Al celebrarse hoy la Jornada Mundial de oración por las vocaciones y el Día del Seminario, el coordinador de la Pastoral Vocacional habla a Presencia sobre la crisis en vocaciones que se registra hoy en el mundo y en Juárez… y cómo se debe enfrentar…
Presencia
Este domingo 21 de abril se celebra la Fiesta del Buen Pastor, en la cual se conmemora el Día del Seminario, y a la vez, a nivel mundial, la Jornada Mundial de oración por las vocaciones, que cada año invita al pueblo a a considerar el precioso don de la llamada que el Señor dirige a cada uno, “para encarnar la belleza del Evangelio en los diversos estados de vida”.
Este año la Jornada se celebra bajo el «Hágase tu voluntad. Todos discípulos, todos misioneros”, y tiene cierto tono de preocupación ante la disminución que se ha registrado en el número de personas que responden adecuadamente al llamado vocacional, ya sea para la Vida Consagrada, o incluso para el matrimonio.
Algunos datos
Datos recientes sobre vocaciones en México y específicamente en Ciudad Juárez, señalan esta reducción en las vocaciones al sacerdocio, por ejemplo.
El Seminario local, por ejemplo, recibió este año a 71 seminaristas, en comparación con los 89 del período anterior.
Otros datos del Seminario Conciliar indican que el número de seminaristas que concluye su formación de teología (última etapa de formación para el sacerdocio), se ha mantenido más o menos estable entre el periodo 2014-2015 al 2022-2023, con entre 5 y 6 seminaristas que concluyeron estudios.
Pero en 2021 registró una disminución, con solamente dos seminaristas que concluyeron su formación para el sacerdocio. Las cifras del 2023 aún no están disponibles.
Por otra parte, un estudio publicado en la agencia Info vaticana, señala que “mientras que las ordenaciones sacerdotales diocesanas están aumentando en algunas partes del mundo, también están disminuyendo rápidamente en algunos países tradicionalmente católicos”.
Igualmente indica que el número de sacerdotes en todo el mundo se mantiene estable, sin embargo, la población católica está creciendo, lo que sugiere una necesidad de más sacerdotes.
Entrevista
Ante el panorama, el padre David Hernández Martínez, coordinador diocesano de la Dimensión de Pastoral Vocacional respondió algunas preguntas sobre la importancia de orar por las vocaciones.
Aquí la entrevista.
- ¿Por qué es necesario orar por las vocaciones?
Uno de los mandatos de Jesús a su Iglesia es el de: “Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha” (Lc. 10,2). En gran medida lo hemos realizado, pues muchos son los testimonios de santos y santas que animaron a rezar o que ellos mismos rezaron por las vocaciones a la vida religiosa o sacerdotal, pero también a la vida matrimonial.
Con esta llamada del Señor a orar por las vocaciones, el papa san Pablo VI instituyó en 1964, durante el Concilio Ecuménico Vaticano II, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. En esta ocasión, el papa Francisco nos pide dedicar esta jornada a la oración para invocar del Padre, en particular, el don de vocaciones santas para la edificación de su Reino.
Y es que estando en el Año de la oración, debemos enseñar a todos a escuchar más a Dios, incluso más que las palabras que podamos dirigirle en las oraciones, pues el Señor habla a nuestro corazón y quiere encontrarlo disponible, sincero y generoso. Su Palabra se ha hecho carne en Jesucristo, que nos revela y nos comunica plenamente la voluntad del Padre.
No obstante, aun y cuando Dios nos revela su voluntad, existen tantos hombres y mujeres que no encuentran rumbo ni sentido a su vida y se sienten atrapados en un callejón sin salida porque no saben cuál es su vocación.
- ¿Existe una crisis de vocaciones en el mundo?
Sí, vivimos una crisis de vocaciones en el mundo desde 2012, pero no porque Dios se haya cansado de llamar, sino porque los que se sienten llamados no han sabido cómo responderle, poco han aprendido del cómo abandonarse a esa Voz eterna que los llama a entregarse por entero a la vocación sacerdotal, religiosa o matrimonial. Sin embargo, también la calidad del acompañamiento, las dinámicas, estructuras y ritmos han tenido que ir evolucionando para responder con mayor integralidad a la realidad de los jóvenes que buscan responder a Dios.
La crisis vocacional es una realidad que no debemos temer ni esconder, sino más bien afrontarla como un desafío y como un proceso de discernimiento que nos debe interpelar a todos e involucrarnos a todos.
