Presentamos testimonios de la huella que ha dejado y sigue dejando el sacerdocio en nuestra diócesis, que en su 60 aniversario recibió el regalo de seis nuevos presbíteros.
Ana María Ibarra
El padre Jorge Gustavo Fong es uno de los sacerdotes que han dejado honda huella en la Diócesis de Ciudad Juárez, tanto en el tema de la evangelización como en la acción social, pues impulsó la democracia no sólo en la ciudad, sino en el Estado.
Así lo compartieron algunos sacerdotes y un laico, a quienes la cercanía con el padre Fong los llevó a dar una respuesta al Señor en su llamado a una vocación concreta.
Comprometido y metódico
Siendo niño, el ahora sacerdote Alejandro Martínez, tuvo su primer contacto con el padre Fong cuando éste llegó como primer párroco de Mater Dolorosa, comunidad en la que recibió del sacerdote su primera Comunión, cuando tenía 11 años de edad
“Lo que más me llamó la atención fue su forma de trabajar con la gente, su forma de hacer pastoral. Era un sacerdote muy comprometido, muy entregado y metódico. Fue alguien que supo trabajar muy bien con las personas, era un formador de líderes”, compartió el padre Alejandro.
Aunque, según palabras del padre Alejandro, el padre Fong siempre fue exigente y duro en su trabajo pastoral, también tenía muy buen humor, gustaba de hacer bromas a la gente y así se daba a querer.
El testimonio y liderazgo del padre Fong fueron aspectos importantes que influyeron en la vida del padre Alejandro, para que considerara la posibilidad de ser sacerdote.
“El padre Fong nunca me presionó a que ingresara al Seminario, sólo me pasó una invitación para las jornadas vocaciones”, recordó el padre Alejandro.
Reconoció que el padre Fong dejó una gran huella en su vida, puesto que con frecuencia recuerda su manera de trabajar, sus enseñanzas y algunas palabras que decía.
“Hay aspectos de mi sacerdocio que consciente o inconcientemente las aprendí de él. Sigue siendo un modelo importante en mi sacerdocio. Haberlo conocido fue algo muy importante. Saber que tuve un trato cercano con él me hace sentir orgulloso”, expresó.
Formador y misionero
A sus 16 años, el padre Mario Manríquez conoció al padre Fong como párroco de La Sagrada Familia, que atendía el sector de Padrera Dorada, antes de erigirse la parroquia Nuestra Señora de la Paz.
“El padre Fong inició una misión en Pradera Dorada y visitaron a mi familia. Fue algo muy especial porque nos juntamos todos los hijos y cuando llegaron, se asombraron porque éramos 12 hermanos, papá y mamá. Les dio mucho gusto que los recibiéramos todos”, recordó el padre Mario.
Fue en un retiro de evangelización de jóvenes, con el modelo del SINE, donde el padre Mario tuvo un encuentro más cercano con el padre Fong y se confesó con él. Luego del retiro, se integró a la comunidad.
Lo invitó al Seminario
“En la celebración eucarística era capaz de transmitir paz, esperanza y fe a los que asistíamos a misa con él. Fue algo que fortaleció e iluminó mí vocación. La catequesis se fue consolidando, hasta el día en que tuve la necesidad de discernir lo que Dios quería”, compartió el padre Manríquez.
El testimonio e invitación del padre Fong, añadió el padre Mario, fue determinante para optar al sacerdocio y para escuchar el llamado de Dios.
“La primera vez que me preguntó si quería ser sacerdote le dije que no, pero todo fue cuestión de madurar, de discernir para decirle que sí, no al padre Fong, sino a Dios”, reconoció el entrevistado.
Recordarlo para aportar
Ya como sacerdote, el padre Mario compartió con el padre Fong en el decanato.
“A él le gustaba formar laicos, líderes que transformaran la sociedad. El padre Fong hacía una labor muy importante porque formaba a los laicos delegándoles liderazgo”, recordó.
Convencido de que todo ser humano es una síntesis de lo que ha vivido, el padre Mario reconoció que el padre Fong aportó mucho a su sacerdocio.
“Lo repito en varias cosas que hago, en alguna Eucaristía. Aprende uno de lo que vive, más de la gente buena y ejemplar como el padre Fong”, afirmó el padre Mario.
Y concluyó diciendo: “Debe ser recordado por su testimonio, por su entrega, por su amor que mostró a Ciudad Juárez, por ese impulso democrático, no solo en la ciudad sino en el Estado. Las nuevas generaciones de sacerdotes tendrán mucho que aportar al recordar el ejemplo de este gran sacerdote”.
Un gran hombre de Dios
El padre Jorge Gustavo Fong es recordado también por muchos laicos que, gracias a él, iniciaron su proceso de evangelización y hoy siguen activos en la misión de ganar almas para Dios. Uno de ellos es el doctor José Ruíz, quien fundó el movimiento Laicos en Misión Permanente, dedicado a la evangelización en distintas parroquias.
“Conocí al padre Fong porque fue el enlace del primer retiro de evangelización que hubo en Juárez en octubre de 1980. Puedo decir que (en ese retiro) hubo una conversión sacerdotal y una conversión pastoral de toda su parroquia La Sagrada Familia. Ahí empezó un proceso de evangelización maravilloso”, compartió el doctor Ruíz.
De hecho, de ese retiro salieron grandes líderes laicos e incluso líderes políticos que fueron importantes para la ciudad.
Reconocía dones
El entrevistado recuerda que desde que vino a Ciudad Juárez para trabajar, el padre Fong le pidió integrarse a la evangelización permanentemente, pero él puso muchas escusas.
“Le dije no podía, primero por el trabajo, luego porque mi hijo estaba pequeño. Me dijo que si mi hijo me estorbaba para la evangelización, iba a pedir a Dios que me lo quitara, lo que me sacudió”, recordó.
Don Pepe Ruiz, como es conocido en la diócesis, reconoció que el padre Fong vio en él el carisma para la evangelización, por lo que después de discernir junto con su esposa aceptó, y desde entonces se dedica a ese ministerio.
“Fue un gran evangelizador, su tema preferido fue el Señorío de Jesús. Hablaba de cómo teníamos que entregarnos a Jesús y darle todo. Una anécdota que recuerdo es que el padre usaba peluquín. Un día se lo quitó y dijo “Dios me ama como soy” y desde ahí dejo de usarlo”, compartió el entrevistado.
“Fue una gran bendición trabajar con él. Gracias a él muchos laicos líderes estamos en la evangelización. Fue un pilar en mi fe, un trabajador incansable”, añadió entre lágrimas quien agradece haber podido despedirse del sacerdote en su lecho de muerte.