Dos jóvenes ingresaron como aspirantes a consagrarse en la comunidad de las Oblatas del Santísimo Redentor, congregación cuyo carisma es compartir la Buena Noticia con las mujeres que se encuentran en situación de prostitución.
Ante la presencia de religiosas del Consejo General de Oblatas del Santísimo Redentor, y de las que sirven en la diócesis, el pasado mes de agosto las jóvenes Karen y Adriana ingresaron a la comunidad en una misa presidida por el padre Istibal Valenzuela, a la cual acudieron sus familiares y amigos.
Nerviosas, pero a la vez contentas por emprender esta aventura vocacional, ambas explicaron que a la par de su formación en el Instituto Religioso, seguirán sus estudios, Karen en Derecho y Adriana en Medicina.
En su homilía, el padre Istibal invitó a las aspirantes a dejarse guiar por Jesús.
“Quisiéramos que el sí de toda mujer consagrada sea como el de la Virgen María, pero paciencia, lo importante es que nos postremos y nos dejemos guiar”, dijo.
Al final, el sacerdote obsequió una lámpara, como signo de la luz que iluminará su camino y unas pilas, que simbolizan la intercesión, es decir, la oración de todos para que nunca tengan las pilas bajas en su camino vocacional.
Al término de la homilía, las religiosas del Consejo general de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, Luz Angélica García Plata y Rosario Echarri impusieron a cada una de las aspirantes una medallita con la imagen de la Virgen a la vez que les dijeron:
“Creemos que es la mejor acompañante también por esa respuesta generosa que le dio al proyecto de Dios para ser la Madre de nuestro Señor Jesucristo… que Él te siga acompañando en este proceso que has iniciado, y que sigas con una actitud abierta al Espíritu de Dios, para saber qué quiere de tí”.
Apoyan a sus hijas
“Desde tiempo atrás ha recibido acompañamiento con los sacerdotes y seminaristas. Le gusta mucho servir y ayudar, sé que tiene la vocación”, dijo Martha Belmonte, mamá de Karen.
Por su parte Ana María y Ricardo Valtierra expresaron:
“Le deseamos a nuestra hija que aclare bien sus ideas, que no se confunda, que Dios pronto le dé esa claridad que necesita”.
Esperan seguir a Jesús
Karen, de 18 años, compartió que estuvo misionando y siempre le llamó mucho la atención el servicio del sacerdote, por su labor ante la comunidad.
Y luego de que el obispo le preguntó por qué no se animaba a ser religiosa, Dios le fue mandando a religiosas de diferentes carismas a las que pudo conocer.
“Estar aquí me va a preparar y sé que les voy a ser de mucha ayuda”, compartió.
Por su parte Adriana, de 20 años dijo que sintió la inquietud de hacer algo diferente y principalmente de seguir a Cristo.
“No hay que dejar que el miedo nos paralice, hay que apostar por el proyecto de Cristo”, sentenció.