Mons. J. Guadalupe Torres Campos
Muy buen domingo tengan todos ustedes. Hoy les comparto que un buen número de sacerdotes de nuestra Diócesis de Ciudad Juárez realizamos esta semana que concluye ejercicios espirituales.
Quiero compartirles que es muy importante que todo cristiano, laicos, religiosos, religiosas, consagrados, sacerdotes y obispos, siempre hagamos ejercicios espirituales.
En el caso de los sacerdotes, el obispo debe procurar que al menos una vez al año sus sacerdotes tengan ejercicios espirituales. Son muy importantes, necesarios en la vida cristiana, en la vida sacerdotal. Es hacer un alto en la vida, un alto en el ministerio, un alto en el caminar para ponernos delante de Dios, reflexionar a la luz de la Palabra de Dios y renovar nuestro compromiso cristiano sacerdotal para seguir sirviendo al pueblo de Dios.
Por eso yo invito a todos a que hagamos ejercicios espirituales de un día, de dos, de tres, de una semana.
Obviamente que no todos los sacerdotes podemos asistir de una vez todos una semana, como lo hacemos. Estuvimos en el retiro 40 sacerdotes. Los demás harán sus ejercicios en otro lugar, en otros momentos, pero lo importante es que todos los sacerdotes, y repito, laicos y consagrados, también lo hagan.
Es muy necesario e importante para nuestra vida cristiana, para renovar nuestro compromiso cristiano, y en nuestro caso también como sacerdotes.
Sembrar semilla
Les comparto que en esta ocasión el señor obispo Oscar Cantú, de Las Cruces, nos impartió estos ejercicios con una importante reflexión que nos ha compartido: Ante un mundo cambiante, ante una sociedad que cambia cada día, que tiene cambios profundos, surge una pregunta: ¿dónde estamos? Yo persona, yo cristiano, yo sacerdote ¿dónde estamos como Iglesia?.
Ante estos cambios, ante las corrientes del mundo secularizado que tiene una fuerza poderosa que no siempre reconocemos, nos dijo el obispo Oscar Cantú, hay que pensar ante la Palabra de Dios y reflexionar como Iglesia, como sacerdotes, cómo podemos sembrar la semilla del Reino de Dios en este mundo cambiante, en este mundo secularizado.
Porque ahí está el reino de Dios, el Evangelio no cambia, la Palabra de Dios no cambia, no cambia la conciencia y el corazón, sobre todo el corazón del hombre, no cambia.
Cambian las circunstancias, cambian las ideologías en esta sociedad secularizada. Entonces la pregunta es: ¿la nueva evangelización que el papa Juan Pablo II nos indicó, cómo responde a los retos de hoy? y nosotros como Iglesia en Ciudad Juárez ¿cómo nos preparamos para que el Reino de Dios se dé a conocer e impacte llegue a esta sociedad cambiante? Es un planteamiento que reflexionamos en estos días de ejercicios espirituales.
Es importante también que la gracia de Dios transforme los corazones, porque a ejemplo de Cristo que se encarnó, que asumió la naturaleza humana, la redimió, hay una frase muy importante: “lo que no es asumido, no es redimido”. Cristo asume toda la naturaleza humana y redime toda la naturaleza humana.
Referente de vida
Por eso nosotros, a ejemplo de Cristo, tenemos que asumir la realidad y redimirla, es decir, Cristo a través de nuestro ministerio, con la gracia del Espíritu Santo.
Por eso tú cristiano, tú sacerdote, yo obispo, ¿dónde estamos? ¿cuáles son nuestros referentes el día de hoy?… y para nosotros el referente es Cristo.
Entonces nunca apartarnos de Cristo, Cristo es el único referente de nuestra vida y es Cristo el que va a dar sentido a nuestro ministerio a nuestra vida cristiana, para desde nuestra vocación sacerdotal, a través de una evangelización, llevar y sembrar el Reino de Dios en el mundo.
Les comparto esta reflexión y los invito a todos a tener un día de retiro, uno o dos días de ejercicios espirituales. Y a los sacerdotes, que tengamos cada año nuestros ejercicios espirituales y renovemos nuestro compromiso de fidelidad y de amor a nuestro ministerio, a nuestra Iglesia para llevar todos, con alegría, el reino de Dios al mundo, que hay que redimir y santificar cada día.
Con esto concluyo y estamos siempre en unión de oraciones. Pido que oren mucho por mí como obispo, pido que oren mucho por mis sacerdotes, para que estos ejercicios que vivimos nos renueven, nos conviertan, y sigamos con fidelidad ejerciendo nuestro ministerio, siempre con alegría y gozo de servicio a la Iglesia, al mundo, a la sociedad. Dios los bendiga a todos.