Ante una reciente reforma legal en México en este sentido y lo que puede implicar, Periódico Presencia consultó su opinión a un psicólogo, un sacerdote y un abogado… aquí las reflexiones…
Presencia
En marzo de este año, el Senado aprobó reformas a la ley para para castigar a quienes otorguen tratamientos y terapias que obstaculicen o supriman en una persona su orientación sexual, identidad o expresión de género. (Terapias de conversión)
De acuerdo a diversas publicaciones, las terapias de conversión son también son conocidas como ‘Esfuerzos por Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género’ (Ecosig) y pueden ser considerados como “tratamientos, terapias, servicios o prácticas”.
De esta forma, la citada reforma tiene un impacto en profesionales de la salud como psicólogos o psiquiatras, y también lo tendría en guías espirituales como pueden ser los sacerdotes y otros ministros de culto.
Ante esta reforma y lo que puede implicar, Periódico Presencia consultó a un psicólogo, un sacerdote y un abogado su opinión.
Presentamos por separado las preguntas y respuestas que hicimos al maestro Enrique Olvera, psicólogo docente de la UACJ; al abogado Sergio Madero Villanueva, y al sacerdote Juan Razo García, de la Diócesis de Saltillo y director del canal de Youtube “Defendiendo la fe”.
Responde el maestro Enrique Olvera, psicólogo.
Desde la información que usted tiene ¿Qué son las terapias de conversión?
Las mal llamadas “terapias de conversión” han sido conceptualizadas (por ejemplo, por la ONU), como intentos terapéuticos cuyo objetivo es que una persona homosexual o trans, o que diga tener una expresión o identidad de género dentro del espectro de la llamada “diversidad sexual”, vuelva a practicar la heterosexualidad. Algunos presuponen que este tipo de terapias incluyen agresiones físicas y/o psicológicas hacia el paciente.
¿Qué pasa con alguien que pide atención psicológica/ atención espiritual para enfrentar una Atracción al Mismo Sexo? ¿Cómo ha abordado estos casos?
Hay mucha desinformación respecto de esto. No voy a negar que desgraciadamente hubo casos en el pasado en los que la dignidad de la persona se vio comprometida o vulnerada por abusos cometidos por psicólogos o personas que pretendían “curar” la homosexualidad. En el presente, dichos abusos serían cometidos más bien por personas poco formadas en psicología o por personas que pertenecen a grupos más bien sectarios. Ahora, también en el presente, a algunos psicólogos nos queda claro que a ninguna persona se le puede negar la atención psicológica, inclusive a aquella que quiere conocerse mejor en su afectividad; que en su conciencia algo le dice que su tendencia homosexual puede que tenga un trasfondo y que tiene todo el derecho a que un profesional de la salud mental le ayude a conocerlo.
Personalmente he atendido pocos casos de esta índole. Primeramente, las personas me contactan por su propia cuenta, y acuden libre y voluntariamente a mi consultorio. Segundo, mediante una entrevista de primer contacto, me doy a la tarea de escuchar el motivo de consulta del paciente, así como sus objetivos terapéuticos; no es como que yo obvie que la persona quiere “curar” su homosexualidad o que de buenas a primeras quiera “retomar la heterosexualidad”, más bien personalizo el proceso de intervención psicológica en función de las necesidades del paciente. Tercero y último, dado que el modelo terapéutico al que me adhiero es el cognitivo-conductual, mis sesiones terapéuticas las estructuro de manera que voy identificando los malestares emocionales y las conductas desadaptativas que refieren mis pacientes, y les ayudo a descubrir los pensamientos o esquemas de pensamiento que son causa y efecto de esto, siempre dentro de los parámetros éticos que dicta mi profesión.
¿Y qué pasa cuando son menores de edad? -que le soliciten asesoría- qué se puede o debe, y qué no se puede o no se debe hacer en estos casos?
