Diez puntos del mensaje del Papa Francisco, que nos explican por qué quiso instituir la Jornada Mundial de los Pobres, y lo que nos pide hacer para esta celebración del próximo 19 de noviembre.
Agencias
Niños en la calle, personas pidiendo una moneda para poder comer, un padre de familia angustiado por no poder llevar unos pesos a la casa, una madre desconsolada por no poder llevar a la escuela a su hijo, un joven que roba para poder drogarse, personas que tienen recursos pero no encuentran el sentido de la vida, personas de la tercera edad que enfrentan solos la enfermedad, personas que a pesar de trabajar horarios extras no acceden a los servicios básicos para vivir, un joven que robó una manzana y ahora debe ir a prisión.
La pobreza se puede manifestar de muchas formas, las historias en México parecen nunca terminar.
Es preciso saber que un porcentaje de los mexicanos sobreviven con 22 pesos al día, ¿Qué se puede comprar, comer con esa cifra? ¿Podríamos vivir con esa cantidad en la bolsa? ¡Hay gente que lo hace!
Primera Jornada
Por eso el Papa Francisco instituyó la celebración de una Jornada Mundial de los Pobres, que se realizará todos los años, a partir de este, en el domingo previo a la Fiesta de Cristo Rey, es decir, en el último domingo del calendario litúrgico.
Con esta celebración, el papa quiere hacer un fuerte llamamiento a los fieles católicos a compartir con los pobres, para así entender el evangelio en su verdad más profunda.
El Papa Francisco nos pide ver por aquellas personas que nadie voltea a ver. ¿Cuántas veces pasamos de largo sin inquietarnos ante una persona de la calle, sin casa, sin vestimenta, comida, que no sabemos cuántos días ha pasado sin bañarse.
Y quiere que la Iglesia entre en un momento de reflexión, que los cristianos y no cristianos recuerden la opción preferencial de Cristo por las personas que viven en pobreza.
(Material del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana –IMDOSOC-)
Así lo hace saber en el mensaje que escribió para esta Primera Jornada Mundial de los Pobres, que aquí resumimos en 10 puntos:
Lo que nos pide el Papa Francisco:
- El amor no admite excusas: el que quiere amar como Jesús amó, ha de hacer suyo su ejemplo; especialmente cuando se trata de amar a los pobres. Por otro lado, el modo de amar del Hijo de Dios lo conocemos bien, y Juan lo recuerda con claridad. Se basa en dos pilares: Dios nos amó primero (cf. 1 Jn 4,10.19); y nos amó dando todo, incluso su propia vida (cf. 1 Jn 3,16).
Un amor así no puede quedar sin respuesta. Aunque se dio de manera unilateral, es decir, sin pedir nada a cambio, sin embargo inflama de tal manera el corazón que cualquier persona se siente impulsada a corresponder, a pesar de sus limitaciones y pecados.
- Este es sin duda uno de los primeros signos con los que la comunidad cristiana se presentó en la escena del mundo: el servicio a los más pobres. Esto fue posible porque comprendió que la vida de los discípulos de Jesús se tenía que manifestar en una fraternidad y solidaridad que correspondiese a la enseñanza principal del Maestro, que proclamó a los pobres como bienaventurados y herederos del Reino de los cielos (cf. Mt 5,3).
El evangelista Lucas, el autor sagrado que más espacio ha dedicado a la misericordia, describe sin retórica la comunión de bienes en la primera comunidad. Con ello desea dirigirse a los creyentes de cualquier generación, y por lo tanto también a nosotros, para sostenernos en el testimonio y animarnos a actuar en favor de los más necesitados.
- No pensemos sólo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia.
Estas experiencias, aunque son válidas y útiles para sensibilizarnos acerca de las necesidades de muchos hermanos y de las injusticias que a menudo las provocan, deberían introducirnos a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida.
Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía.
Estamos llamados, por lo tanto, a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad. Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir de nuestras certezas y comodidades, y a reconocer el valor que tiene la pobreza en sí misma.
- No olvidemos que para los discípulos de Cristo, la pobreza es ante todo vocación para seguir a Jesús pobre. Es un caminar detrás de él y con él, un camino que lleva a la felicidad del reino de los cielos (cf. Mt 5,3; Lc 6,20).
La pobreza significa un corazón humilde que sabe aceptar la propia condición de criatura limitada y pecadora… La pobreza es una actitud del corazón que nos impide considerar el dinero, la carrera, el lujo como objetivo de vida y condición para la felicidad. Es la pobreza, más bien, la que crea las condiciones para que nos hagamos cargo libremente de nuestras responsabilidades personales y sociales, a pesar de nuestras limitaciones, confiando en la cercanía de Dios y sostenidos por su gracia.
Si deseamos ofrecer nuestra aportación efectiva al cambio de la historia, generando un desarrollo real, es necesario que escuchemos el grito de los pobres y nos comprometamos a sacarlos de su situación de marginación.
