Jesús de Nazareth es el nombre que este joven psicólogo recibió de su padre, quien, sin saber si era correcto o no llamarlo así, lo ofreció a Dios Padre y Dios Hijo en un acto de fe para pedir por su esposa al borde de la muerte. Hoy Jesús se dedica a animar a personas que han perdido el sentido de la vida.
Ana María Ibarra
Jesús de Nazareth González Reyes es un psicólogo clínico experto en el tema de suicidio. Originario de la Ciudad de México, el profesionista de tan peculiar nombre fue invitado por el Centro Familiar para la Integración y Crecimiento (CFIC) a compartir con jóvenes de Ciudad Juárez una conferencia sobre el valor de la vida.
En entrevista, luego de la conferencia, compartió con Presencia la historia de fe por la cual lleva ese nombre, mismo que en su adolescencia le causó ser objeto de bromas y burlas, pero que en la actualidad marca su ser y su quehacer.
Historia
El día de su nacimiento, su madre no pudo tenerlo en sus brazos, pues el parto se complicó y cayó en estado de coma.
Mientras su padre esperaba y en su preocupación, salió del hospital y cruzó la calle para entrar a un templo que ahí se encontraba.
“En un acto de fe, frente a la imagen de Jesús de Nazareth, y sin saber si era correcto o no, mi padre le prometió que yo llevaría su nombre si nos concedía a mí y a mi madre salud”, compartió Jesús.
Cuando el padre de Jesús regresó al hospital le informaron lo sucedido y le dijeron que él sería el primero en conocer a su hijo.
“Gracias a esa historia tan bonita es que mi madre está viva, mi padre está vivo y también estoy vivo, con una serie de experiencias importantes a nivel salud y demás, pero gracias a ello es que llevo el nombre de Jesús de Nazareth González Reyes”, dijo emocionado.
Jesús compartió que al inicio fue complicado llevar el nombre de Jesús de Nazareth pues en la secundaria padeció burlas.
“En ese momento asumí las bromas como eso, sin que me afectara más allá. Hoy muchos jóvenes maximizan una broma y les afecta de tal forma que desafortunadamente piensan en no ir a la escuela o tomar decisiones complicadas en la vida”, lamentó.
Por otra parte, agregó, llevar el nombre de Jesús de Nazareth tiene una carga muy fuerte y una responsabilidad muy grande, pues la gente lo ubica fácilmente por lo que hace o deja de hacer.
“Me dedico a apoyar y acompañar a personas en procesos terminales, doy conferencias, comparto con jóvenes, adultos y adultos mayores que vale la pena vivir y que la vida tiene un sentido importante. Eso se debe a mi formación y a lo que hago, pero también gracias a Dios y a mi nombre”, afirmó.
Dios lo sanó de cáncer
Jesús cuenta que cuando tenía 17 años inexplicablemente empezó a bajar de peso de manera tan impresionante, que llegó a pesar 34 kilos. Sus padres lo llevaron a diferentes hospitales, públicos y privados, y muchos médicos dijeron que quería llamar la atención, sin embargo, después de tanto buscar, un médico oncólogo le diagnosticó cáncer de páncreas.
“La ciencia dice que este tipo de cáncer es el más complejo, con menos probabilidad de vida. Me tenían que hacer una cirugía para quitar el bazo, un pedazo de estómago, de intestino y el área dañada del páncreas. Tenía cinco por ciento de probabilidades de vida”, compartió.
Reconoció que en un principio se sintió enojado con Dios y pasaba noches enteras llorando sin que sus padres lo vieran, aunque sabía que ellos lo hacían también.
“Me dolía mucho ver a mi madre sufrir por mí. En ese momento creía que yo era el responsable, hoy sé perfectamente que no”, dijo.
El entrevistado agregó que un día decidió pedir a su mente curar el cáncer, aunque en realidad se lo pedía a Dios.
“Hice un ejercicio de meditación y me reconcilié con Dios. Todos los días dedicaba una hora para hablar con Dios, bajo mi forma y mi estilo, de una forma muy respetuosa pero como con un amigo”, resaltó.