Yo no atiendo a menores de edad porque carezco de formación en esta área. No obstante, sé que parte de los principios éticos que implican la atención a menores, en esta y otras problemáticas de salud mental, es comprometer a los padres o tutores en el proceso, ya que son indispensables para lograr los objetivos terapéuticos, así como es indispensable garantizarle confidencialidad al menor; mientras el menor no quiera atentar contra su vida o contra la de alguien más, se le debe garantizar que no se compartirá su información a terceras personas. Ahora bien, cuando es necesario confrontar al menor con sus padres o tutores por alguna razón, el psicólogo debe planear, plantear y preparar a ambas partes por separado, siempre respetando la dignidad humana y buscando el bien mayor de todos en todo momento, y además debe de actuar como árbitro (mediador) durante la(s) sesión(es) en la(s) que ambas partes tengan que participar.
¿Por qué cree que el Senado ha decidido castigar estos procedimientos como violación a los derechos humanos y qué impacto cree que tiene esta decisión en la sociedad?
Espero no caer en una falsa dicotomía, pero creo que hay dos opciones de respuesta. Por un lado, 1) porque en su ignorancia creen que hacen un bien a estas personas. Amparándose bajo los tan sonados términos “discriminación”, “homofobia”, “transfobia”, etcétera, creerían que en Occidente hay una persecución sistemática contra toda persona homosexual o trans, o que diga tener una expresión o identidad de género dentro del espectro de la llamada “diversidad sexual”, y parte de esa persecución es obligarlos a tomar una “terapia de conversión” para que vuelvan a la “heteronormatividad”.
Por otro lado, y quizá sonaré a teórico de la conspiración, 2) porque este tipo de movimientos legales y políticos son orquestados por organismos que impactan geopolíticamente a varias naciones occidentales como la nuestra. Y si fuera este el caso, no se trataría de algo que se le ocurrió a nuestro Senado por buena voluntad, sino que responde a presiones ideológicas y/o la imposición de una agenda que dicta lo “políticamente correcto” en la actualidad.
En cuanto al impacto, desgraciadamente estamos hablando de algo que va a afectar no solamente a ministros de culto o a profesionales de la salud mental que están preparados para dar acompañamiento en este tipo de situaciones, sino que a quienes va a afectar más a largo plazo será a las mismas personas que no puedan optar libremente por iniciar un proceso terapéutico para conocerse mejor y vivir en la verdad.
La Biblia condena los actos homosexuales. ¿Considera eso un acto de violencia contra la persona (en este caso la que siente atracción por el mismo sexo)?
No hemos terminado de comprender que la Biblia no condena al homosexual por ser homosexual, sino que condena los actos homosexuales, así como condena cualquier otra tendencia que, puesta en práctica, va en contra del plan de Dios. En ese sentido, no es un acto de violencia contra la persona.
Dicen organismos LGBTT que La mayor parte de las personas LGBTI+ que buscan algún tipo de apoyo psicológico o profesional no lo hacen para cambiar su orientación sexual o reprimir su identidad de género, sino más bien porque desean contar con los recursos y herramientas para poder aceptarse a sí mismas. ¿Qué opina de esto?
Estoy moderadamente de acuerdo con esa afirmación, ya que lamentablemente, hoy en día hay discursos o afirmaciones que contienen bastantes eufemismos, por lo que no sé a qué se quieran referir dichos organismos con “aceptarse a sí mismas”. En lo que sí estoy de acuerdo es en que a veces no es la intención de estas personas cambiar su orientación sexual o “reprimir” su identidad de género, pero sí desean contar con los recursos y herramientas para conocerse más a sí mismas y vivir en la verdad.
Esto de “aceptarse a sí mismas” suele ser usado por organismos LGBT y sus “aliados” para promover las mal llamadas “terapias afirmativas”, que lo que hacen es que la persona acepte su “autopercepción” como su realidad, lo que es la puerta de entrada para las terapias hormonales y las operaciones de “cambio de sexo” o de “afirmación de género”. Evidentemente no todas las personas homosexuales incurren en terapias hormonales u “operaciones afirmativas”, pero sí lo hacen quienes se autoperciben “en el cuerpo equivocado”.
Para saber…
Desde 1990, la homosexualidad no figura en el catálogo de enfermedades mentales de la Organización Mundial de la Salud, pero esta decisión se tomó luego de múltiples protestas por parte de asociaciones y la sociedad civil que apoyan al movimiento LGBT+