Mons. J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con todo afecto y amor de padre y pastor, siempre con alegría poniéndome en contacto con ustedes. Seguimos en el tiempo Pascual, celebrando la victoria de Cristo resucitado. Cristo ha salido victorioso han sido fiestas y celebraciones muy importantes en nuestra diócesis.
Hemos tenido el Congreso Binacional con muy buena participación, tanto de adultos, como de jóvenes. Los temas de verdad fueron muy interesantes, de actualidad, sobre la familia, el matrimonio, sobre los valores de la castidad, la libertad, el noviazgo, la vida etcétera. Agradezco a todos los que participaron y que todo lo que aprendimos lo pongamos en práctica, lo anunciemos.
Este domingo pasado hemos celebrado al Buen Pastor, Jesucristo el Buen Pastor y la Jornada por las vocaciones. Cristo es modelo para todo cristiano y debemos seguirlo a él, que nos llama a escuchar su voz y a reunirnos todos como rebaño, un único rebaño siguiendo al único pastor Jesucristo. Y pedimos que surjan muchas y santas vocaciones sobre todo para nuestro Seminario diocesano.
100 años de Fátima
Este fin de semana, el 13 de mayo celebramos los 100 años de las apariciones de nuestra Virgen de Fátima, un acontecimiento histórico, extraordinario. María Santísima importantísima en la historia de la Salvación, madre de Dios, madre nuestra, madre de Cristo que se aparece a estos pastorcitos y les revela su amor, su misericordia, les revela su mensaje y nos pide que hagamos oración, que recemos el Santo Rosario muy devotamente, con mucha fe para pedir la salvación de todos los hombres, la conversión de todos los hombres ante tanto peligro y acechanza. Con los famosos secretos de Fátima que han sido revelados, que no es otra cosa que una invitación a la conversión a buscar la paz, a buscar que Cristo reine entre nosotros.
Los invito a tener un amor muy grande a nuestra Madre Santísima y que no sólo sea un aniversario para decir ¡Ay qué bonito!, 100 años de Fátima, y se quede en el mero recuerdo histórico, sino los invito, me invito a mí, los invito a ustedes a un amor entrañable a María Santísima, a imitar su santidad, a dejarnos atrapar por el mensaje de Fátima, de convertirnos, de buscar el bien, de caminar siempre conforme al evangelio, conforme a Cristo, el Señor.
Asamblea de obispos
Coincidentemente, les platico y comparto, que estuvimos los obispos reunidos la semana pasada para trabajar el Plan Global de Pastoral hacia el 2031-2033 y les comparto esto porque se relaciona en cierto modo con Fátima. En el 2031 nos vamos a preparar para celebrar los 500 años de las apariciones de Santa María de Guadalupe en nuestro México; Fátima, 100 años; México, 500 años en el 2031 con nuestra Madre Santísima, la Virgen de Guadalupe. Es María presente en la historia, es María presente en el mundo, en la Iglesia, en Fátima. Es María presente en nuestro México, en nuestra diócesis, entre nosotros. María que nos revela a su hijo, María que quiere que le hagamos caso a su hijo, María ejemplo de santidad, de castidad, de obediencia, de entrega, de humildad, de sencillez, de servicio a todos. En María encontramos el apoyo, encontramos siempre una presencia amorosísima entre nosotros.
Esta celebración en el 2031, después vendrá el 2033 donde vamos a celebrar los 2000 años de la redención. Lo que tratamos en la asamblea episcopal, así lo dice el objetivo del trienio: anunciar la alegría del evangelio buscando llegar a las periferias con misericordia y sentido profético, para contribuir a la construcción de un México más justo, reconciliado y en paz. Ese es el objetivo general del trienio, pero el objetivo de esta asamblea que tuvimos en este mes de abril, es presentar y consensuar la segunda fase del proyecto global de pastoral hacia el 2031 -2033 y acordar las líneas de seguimiento, así como la fecha de su publicación. Es un proyecto a nivel global mexicano donde el episcopado mexicano dará directrices, luces, rumbo a nuestra Iglesia en México. Un proyecto que tiene que aterrizar ya en la acción de la dinámica, en el ritmo de cada diócesis, en cada provincia.
Les comparto como algo muy personal que en esa semana, el miércoles de esa semana de la asamblea, me tocó presidir la Eucaristía delante de todos mis hermanos obispos. Tengo 11 años de obispo y es la primera vez que me tocó presidir esta celebración, es una experiencia muy bonita porque estamos ahí todos reunidos fraternalmente y me tocó con emoción, con nervios sin duda alguna, pero muy contento, presidir esta Eucaristía con mis hermanos obispos. Les comparto esto porque es el caminar de la Iglesia, es la vida misma de nuestra Iglesia diocesana.
Los animo a encomendarnos a nuestra Madre Santísima, a crecer como Iglesia, los invito a la conversión, a un amor entrañable.
Mes de María
Este pasado 10 de mayo celebramos a las mamás también las felicito, aunque haya sido en días pasados, pero siempre la felicitación está, y mi amor, mi bendición para todas ustedes queridísimas mamás.
Concluyo mi mensaje de este domingo con una oración elevada a nuestra Madre Santísima:
Oh Virgen Inmaculada, madre del verdadero Dios y madre de la Iglesia, tú que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo, escucha la oración con filial confianza que te dirigimos y preséntala ante tu Hijo, Jesús único redentor nuestro… Madre de misericordia, maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos hoy y siempre todo nuestro ser y todo nuestro amor. Da la paz, la justicia, la prosperidad a nuestros pueblos, a nuestra diócesis, a nuestras parroquias, a todas nuestras personas, ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra, queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo y su Iglesia. No nos sueltes de tu mano amorosa Virgen de Guadalupe, Nuestra Señora de Fátima, te pedimos que nos ayudes para que conduzcamos a los fieles por senderos de intensa vida cristiana de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas. Contempla esta inmensa mies de nuestra Diócesis de Ciudad Juárez. Intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todos nosotros.
Amén.
Como siempre me despido con mucho amor y les mando mi bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.