Jesús fue sometido a una biopsia abierta para descubrir que tiempo de cáncer era el que padecía, por lo que le hicieron una abertura en el abdomen 33 centímetros.
“Salí del quirófano y a los doce días nos dieron los resultados. El médico habló a otros médicos y uno de ellos me dijo que todo era una infección, que no era cáncer, que era una tuberculosis ganglionear y que con tratamiento en tres meses estaría sanado”.
Como profesional de la salud, Jesús se arriesgó a afirmar que existen situaciones que no tienen explicación.
“Hoy creo que las cuestiones divinas pueden librarte y darte la oportunidad de seguir vivo como me pasó a mí”, resaltó.
Jesús de Nazareth, a su lado
Hace dos años Jesús fue sometido a dos cirugías por obstrucción intestinal, con riesgo a una colostomía.
“En la primera cirugía me desataron el nudo del intestino, reaccioné muy mal y me intervinieron una segunda vez. Me quitaron el apéndice y un metro de intestino”, compartió.
Por lo delicado de la cirugía, Jesús sería llevado a terapia intensiva, pero no fue así.
“En el área de recuperación le pedí a Jesús de Nazareth que si era su voluntad que no siguiera vivo lo aceptaba, pero que diera a mis padres y a mi hermano lo necesario para que aceptaran mi muerte”.
Jesús afirma convencido que en ese momento, nítidamente apareció la imagen de Jesús de Nazareth y segundos después la enfermera le anunció que sería llevado a piso y no a terapia intensiva.
“El medico habló con nosotros y dijo que si no se unía el intestino había riesgo de una tercera cirugía y una colostomía, pero que dependía de mi cuerpo, por lo que empecé hablar con Dios”.
En esos tres días de plazo, durante las noches Jesús experimentó algo divino.
“Fueron tres noches en que sentía y veía las manos de Jesús de Nazareth uniendo ese intestino para que no se despegara. A los tres días, dejé de vivenciar eso, y el doctor me dijo que no había necesidad de otra cirugía”, compartió.
Una fe fortalecida y un trabajo de bendición
Aunque Jesús reconoció que tuvo momentos en que le costó trabajo creer en Dios, con todo lo que ha pasado hoy afirma categórico que Dios existe.
“Dios me confronta con situaciones muy complejas para fortalecer mi fe. Esas experiencias me han marcado, me han hecho que creer más en Dios, en Jesús de Nazareth que vive en mí, que está en mi mente y en mi corazón, que a diario me acompaña. Cada día, en lo que hago, me pongo en sus manos y hago lo que sé, siempre de la mano de Él”, afirmó.
Jesús agregó que gracias a Jesús de Nazareth actualmente vive con honestidad, con amor y con la convicción de hacer todo con amor y pasión.
“Este amor a la vida, lo que soy aquí y ahora, es gracias a mis experiencias de vida, a mis enfermedades, a mis tristezas, a mis momentos difíciles y a saber que aunque haya situaciones muy complejas, siempre hay una razón por la cual estar y vivir. Soy quien soy porque Dios ha hecho que sea así”.
Y agregó: “Tengo una hija de 8 meses y estoy consciente de que va a tener un mundo complejo pero también va a tener todos los elementos para tomar las mejores decisiones”.
Su trabajo
Jesús de Nazareth es Psicólogo clínico, tiene una maestría en psico-oncología y apoya a enfermos con cáncer, lupus, VIH, diabetes, desde las etapas de pre-diagnoóstico, diagnóstico y fases terminales.
“Estudio un doctorado y me dedico a la consulta privada. Esto que Jesús de Nazareth hacía hace miles de años, hoy lo hago desde otro lugar, y lo digo con los pies en la tierra, jamás con el afán de compararme con Él, pero creo que mi nombre se complementa con lo que hago”, explicó.
Y para finalizar dijo: “Me dedico a compartir con jóvenes y en cada lugar que me paro a llevar el mensaje de que vale la pena vivir, que nos merecemos ser felices y cosas bonitas y por eso hay que trabajar”, finalizó.