Un mosco tiene al mundo con el alma en vilo. Ha llegado sembrando pánico en el sistema de salud. Es el mosquito –moyote, decimos en Ciudad Juárez– que transmite el virus del zika. La epidemia se pone de moda. ¡Sálvese quien pueda!, empiezan a decirnos. Las mujeres embarazadas infectadas con zika es casi seguro que darán a luz bebés monstruos, así que será mejor que aborten. Yo me sumo al ‘sálvese quien pueda’, pero no del mosco, sino de las organizaciones que perversamente están creando pánico con el único objetivo de ampliar las leyes del aborto
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Según el International Journal of Infectious Diseases (IJID), se le llama virus del zika porque fue detectado en el año 1947 en monos de la selva Zika, en Uganda. En seres humanos se detectó en 1954 en África Occidental para después propagarse por algunas islas del Pacífico sur, y en 2015 llegó a Brasil. Desde entonces 26 países de América han reportado casos de infección con este virus que se transmite principalmente por picadura de mosquito. Otras fuentes de infección son por transmisión sexual, transfusiones de sangre y transmisión prenatal de la madre al bebé.
¿Debemos alarmarnos? Pienso que no. El virus del zika provoca –según IJID– sólo un ligero malestar que dura entre dos y siete días, y en el 80 por ciento de los casos los síntomas pasan inadvertidos. Nadie va al hospital por haber contraído el virus. Muchísimo más peligrosa y hasta mortal es la malaria o la fiebre amarilla, transmitidas también por picadura de mosco.
La ONU y otras organizaciones defensoras de los derechos femeninos han organizado una campaña para ampliar las leyes del aborto para las mujeres infectadas con zika. Esto porque se cree que ese virus en mujeres embarazadas provoca microcefalia en los bebés. La microcefalia es un trastorno en el que la circunferencia de la cabeza es más pequeña que la circunferencia promedio para la edad y el sexo del niño. Fue el Ministerio de Salud en Brasil quien habló de una posible conexión entre el zika y un notable incremento de casos de nacimientos con microcefalia en el noreste de ese país.
A pesar de ello, la Organización Mundial de la Salud ha declarado que la conexión entre zika y microcefalia no tiene evidencia científica. El ginecólogo Juan Carlos Vargas, de Profamilia, explica que todo se trata de una asociación entre una cosa y la otra, pero no existen pruebas de que se trate de una relación causa-efecto. Ignacio Zarante, profesor y genetista de la Universidad Javeriana, afirma que el riesgo de microcefalia es de un caso por cada mil mujeres embarazadas que padezcan el zika.
Las razones para que las mujeres aborten no deben ampliarse con el pretexto del virus del zika, puesto que no existe evidencia científica entre zika y microcefalia. Es criminal que la ONU y grupos feministas estén presionando a los gobiernos para ampliar las leyes abortistas por este motivo cuando, en realidad, la ley del aborto debería de suprimirse.
Mientras termino de escribir este artículo un mosquito me zumba en el oído y después se posa en mi mano. ¡Zas!, lo aplasto de un manotazo. Así de sencillo se acaba con la vida de un mosco. Así de fácil se quiere poner fin a la vida de los niños por nacer.