Sus compañeras, sacerdotes, amigos y personas en quienes dejó honda huella, entre ellas el gobernador de Chihuahua, asistieron a la misa de exequias de la hermana Lourdes Martínez, Misionera de María Dolorosa que esta semana partió a la Casa del Padre.
Claudia Iveth Robles
Recordándola alegre y positiva como fue en vida, el pasado lunes 14 de mayo religiosas Misioneras de María Dolorosa, familiares, amigos y alumnos de la Ciudad del Niño, despidieron con mucho amor a la hermana Lourdes Martínez, quien falleció el pasado viernes 11 de mayo en esta ciudad, a los 83 años de edad.
También el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, se hizo presente en la misa funeral celebrada en la Capilla de la Ciudad del Niño para unirse a las exequias, en las que participaron sacerdotes de la diócesis local, así como el padre Israel Gómez, quien vino ex profeso de la Diócesis de Cuauhtémoc – Madera y una de las dos hermanas de la madre Lourdes que también son consagradas, aunque en ontra congregación.
Alegre y solidaria
La misa de cuerpo presente fue presidida por monseñor José René Blanco, vicario general de la diócesis, y concelebrada por los sacerdotes Víctor Fernández, Oscar Enríquez, Armando Delgado, Alberto Castillo, Jerome Joseph Lourdu, CMF e Israel Gómez.
Al centro del templo, frente al altar, se hallaba colocado el féretro con el cuerpo de la hermana Lourdes, y una foto de ella sonriente ante la Biblia, la cual guió siempre su vida.
Algunos sollozos se escucharon durante la misa al recordar a la religiosa que se distinguió siempre por un carácter alegre, solidario y bromista.
“Aquí ando en mi Uber”, decía, refiriéndose a su silla de ruedas.
“Que no te quede ninguna arruga, aunque no es el hábito el que da el valor, sino la percha”, les decía a sus hermanas de congregación cuando les confeccionaba hábitos.
Su vida
La hermana Lourdes tenía 63 años de vida consagrada. Realizó diferentes servicios en la Ciudad del Niño, como asistente del primer obispo don Manuel Talamás, Asilo de Ancianos, Orfanatorio Guadalupe, el Oficio catequético del Obispado; también sirvió en la Pastoral Penitenciaria, parroquia Jesús Obrero, Casa General y en la colonia Carlos Chavira, donde se gastó en apoyo a las madres solteras y sus hijos.
Sirvió igualmente fuera de la diócesis, en una comunidad en Portland, Oregón; en Nuevo Casas Grandes; Concordia, Coahuila; el Terrero, Namiquipa; el Porvenir de Bachiniva, en el Noviciado en Guadalajara y en Zacatecas.
En la misa, sus compañeras religiosas recordaron el servicio que realizó la hermana Lourdes en la llamada Cárcel de Piedra, así como su servicio en la conformación de Comunidades de Base y en la promoción y organización de campesinos.
Testimonio de vida
En su homilía, monseñor José René Blanco dio gracias a Dios por la vida que el Señor le confío a la madre Lourdes y por su consagración a Jesucristo en el carisma de las Misioneras de María Dolorosa, que su fundador, monseñor Baudelio Pelayo les comunico.
“Cuando yo tenía 9 años, las primeras misioneras que conocí fueron las madres Socorrito, Pilar y Lourdes, en Zaragoza, en la Sierra… y admiraba que recorrían los 20 pueblos, uno por uno catequizando a los niños, preparando a los matrimonios, evangelizando a jóvenes y adultos”, dijo monseñor.
Recordó la “alegría hermosa”, con la que la hermana Lourdes recorrió desde Juárez hasta Madera y Casas Grandes, que entonces pertenecían a la Diócesis de Ciudad Juárez, así como trajo a la mente sus dones de costurera, con los que vistió a sus hermanas al confeccionarles hábitos.
Habla gobernador
Al final de su homilía monseñor Blanco invitó al micrófono al gobernador Javier Corral, quien se encontraba en la parte posterior del templo acompañando la despedida a la hermana Lourdes, a quien conoció siendo un niño.
“Hoy devolvemos a la tierra el cuerpo de un ángel que vino del cielo, seguros de que su alma regresa a ese paraíso y todo su espíritu se queda con nosotros”, dijo el gobernador tras compartir que la hermana Lourdes fue como su madre.
La hermana del gobernador, Leticia Corral, compartió a Presencia que su madre falleció en un accidente cuando él tenía 11 años de edad, y fue la hermana Lourdes quien se acercó a la familia para ofrecerles cuidados en la Ciudad del Niño.
Aunque Javier y sus hermanos quedaron al cuidado de su abuela, él inició una bella relación con la hermana Lourdes, a quien visitó siempre en la Ciudad del Niño, incluso para estar pendiente de sus necesidades materiales.
El cuerpo de la religiosa fallecida fue despedido en medio de una valla que hicieron sus compañeras de congregación, quienes la acompañaron hasta el panteón Recinto de la Oración, donde fue sepultada.