Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Buen domingo con enorme alegría. Ya al final de noviembre empieza a hacer un poco más de fresco, cuídense, protéjanse, coman bien, inyéctense de vitaminas para estar sanos y fuertes y esperar un invierno, que esperemos sea tranquilo y bondadoso para todos y cada uno de nosotros.
En este domingo 33 del Tiempo ordinario, aparte de comentar sobre el Evangelio, quiero más bien enfocarme a un acontecimiento que el Papa Francisco ha inaugurado en toda la Iglesia. Les participo que hoy es la Primera Jornada Mundial de los Pobres que el papa Francisco acaba de instituir todos los domingos 33 del tiempo ordinario. Se irá festejando la primera, segunda, y así sucesivamente, Jornada Mundial de los Pobres.
En su mensaje para esta primera jornada, el Santo Padre comienza con el texto básico de 1ª de san Juan 3, 18: “hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras”. Es muy claro el Santo Padre con ese texto bíblico: no amar sólo de los labios para afuera, de la boca para afuera, sino de verdad y con obras. Por eso nos plantea el objetivo de esta jornada.
¿Por qué el papa nos invita a tener una jornada de los pobres? Dice: invito a toda la Iglesia y a los hombres y mujeres de buena voluntad a mantener en esta jornada y en todas en adelante, la mirada fija en quienes tienden sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra solidaridad. Son nuestros hermanos y hermanas, creados y amados por el padre celestial.
Cultura del encuentro
Dice el papa, esta jornada tiene como objetivo, en primer lugar, estimular a los creyentes, a ti y a mí, a todos los creyentes, para que reaccionemos ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya, mía y nuestra la “cultura del encuentro”.
El papa, en muchas ocasiones ha abordado este término, este concepto de fe, de Iglesia, la “cultura del encuentro”. Reaccionar contra la cultura de la muerte manifestada en la cultura del descarte, del derroche, y meternos a la cultura del encuentro.
Al mismo tiempo, sigue insistiendo el papa Francisco, la invitación está dirigida a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir con los pobres, compartir todo a través de cualquier acción de solidaridad como signo concreto de fraternidad, no solamente ‘que te vaya bien’, ‘que Dios te bendiga’, ¡no!…realizar verdaderos signos de encuentro, acciones concretas, eficaces de solidaridad, signos concretos de fraternidad.
El papa, en ese sentido, nos pone como modelo en esta Jornada, que sigamos el ejemplo de san Francisco, testigo de la auténtica pobreza. Dice el papa que san Francisco precisamente mantuvo los ojos fijos en Cristo, fue capaz de reconocerlo y servirlo en los pobres. Fíjense lo que hizo san Francisco: reconoció a Cristo, alabó a Cristo en el hermano, en el pobre. Entonces hay que reconocerlo y servirlo.
Todos tenemos gente pobre a nuestro alrededor, pero dice el papa, en esta jornada no pensemos sólo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacerlo una vez a la semana, no se trata de eso. Ya en la Iglesia hay muchas acciones de obras de voluntarios, que la despensa, que la medicina, como algo que está ahí, que se hace ordinariamente. Necesitamos ir más allá, a un compromiso permanente, ir de buena voluntad para trabajar en serio por nuestros hermanos, los pobres. No algo mínimo o superficial para tranquilizar nuestras conciencias, dice el Santo Padre; dice: quiero introducirlos a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida, no ocasionalmente ‘aquí traigo mi despensa para colaborar’ ¡no!. Que sea un estilo de vida propio y del cristiano.
En efecto la oración, el camino del discipulado y la conversión encuentran en la caridad que se transforma, en compartir, la prueba de su autenticidad evangélica. Si deveras quiero vivir una entrega evangélica, la caridad, la oración, la liturgia, todo lo que se organiza en la pastoral es muy bueno, pero es en la caridad donde aterriza toda nuestra pastoral.
Año de la misericordia
El papa señala que esta Jornada Mundial de los Pobres es fruto del Año de la Misericordia, está conectada. Tuvimos ya muy felizmente un Año de la Misericordia y por eso el papa ahora nos presenta esta Jornada Mundial de los Pobres que comienza este domingo 19 de noviembre, domingo 33 del Tiempo Ordinario.
Al final el papa nos hace una petición muy concreta: pido a los hermanos obispos, a los sacerdotes, a los diáconos que tienen por vocación la misión de ayudar a los pobres, también a las personas consagradas, a las asociaciones, a los movimientos y al amplio mundo del voluntariado, que se comprometan para que con esta Jornada Mundial de los Pobres se establezca una tradición, que sea una contribución concreta a la evangelización en el mundo contemporáneo.
Evangelio
Esto lo uno con lo que en el Evangelio de este domingo se nos dice el Evangelio según san Mateo, una parábola: el Reino de Dios se parece a un hombre que sale de viaje, llama a sus servidores de confianza y les encarga sus bienes. A uno le dio cinco millones, a otro dos y a un tercero, uno, según la capacidad de cada quien. El hecho es que dos de los encargados trabajaron intensamente y produjeron frutos abundantes. Al que le dio 5 millones le entregó otros cinco, al que le dio dos, otros dos. Ahí está, a través de la caridad, todos los dones, todos los talentos, todo lo que el Señor te da es para ti. Sí, disfrútalo, pero también es para compartir con los pobres, materialmente hablando, pobres espiritualmente hablando. Hay muchos pobres en todo sentido ¿qué haces? ¿Qué estás haciendo con los talentos? ¿Qué estás haciendo con todos los millones que el Señor te da? ¡Distribúyelos, compártelos! sobre todo con los más pobres, porque la Palabra dice que el último tuvo miedo y no hizo nada y mejor metió a enterrar el millón por miedo, por cobardía, por negligencia.
Y cuántas veces nosotros actuamos así: ‘mejor me lo guardo, me lo escondo, me lo dejo para mí y no trabajo’.
Queridos hermanos, el papa nos invita a vivir la caridad, a poner nuestra mirada hacia el pobre, hacia el necesitado. Que cultivemos la cultura del encuentro, de la fraternidad y de la solidaridad. En este ya penúltimo domingo del Tiempo Ordinario revisémonos si somos siervos buenos y fieles o somos siervos malos y perezosos ¿cómo andamos? pero a la luz de esta clave que el papa nos propone en esta jornada de hoy: la caridad. Esta es la regla, es el parámetro para evaluarnos y el próximo domingo presentarnos ante Cristo Rey y rendirle cuentas de los dones y talentos que Él nos da.
Les abrazo y como siempre les doy la bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo permanezca siempre con ustedes. Amén.