- ¿Cuál es la situación en la diócesis en torno a este asunto?
Quisiera hacer aquí una breve aclaración. Cuando hablamos de vocaciones a secas, debemos entender que son todas las vocaciones específicas en su conjunto (ministerio ordenado, vida consagrada y matrimonio), las cuales están todas llamadas por Dios a la santidad: «Sean santos como su Padre celestial es santo» (Mt 5, 48). Mientras que las vocaciones específicas (ya mencionadas) son aquellas que tienen una distinción entre sí por su naturaleza y misión.
En la diócesis estamos viviendo la crisis de las vocaciones, pues, aunque hay jóvenes que desean ingresar al Seminario, a la vida religiosa y perseverar en la vida matrimonial, existen muchos factores que los detienen o los desaniman, tales como el miedo, las inseguridades, la incertidumbre, la misma familia, el estilo de vida, la sociedad, la cultura, falta de crecimiento en la vida espiritual, docilidad, etc. En el caso particular de nuestro Seminario, ha venido descendido poco a poco, pero Dios no desprovee a su pueblo de vocaciones a la vida sacerdotal.
En lo personal, no veo un panorama fatalista, pero sí desafiante. Es una realidad que nos grita que necesita urgentemente a Cristo, y esto lo sé porque escucho a los jóvenes, me doy a la tarea de conocer sus inquietudes. Es preciso cambiar algunas formas, procesos y estructuras para que respondan al contexto cultural que Juárez vive día con día. Por eso yo veo un panorama en donde el Espíritu nos lleva a discernir qué estamos haciendo como Iglesia, no solo para el porvenir de las vocaciones del mañana, sino para las vocaciones del ahora.
- ¿Cuáles son las posibles consecuencias de una reducción en el número de vocaciones que se concretan para el servicio de la Iglesia?
Muchas son las causas de esta crisis, es una realidad compleja que vamos desenmarañando lo mejor que podemos, desde la Pastoral Vocacional Nacional, encontramos como causas sociales la violencia y el crimen organizado, la cultura de sensaciones, la falta de fe, la visión de la vida como espectáculo, el hedonismo, individualismo, familias disgregadas, las diversas ideologías de género, económicas, etc. También hacia dentro de la Iglesia hay situaciones que merman las vocaciones tales como la mundanización espiritual, los abusos de poder, la poca oración, el desánimo, etcétera. Y de todo esto estamos llamados a convertirnos siempre.
Por ello, las consecuencias de una baja considerable de vocaciones serían terribles, no solo para la Iglesia sino para todo el mundo. Tan solo imaginemos un escenario llevado hasta las últimas consecuencias de esta crisis.
Por ejemplo, en el caso de que no hubiera matrimonios católicos, no habría familias sólidas y cristianas, no habría una buena transmisión de la fe a los hijos (o en algunos casos ni hijos habría), por tanto no habría ninguna vocación, se acabarían los movimientos y matrimoniales.
En el caso de la vida consagrada, peligran las obras de caridad que son dirigidas por ellas, su carisma particular y misión que conforman un valioso tesoro para la Iglesia y que enriquecen los diversos contextos culturales con tan variadas expresiones de apostolado. Muchos favoritos de Jesús (enfermos, pobres, ancianos, huérfanos, niños…) quedarían a la deriva, a su suerte.
En el caso del ministerio ordenado, ya lo decía bien san Juan María Vianney: “Si desapareciesen los sacerdotes, no tendríamos al Señor (…) Dejen una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias, porque el sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para los demás».
- ¿Cómo trabaja la Pastoral Vocacional en la promoción de vocaciones?
La Dimensión Diocesana de Pastoral Vocacional tiene como objetivo promover, formar y acompañar las diversas vocaciones a través de agentes, acciones y estructuras, creando una cultura vocacional y contribuir a la construcción de una Iglesia más dócil al llamado del Señor.
Estamos seccionados en 3 equipos, cada uno con su coordinador, animados por su servidor el promotor vocacional diocesano: PV Laicos, PV Vida Religiosa y PV Seminario.
PV Laicos, que son matrimonios y solteros servidores activos, buscan Promover, formar y acompañar las diversas vocaciones desde las parroquias y movimientos diocesanos afines a la Pastoral Vocacional, para contribuir a la construcción de la cultura vocacional. Apoyan en encuentros, actividades de la PV del Seminario, en la animación vocacional parroquial y en el programa de padrinos vocacionales.
