Hugo e Iveth se encomendaron a la Guadalupana por la sanación de su bebé, a quien habían diagnosticado una malformación cerebral. Su intercesión hizo el milagro…
Ana María Ibarra
Recibir la noticia de que su hija recién nacida tenía una malformación en el cerebro llenó a Iveth García de tristeza y angustia, sin embargo, su oración constante a la Virgen de Guadalupe hizo un milagro en la familia.
Agradecidos con la Guadalupana, Iveth y su esposo Hugo, bautizaron hace x años a su hija con el nombre de María de Guadalupe.
La historia
La alegría de haber dado a luz a una niña se vio opacada dos días después de su nacimiento, pues su hija fue diagnosticada con una malformación.
“Al segundo día de que nació, mi hija empezó a ahogarse mientras la amamanta. Su lengua se le pegó al paladar y no lograba tomar aire, sus ojos se pusieron en blanco y su carita se puso morada”, recordó Iveth.
En cuestión de segundos y desde su instinto de madre, Iveth metió su dedo a la boca de su hija para despegar la lengua de su paladar. En ese momento, compartió, la niña respiró y empezó a vomitar.
“Como madre primeriza me asusté, mi hermano estaba conmigo y cuando llegó mi mamá nos fuimos a urgencias. Llegamos al seguro y me dijeron que por los síntomas mi hija había convulsionado”, compartió Iveth.
Iveth compartió que no entendía el por qué su hija había convulsionado, pues no tenía temperatura ni daba signos de enfermedad.
“La pediatra que atendió a mi hija nos envió al hospital 35 del IMSS. Nos trasladaron en ambulancia. Al llegar, el médico que nos recibió le dijo a mi esposo que entrara él con la bebé para que le hicieran unos estudios. Mi esposo salió llorando, le dijeron que la niña sí había convulsionado y que se tenía que quedar internada para otros estudios”, narró Iveth.
El estudio, agregó la madre de familia, arrojó una malformación en el cerebro de la niña y ese fue el motivo de su convulsión.
Un mes de angustia
Después del diagnóstico, la familia González García tuvo que quedarse en el hospital para que a la pequeña le fuera administrado medicamento y realizar nuevamente otros estudios que indicaran la magnitud del daño cerebral.
“Estuvimos un mes en el hospital ya que no podían hacerle el estudio a mi hija hasta que maduraran sus pulmones, pues tenían que anestesiarla”, dijo Iveth
Ese tiempo para los padres fue de verdadera angustia. Tuvieron que rogar en el hospital para estar ambos con la bebé, pues aunque el parto fue normal, Iveth estaba aún resentida del alumbramiento. Y por otra parte, el pronóstico que le daban los médicos no era nada alentador. “Recuerdo a una pediatra que me decía que no llorara, que mejor le pidiera a Dios que se llevara a mi hija, porque si vivía sería una cruz muy grande, pero ¿cómo le iba a pedir eso a Dios?, mi hija fue una niña deseada, esperada, ¡al contrario!, no importó la malformación, siempre le pedí a Dios que me la dejara”.
El milagro
Cumplido un mes en el hospital, se programó a la pequeña para el estudio con un ayuno de cinco horas, lo que para la madre fue angustiante, pues su hija no dejaba de llorar. Finalmente el estudio fue cancelado.
Iveth recibió en el hospital una visita inesperada que la llenó de tranquilidad.
“Un día llegó a la habitación una enfermera que no había visto y empezó a hablarme de Dios. Sus palabras me dieron paz, me tranquilizó. Cuando le platiqué a mi mamá me dijo que había encomendado a mi hija a la Virgen de Guadalupe, que también yo lo hiciera. Se la encomendé y le prometí que le pondría su nombre si me hacía el milagro de que mi hija sanara”, comentó Iveth.
“Cuando llegó mi marido le dije que lo que le había prometido a la Virgen y él también le prometió a la Virgen que si sanaba a nuestra hija, dejaría de fumar”.
El día esperado llegó, y la niña, junto con su madre, fue trasladada en ambulancia a un hospital de especialidades para realizarle el estudio.
“En el camino mi hija se quedó dormida profundamente. El especialista que iba con nosotras me dijo que le pidiera a Dios que la niña siguiera dormida y sin moverse para hacerle el estudio sin anestesia”, compartió.
Iveth empezó a orar a la Virgen de Guadalupe y la niña entró al estudio dormida. En el proceso la niña no despertó.
“Cuando el especialista salió me dijo que la niña se encontraba bien, que no había ninguna malformación, que no entendía lo sucedido, ni tampoco encontraba otro motivo de la convulsión. Me entregó los resultados para que los entregara al pediatra”.
Agradecimiento
Cuando la niña salió del hospital, a los pocos días fue llevada a presentar ante la Virgen de Guadalupe en el templo de Catedral. Como agradecimiento, Iveth y Hugo llevaron una veladora y un ramo de flores. Poco después la niña fue bautizada con el nombre de María Guadalupe.
“Cuando estaba embarazada elegí el nombre de Iveth Esmeralda para mi hija. Ya grandecita, mi hija encontró un papel de regalo con ese nombre y le dije que ese iba a ser su nombre. Ella se enojó por no haberla registrado como Iveth Esmeralda, pues decía que muchas personas se llamaban Guadalupe”, recordó.
Pero Iveth le platicó a su hija la historia de su nombre, y desde ese momento la niña tomó otra actitud y hoy le gusta que le digan Lupita.
“Mucha gente duda que haya sido un milagro, pero para nosotros lo es, no encuentro otra explicación. Mi esposo, ha cumplido su promesa y hasta la fecha no ha fumado nada. Mi hija es mi milagro de vida. Tiene 11 años y tiene promedio de nueve en sus calificaciones después de que los médicos habían diagnosticado una malformación en su cerebro”, finalizó.