- (La pobreza) nos desafía todos los días con sus muchas caras marcadas por el dolor, la marginación, la opresión, la violencia, la tortura y el encarcelamiento, la guerra, la privación de la libertad y de la dignidad, por la ignorancia y el analfabetismo, por la emergencia sanitaria y la falta de trabajo, el tráfico de personas y la esclavitud, el exilio y la miseria, y por la migración forzada.
La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados por viles intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero. Qué lista inacabable y cruel nos resulta cuando consideramos la pobreza como fruto de la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia generalizada.
Ante este escenario, no se puede permanecer inactivos, ni tampoco resignados.
Benditas las manos que se abren para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza.
- Quisiera que, a las demás Jornadas mundiales establecidas por mis predecesores, que son ya una tradición en la vida de nuestras comunidades, se añada esta, que aporta un elemento delicadamente evangélico y que completa a todas en su conjunto, es decir, la predilección de Jesús por los pobres.
Invito a toda la Iglesia y a los hombres y mujeres de buena voluntad a mantener, en esta jornada, la mirada fija en quienes tienden sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra solidaridad. Son nuestros hermanos y hermanas, creados y amados por el Padre celestial.
- Esta Jornada tiene como objetivo, en primer lugar, estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Al mismo tiempo, la invitación está dirigida a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad.
- Es mi deseo que las comunidades cristianas, en la semana anterior a la Jornada Mundial de los Pobres, que este año será el 19 de noviembre, Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, se comprometan a organizar diversos momentos de encuentro y de amistad, de solidaridad y de ayuda concreta.
Podrán invitar a los pobres y a los voluntarios a participar juntos en la Eucaristía de ese domingo, de tal modo que se manifieste con más autenticidad la celebración de la Solemnidad de Cristo Rey del universo, el domingo siguiente.
En ese domingo, si en nuestro vecindario viven pobres que solicitan protección y ayuda, acerquémonos a ellos: será el momento propicio para encontrar al Dios que buscamos. De acuerdo con la enseñanza de la Escritura (cf. Gn 18, 3-5; Hb 13,2), sentémoslos a nuestra mesa como invitados de honor; podrán ser maestros que nos ayuden a vivir la fe de manera más coherente.
- El fundamento de las diversas iniciativas concretas que se llevarán a cabo durante esta Jornada será siempre la oración. No hay que olvidar que el Padre nuestro es la oración de los pobres. La petición del pan expresa la confianza en Dios sobre las necesidades básicas de nuestra vida. Todo lo que Jesús nos enseñó con esta oración manifiesta y recoge el grito de quien sufre a causa de la precariedad de la existencia y de la falta de lo necesario. El Padre nuestro es una oración que se dice en plural: el pan que se pide es «nuestro», y esto implica comunión, preocupación y responsabilidad común. En esta oración todos reconocemos la necesidad de superar cualquier forma de egoísmo para entrar en la alegría de la mutua aceptación.
- Pido a los hermanos obispos, a los sacerdotes, a los diáconos —que tienen por vocación la misión de ayudar a los pobres—, a las personas consagradas, a las asociaciones, a los movimientos y al amplio mundo del voluntariado que se comprometan para que con esta Jornada Mundial de los Pobres se establezca una tradición que sea una contribución concreta a la evangelización en el mundo contemporáneo.
Que esta nueva Jornada Mundial se convierta para nuestra conciencia creyente en un fuerte llamamiento, de modo que estemos cada vez más convencidos de que compartir con los pobres nos permite entender el Evangelio en su verdad más profunda. Los pobres no son un problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio.
(Vaticano, 13 de junio de 2017/ Memoria de San Antonio de Padua)
Para reflexionar y actuar
¿Cómo actuamos ante las personas que viven en pobreza?, ¿cuáles son nuestros hábitos de consumo?, ¿qué gestos podemos tener con los que más nos necesitan?
El Papa nos hace llamados muy sencillos por los cuales podemos empezar:
*Comparte con las personas que viven en pobreza cualquier acción de solidaridad.
*Invita a tu comunidad a organizar diversos momentos de encuentro y amistad, de solidaridad y de ayuda concreta.
*Invita a los pobres y a los voluntarios que los ayudan a participar juntos en la Eucaristía.
*Si en nuestro vecindario, colonia, unidad, fraccionamiento, viven pobres que necesitan protección y ayuda acerquémonos a ellos: será el momento propicio para encontrar al Dios que muchas veces buscamos.
*Sienta en tu mesa como invitados de honor a las personas que viven en pobreza.
*Hacer de la Jornada Mundial de los pobres una tradición de solidaridad y amor hacia las personas que viven en pobreza.
Pobreza en México
53 millones 418 mil 151 personas en pobreza
9.3 millones viven en pobreza extrema.
Veracruz, Tabasco, Campeche, Oaxaca y Chiapas son los estados donde se concentra más la pobreza.
(Cifras Del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL)
Para saber…
* El Papa Francisco estará directamente comprometido en la celebración de esta Jornada.
* Presidirá una misa el 19 de noviembre en la Basílica de San Pedro, junto a los pobres y voluntarios.
* Habrá una Vigilia de preparación el sábado 18 de noviembre en la Iglesia de San Lorenzo Extramuros