PV Vida Religiosa, son hermanas y hermanos de las diferentes congregaciones presentes en la Diócesis, este equipo busca contribuir al fortalecimiento de la cultura vocacional a través de la oración, formación, promoción, participación y acompañamiento favoreciendo particularmente al crecimiento de las vocaciones a la vida consagrada de la Diócesis de Ciudad Juárez. Esto es posible a través de tres jornadas vocacionales femeniles en un ciclo, algunos círculos vocacionales y participando con su presencia en colegios y parroquias.
PV Seminario, son los seminaristas y su servidor desde el Seminario Diocesano, trabajando para promover, formar y acompañar a jóvenes varones con inquietud vocacional a la vida sacerdotal, animando, desde el Seminario, la cultura vocacional presbiteral a través de encuentros y procesos propios.
Queremos pasar de una pastoral de eventos a una pastoral de procesos, en donde se pueda conocer al joven con inquietud vocacional que aspira a encontrar su vocación, ya sea entrando o no al Seminario en un ciclo de 3 años máximo.
Además, de cara al próximo Jubileo de la Iglesia en 2025 y teniendo presente el urgente trabajo de consolidar la cultura vocacional en tan un panorama tan diverso, el equipo de la Comisión Episcopal para Vocaciones y Ministerios nos propone un Itinerario Evangelizador – Vocacional (2024-2033), para impulsar el carisma misionero evangelizador de la Iglesia y la cultura vocacional, contemplando a la Virgen de Guadalupe como modelo de respuesta al discipulado y como evangelizadora de nuestras tierras.
- ¿Qué aconseja a sacerdotes y comunidad para apoyar este trabajo?
Vivir la propia vocación con alegría, es la mejor promoción vocacional que podemos hacer. Pero también urge un trabajo de conjunto entre todas las dimensiones, particularmente entre Pastoral Vocacional, Pastoral Profética (Catequesis y confirmaciones), y Pastoral Juvenil.
Quiero recordar lo que el documento de Aparecida dice: “La pastoral vocacional, que es responsabilidad de todo el pueblo de Dios, comienza en la familia y continúa en la comunidad cristiana, debe dirigirse a los niños y especialmente a los jóvenes para ayudarlos a descubrir el sentido de la vida y el proyecto que Dios tenga para cada uno, acompañándolos en su proceso de discernimiento… Plenamente integrada en el ámbito de la pastoral ordinaria, la pastoral vocacional es fruto de una sólida pastoral de conjunto, en las familias, en la parroquia, en las escuelas católicas y en las demás instituciones eclesiales” (DA 314).
Hermanos sacerdotes, hermanos laicos: formen equipos de Pastoral Vocacional parroquial para que juntos podamos animar las diferentes vocaciones de la Iglesia desde el acompañamiento personal y grupal, en los procesos evangelizadores, en encuentros deportivos, desde los medios, en la cultura, en las eucaristías y horas santas. Pero sobre todo desde la oración, porque la comunidad que hace una oración desde el corazón, que experimenta la necesidad de consagrados, que sabe que su oración es fructífera porque la hace con fe, es la que da más frutos: jóvenes para el Seminario, jóvenes para los Institutos de vida religiosa, jóvenes para que sean matrimonios santos que conformen familias cristianas, semilleros de vocaciones.
No nos desanimemos ante el desafío que se nos presenta, al contrario, ¡Tengamos esperanza en una nueva primavera vocacional!
Para saber…
Es importante mencionar que de acuerdo al más reciente censo del INEGI, En Ciudad Juárez hay alrededor de 800 mil católicos, que representan el 69 por ciento de la población, mientras que en la diócesis hay un total de xx sacedotes, xx diocesanos y xx religiosos. Es decir, hay un sacerdote para cada xxx católicos, cifra que en definitiva, no es la ideal.
Como lo menciona el padre David Hernández, se trata de un panorama no tanto fatalista, ‘pero sí desafiante’.
Oración nacional por las vocaciones
Oh Jesús, Buen Pastor, dígnate mirar con ojos de misericordia, a esta porción de tu grey amada. Señor, suscita en Tu Iglesia vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales para extender Tu Reino. Te lo pedimos por la Inmaculada Virgen María de Guadalupe, Tu Dulce y Santa Madre. ¡Oh Jesús! Danos vocaciones según tu Corazón. Amén.