Mons. J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Muy buen domingo tengan todos ustedes. Les saludo con afecto, con mucho amor de padre y pastor. Para mí es un privilegio dirigirme a ustedes y transmitirles un mensaje en torno a la Palabra de Dios que este domingo ha sido proclamada y que siempre nos deja un mensaje de vida para nosotros como hombres y mujeres de fe.
Este es el domingo 21 del tiempo ordinario. La pregunta central sobre todo del evangelio es ¿quién es Jesús? ¿quién es Jesús para ti, para la gente? Así nos plantea esta pregunta el mismo Cristo en el evangelio de San Mateo. Llega a la región de Cesárea de Filipo y haciendo milagros, predicando a la gente, conviviendo con todos ya en corto, yo lo vislumbro así, en corto, en privado, platicando de cerca con sus discípulos.
Primero les pregunta ¿quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? y hoy también nosotros podemos preguntarnos, hoy Jesús nos pregunta a nosotros, a ti y a mí, ¿qué dice la gente acerca de Jesús? y encontraremos un sinfín de respuestas, como los mismos discípulos dijeron, que eres Elías, que eres Jeremías, que eres un profeta, mil opiniones.
Sin duda alguna hoy habrá muchas opiniones acerca de Jesús, pero aquí lo importante es la siguiente pregunta que Jesús hace a sus discípulos y que hoy te hace a ti y a mí: ¿quién dices que soy yo? Pero ustedes, mis discípulos, los apóstoles los que me ven a diario, los que viven conmigo ¿quién dicen que soy yo?
La pregunta de Jesús
Hoy Jesús te hace esta misma pregunta, y no quiere respuestas vagas, no quiere respuestas doctrinales, no quiere respuestas de compromiso, porque pudiéramos dar respuestas teológicas o respuestas elaboradas o de memoria, lo que aprendí en el Catecismo, lo que otros dicen, lo que otros opinan. ¡No!, lo que tú sientes, lo que tú crees, lo que realmente Jesús significa para ti, una respuesta personal, viva, vivencial. Esto implica un conocimiento de Jesús, qué tanto conozco a Jesús para responderle como Él espera. Necesito conocerlo, conocer a Jesús ¿qué tanto conozco a Jesús? ¿qué tanto me acerco a Él? ¿qué tanto intimo con Él? ¿qué tanto confío en Él? ¿lo escucho? ¿oro con Él, delante de él? ¿medito la Palabra, la Buena Nueva? ¿siento su presencia, sus palabras, su corazón, sus manos que me tocan? ¿tengo esa experiencia de encuentro diario con Jesús, de intimidad, de conocimiento, de fe, de amor profundo? para poder dar una respuesta que sí parecería también como una fórmula.
Responde Simón Pedro, tú eres el Mesías; el Hijo de Dios vivo. Parecería una respuesta también como una fórmula, como algo teórico. Sin embargo, en el contexto del evangelio, esta respuesta es la expresión de fe no sólo de Pedro, sino de la comunidad cristiana. Decir de Jesús ¨tú eres el Mesías¨ todo lo que implica: ¨tú eres el Salvador, tú eres mi rey, tú has dado la vida por mí, me has salvado, te entregaste por mí en la cruz. Eres el hijo de Dios vivo, el hijo de Dios que vives conmigo.
No quedarnos callados
Es importante dar una respuesta, no quedarnos callados. Hoy Jesús nos pregunta ¿ y tú quién dices que soy yo? Que deveras, como Pedro, nuestra respuesta sea firme, valiente, una experiencia de encuentro con una persona, el hijo de Dios. Tú eres el Hijo de Dios vivo. Pero también desea respuesta, viene un compromiso, un testimonio. Decir Tú eres el Mesías, tú eres el Hijo de Dios implica una coherencia en nuestra vida. Vamos a decirles que Jesús es el Mesías, el hijo de Dios, sí, con la Palabra, pero también con el ejemplo, con el testimonio, con el compromiso de vida. Vamos a decirle a Jesús amando, sirviendo, perdonando. Vamos a decirle a Jesús tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo, saliendo a predicar el evangelio, llevando la Buena Nueva, consolar a los tristes, sanar a los enfermos, vestir al desnudo, visitar a los presos, ir a los alejados, ayudar al que necesite. Va más allá de una fórmula decir: creo que tú eres el hijo de Dios. Como ya dice en otro pasaje el apóstol Santiago mi fe dicha de esta manera: tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, va acompañada de mis obras, de mi amor a ti. Y el amor a mi prójimo. Jesús dice a Pedro, y hoy nos dice a nosotros: ¨dichoso tu Simón, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos. La fe es un don, el conocimiento de Dios es un don del mismo Dios. Pidamos a Dios que derrame su espíritu para que tengamos ese conocimiento, para conocer más a Jesús, amarte y seguirte. necesito tu gracia padre ilumíname padre dame tu luz tu gracia para escucharte seguir a tu hijo hacerle caso confesar mi fe y dar testimonio de esa fe porque una vez que uno confiesa una fe como Simón Pedro Jesús, Dios nos da una misión como cristiano. Una vez que tú le dices ¨Jesús, tú eres mi Dios, mi amigo, mi salvador, el hijo de Dios vivo, nos da una misión: ve y ama, ve y sé un buen padre de familia, ve y sé un buen obispo, un buen sacerdote. Sé un buen cristiano, te doy las llaves, es decir, te doy mi palabra, yo estoy contigo, haz el bien, ayuda a los demás.
Petición
Pidamos a Dios, por medio de nuestra Madre Santísima, nos ayude y fortalezca. Y respondamos con el salmo responsorial: Señor, tu amor perdura eternamente. Así debe ser mi confesión de fe y debe ser permanente en mí, en mis hermanos, en todos.
Les abrazo con mucho amor de padre y pastor y les doy la bendición de Dios Padre Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo permanezca siempre con ustedes. Buen domingo y buena semana a todos.