Ana María Ibarra
- Compartir lo que Dios nos da, es la motivación que el padre Armando Benavides encuentra en la donación de órganos después del fallecimiento de su padre, hace siete años, de quien se obtuvieron tejidos para ayudar a otras personas.
Donaron tejidos
Hace siete años, papá del sacerdote Armando Benavides, falleció de un infarto fulminante, en la ciudad de El Paso, Texas, y fue en un hospital donde se les pidió autorización para la procuración de tejidos.
“Como su muerte fue rápida algunos órganos podían estar para donarse. De hecho mi papá no tenía ninguna enfermedad crónica”, compartió el sacerdote.
Aunque reconoció que por una parte es difícil tomar esa decisión por tratarse de un ser querido, el sacerdote añadió que fue algo que le pareció interesante.
“Siente uno raro al saber que es el cuerpo de un ser querido, que aun sin vida representa a la persona y esperamos que con ese cuerpo sea resucitado, pero también recordamos el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo que entregó su cuerpo por nosotros”, dijo.
“Dentro de todo lo triste de la muerte existe esperanza al saber que algo de su ser puede dar vida, bienestar, salud a otra persona”, añadió al recordar que los tejidos donados de su padre fueron las corneas, algunos tejidos musculares y algo de piel.
“Se me hizo una manera interesante y cuando saqué mi licencia de manejar me preguntaron si quería ser donador de órganos y dije que sí”.
Si a la donación
El sacerdote señaló que, como cristianos, todos debemos aceptar la donación desde el principio de saber compartir de lo que Dios nos ha dado.
“Al contrario de hacernos daño, se hace un bien al saber que ese cuerpo humano puede dar vida a otras personas, que pueda recuperar la vista o recuperar la movilidad con la donación de musculo. Jesús nos enseña el poder compartir y entregar de lo que Él nos da”, dijo.
Y quiso aclarar algunas dudas que pueden surgir entre católicos en torno a la donación de órganos y la resurreción.
“Nuestro Señor nos enseña que resucitaremos con nuestro cuerpo, por eso el tenerle respeto a nuestro cuerpo, darle una sepultura digna, es el templo del espíritu. Cómo será (nos decía un profesor), no lo sabemos, no lo ha revelado nuestro Señor todavía. Él sabrá, Él tiene sus designios”.
Pero el padre Armando aseguró que se debe pensar en la donación de órganos como un compartir lo que Dios ha dado.
“Me hace pensar en Jesús con sus cicatrices de la entrega, del amor, que nos da la fe, y que también el cuerpo humano tiene sus propias cicatrices. Aceptemos ser donadores pensando incluso en el momento concreto de la muerte y que a veces tenemos a algún familiar que está en espera de recibir un órgano o un tejido para su salud”, finalizó.