Les saludo con todo mi cariño y mi amor de padre y pastor. Hemos sido bendecidos por Dios en estos días de lluvia. Nos ha llovido muy bonito estos días y las tardes está refrescando. No cabe duda que la lluvia es un regalo de Dios que nos alegra y nos motiva a dar frutos. Que así como la lluvia empapa la tierra y brota luego el verde de las flores y de los campos y de los jardines, también la lluvia del amor de Dios que derrama cada día en nosotros empape nuestros corazones, empape nuestra vida, nuestra Iglesia, nuestra comunidad, para que demos frutos abundantes.
En ese sentido doy gracias a Dios y comparto con ustedes mi alegría porque la Iglesia es rica en frutos, rica en bendiciones, rica en misión, y con tanto carisma y virtud que la Iglesia en sus miembros nos da, es una manera de hacer presente el amor de Dios entre nosotros.
Este fin de semana, estos día tenemos varios momentos de felicidad, de dicha en nuestra Iglesia nacional, en nuestra Iglesia diocesana. Por una parte, a nivel episcopado, de lunes a viernes tendremos nuestra semana de formación permanente. Les comparto esto para que sepan que los obispos nos reunimos tres veces al año: dos reuniones, en abril y noviembre más de trabajo, más de planeación, más de cosas pastorales, de temáticas muy puntuales. Y la reunión del mes de septiembre es de formación permanente. Vienen especialistas y en este caso vendrán de Roma estudiosos, gente de trabajo de los tribunales de la Sagrada Rota Romana a instruírnos para aprender, para trabajar, para saber dirigir y conducir al pueblo de Dios.
Estaremos en Monterrey en un lugar muy hermosos que se llama El Refugio, un lugar anclado en plena Sierra y ahí vamos a estar con los obispos. Es un poquito de convivencia, un poquito de estudio, de formación, de deporte, de oración, es una semana, cinco días de mucha alegría. Les comparto esto para que oren por nosotros en estos días, que pidan por sus obispos que vamos a estar ahí. Aproximadamente cada año asistimos unos ochenta obispos, un buen número de asistentes y convivimos fraternalmente.
Por otra parte, otra riqueza ya a nivel Iglesia más local, no se les olvide que como Diócesis de Ciudad Juárez vamos a ser anfitriones de la reunión de obispos Tex-Mex, Texas- México.
Los obispos de la frontera de Texas y de México, la frontera norte, nos reunimos dos veces al año. Esta es la segunda reunión del año en donde la Diócesis de Ciudad Juárez vamos a recibir a los obispos que vendrán. Esperamos a un numero de entre doce y trece obispos, y aparte acompañantes de los obispos, algún sacerdote, alguien que los acompañe.
Nuestra reuniones normalmente van en la línea de los migrantes, es un tema común entre ambos lugares fronterizos de los obispos, la situación de los migrantes.
Como diócesis vecinas fronterizas debemos contribuir para ayudar y solidarizarnos con los migrantes, qué acciones hacemos para recibirlos cuando llegan allá, cuando los deportan a México, qué instituciones tenemos para recibirlos, como son las casas de migrantes que en cada una de las diócesis tenemos. Son asuntos relacionados con los migrantes fundamentalmente del respeto, la vida, del tránsito, de la solidaridad, de recibirlos, de acogerlos, de darles atención médica, alimenticia, hospedaje, vestido, incluso a veces también ayuda para tramitar documentos o casos jurídicos.
Les participo pues que ellos ya están entre nosotros en este día domingo y entonces nos alegramos en el Señor.
Y hoy domingo, a nivel Iglesia universal, tendremos la canonización de Madre Teresa de Calcuta. Eso algo muy hermoso, todos sabemos la riqueza de su testimonio de amor y de misericordia, de amor hacia los pobres, a los enfermos y su generosidad y cómo su obra se ha extendido en todo el mundo, inclusive aquí en México hay varias casas de su comunidad de religiosas que ya están establecidas entre nosotros.
Hoy domingo tendremos a una santa más entre nosotros, que sin duda alguna desde el cielo, la Madre Teresa de Calcuta estará intercediendo por nosotros y los obispos de Tex Mex. Hoy estaremos compartiendo la Eucaristía en una capilla que lleva el título de Teresa de Calcuta, Santa Teresa de Calcuta, en la parroquia San Martin Obispo, y eso es motivo de alegría, de gozo, de felicidad y de impulso para que nosotros, yo obispo, tú seglar, tú sacerdote, tú religiosa, tú hombre y mujer de buena voluntad, nos empeñemos todos hacia la santidad. ¿Cómo? obrando siempre las obras de misericordia, ser misericordiosos.
Ya nos quedan escasos dos o tres meses para culminar nuestro Año Extraordinario de la Misericordia. Todavía te invito a que te acerques a la reconciliación y acudas a los distintos lugares a donde está la Puerta de la Misericordia y ganes indulgencia para ti, o la puedes aplicar para tu ser querido vivo, o para un ser querido difunto, una ánima del purgatorio que a veces no nos acordamos de ellos y en fin, es una semana que estamos viviendo de alegría, de gozo, de felicidad, de entusiasmo y he querido participarles esta vivencia, esta riqueza de nuestra iglesia universal, nacional y local de Ciudad Juárez, que nos va impulsando a ser cada vez mejores.
Yo quiero invitarte a que renueves tu fe, renueves tu compromiso cristiano, renueves tu empeño de seguir a Cristo, de entregarte a Él, todos en comunión, pero siempre en el ejercicio de la caridad, en el ejercicio del amor, en el ejercicio de entrega a tus hermanos. Dios te bendiga, Dios te colme con la abundancia del amor.
Los invitamos a que siempre estén atentos a toda iniciativa diocesana para que participen y se integren como parte de nuestra familia en la Diócesis de Ciudad Juárez. La bendición de Dios todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu santo permanezca siempre con ustedes.