Debido a nuevas políticas de autoridades migratorias en EU, se incrementó el flujo de migrantes centroamericanos por Ciudad Juárez
Ana María Ibarra
A causa de la situación de delincuencia y violencia que atraviesan países de Centroamérica, cientos de familias, principalmente de Guatemala, han llegado a esta frontera con la intención de solicitar asilo político en Estados Unidos y cruzar a ese país.
Ante este nuevo reto, la Iglesia diocesana, a través de la Casa del Migrante y la Pastoral de Movilidad Humana, responde desde hace unas semanas hospedando a las familias que así lo desean y asistiéndoles en las necesidades más básicas.
Aumenta movilidad
Sorprendidos por el aumento de la movilidad de centroamericanos, la Casa del Migrante atiende a estas familias luego del llamado que hicieron las autoridades migratorias de Estados Unidos.
“Hace unas tres semanas nos hablaron para solicitar ayuda para esta gente. Al llegar al Puente Santa Fe efectivamente nos dimos cuenta de la situación”, compartió el padre Javier.
El sacerdote explicó que aunque en la casa siempre hay movimiento, las últimas semanas ha aumentado, primero con la llegada de africanos y haitianos, y ahora con los hermanos centroamericanos.
“Vamos toda la semana al Puente Santa Fe desde las siete de la mañana para ver en qué les podemos ayudar, ya sea con comida o traslado a quienes lo deseen. De alguna manera tenemos que responder”, afirmó el padre Calvillo.
El director de Casa del Migrante compartió que el paso de familias de Centroamérica estaba presente de forma aislada, pero ahora se ha visto una gran movilidad desde aquella zona.
“En este momento ha aumentado porque en el puente están citando treinta personas por día solicitando asilo político. Entre ellos se van comunicando y es como se viene este movimiento que ahí estaba, pero ahora es más visible”, señaló el padre Javier.
Un reto para Juárez
En las últimas tres semanas, la Casa del Migrante ha atendido a más de 70 familias, aunque en el puente diariamente hay hasta 120 familias esperando la oportunidad de cruzar. No todas desean ir a la Casa del migrante para no perder su lugar.
“El reto para Juárez es responder ahora. La Casa del Migrante ha ofrecido apoyo pero es limitado. Por el clima la gente viene enferma, especialmente los niños, hay varios bebés. Llegan con frio, hambre, poca ropa, desnutrición. Aquí les ofrecemos comida, ropa, médico, lo más básico”, dijo el director.
Aunque la situación no es conocida por toda la comunidad, el sacerdote dijo que varias personas de Juárez y El Paso, escuelas de distintos niveles y medios de comunicación han aportado algo de apoyo.
Ser solidarios
Pero aún hay necesidad de apoyo, especialmente para niños y bebés de meses, hasta siete años, principalmente se requiere ropa interior, calcetines y ropa de invierno.
“Estamos viviendo un momento muy especial de migración. Esto nos está ayudando para que, en dado caso, ojalá que no, se vinieran las deportaciones con el presidente Trump, ir viendo la logística”, dijo.
Añadió que la Casa del Migrante puede atender a quinientas personas apoyándose con la Casa de Ejercicios y, en de ser necesario, abrir los templos.
“Dios va poniendo estas situaciones para que, como Iglesia, vayamos analizando y estemos listos. Viene un tiempo especial, la Navidad, tiempo de compartir con los que menos tienen, es una buena oportunidad para acoger y tender la mano a esta gente”, finalizó.
Cruzar México es un infierno: migrantes
Acompañado de sus dos hijos de 17 y 19 años de edad, Carlos salió de Guatemala hace 20 días con la esperanza de cruzar a Estados Unidos ya que su país sufre tiempo de violencia y pandillas.
Sin embargo, en su trayecto por México incluso fueron asaltados por autoridades.
“Está difícil todo. Cruzar México es un infierno, sufrimos todo el camino desde viajar treinta horas en furgones encerrados, sin comer. La PGR nos quitó hasta el último centavo y ahora es difícil pasar Estados Unidos”, compartió Carlos.
