerte, sino una opción por el amor.
“Ellos nos dicen ‘estamos pidiendo por la conversión del Estado Islámico, ¡esta gente que ha perdido todo a causa de ellos, han perdido familiares, posesiones…y eso nos dicen!… ¡Díganme si esto no es misericordia!”, expresó.
Vida de sacrificio
Ante los asombrados asistentes, la religiosa compartió que las personas en Siria han llegado a acostumbrarse a dormir entre el ruido de los bombardeos.
“Cuando sales de ahí, de noche ni duermes por que estás desacostumbrado al silencio”, dijo.
Y aclaró que en Aleppo, a base de sacrificio, las personas han podido vivir lo más normal posible, a pesar de la tragedia en que están inmersos.
“Han fortalecido su voluntad por el sufrimiento y sólo esperan que los que están aquí (en Juárez ) como en otras partes de occidente, los sostengan en la oración y difundan lo que pasa en Siria, para que más gente sepa cómo viven en realidad”.
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