El hombre dijo que llegó a esta frontera motivado por otros paisanos que les informaron que el gobierno estadounidense estaba dando la oportunidad de entrar al país como refugiados a quienes estuvieran acompañados de menores, pero hasta el momento no han logrado ni siquiera entrar a las oficinas de migración en el Puente Santa Fe.
“Muchos paisanos, también de Honduras y El Salvador han logrado pasar, gracias a Dios, pero nosotros no. Antes Estados Unidos tenía gran cuidado con los menores, no permitían que se maltrataran, pero ahora no les interesa que estén sufriendo frío”, dijo Carlos.
Busca trabajo
Dijo que le gustaría tener información sobre las posibilidades de cruzar o no, y que se pueda dar un aviso general, para que ya no salgan más paisanos de su país.
“Vivimos un calvario esperanzados a cruzar, niños mueren en el camino, no somos delincuentes, somos personas que sabemos trabajar. Nos sentimos abandonados, no hay quien abogue por nosotros, somos hijos de Dios, somos hispanos”, expresó Carlos.
Agradecido con Dios por el apoyo recibido en la Casa del Migrante, Carlos desea que durante su estancia en Juárez alguien les pueda ofrecer trabajo.
“Si entre la hermandad católica alguien necesita una persona para un trabajo y si este albergue lo permite, quisiera salir a ganar unos pesos en vez de estar aquí generando más gastos. Estar sin hacer nada es incómodo. Queremos ganar algo porque nuestra familia está en situaciones muy críticas en Guatemala. Ya estamos aquí y tenemos que seguir adelante”, finalizó.
Familia separada
El pasado 9 de octubre Diana, su esposo y sus tres hijos, emprendieron el camino a Estados Unidos. En México fueron asaltados y separados.
Diana llegó a Ciudad Juárez con dos de sus tres hijos, de 9 y 7 años, mientras que su esposo y su pequeña de un año de edad, aparentemente ya se encuentran en Estados Unidos.
“Venimos con el sueño de llegar a Estados Unidos. En nuestro país hay mucha pobreza y delincuencia. Nos cruzaron en trocas, apretados, con los niños sufriendo, pasando hambre, frío a veces calor. En serio que Dios no nos abandona”, expresó Diana.
Angustiada porque uno de sus hijos padece asma y el medicamento pronto se terminará, Diana conserva la esperanza de cruzar al lado americano aunque han hecho tres intentos y ni siquiera los han recibido, sin embargo en la Casa del Migrante se siente segura.
“Los del grupo BETA nos trajeron a la Casa del Migrante, nos han dado buenos tratos, tenemos donde dormir, tenemos comida, nos sentimos bien aquí. Estoy tranquila de saber que mi esposo y mi nena están bien, pero me siento triste porque no estamos juntos. Sigo luchando para que me reciban en migración y poder cruzar a Estados Unidos”.
Padece con el migrante
Rosa María Parra labora en el área de recepción de la Casa del Migrante y desde hace unas semanas junto con sus compañeras, sale diariamente a las 7:30 de la mañana rumbo al Puente Santa Fe en busca de centroamericanos a quienes ofrecerles asistencia.
“Me da mucha triste su situación, ellos piensan que tienen asegurado el cruce, pero esto es un proceso, no se sabe si en realidad los van a dejar vivir en Estados Unidos o los van a repatriar. Vienen muchos niños con sus papás. Es muy triste saber que no han comido y verlos sufrir por el clima”, compartió Rosa.
Aunque la mayoría de las familias se encuentran temerosas, algunas aceptan ir a la Casa del Migrante por lo que se requiere de ropa de invierno para todas las edades.
“Invito a la comunidad a que se solidarice. Mucha gente está ajena de esta situación que se vino un aumento y hay que ayudarlos aunque no sean de nuestro país son nuestros hermanos”, invitó Rosa.