Ante una reciente reforma legal en México en este sentido y lo que puede implicar, Periódico Presencia consultó su opinión a un psicólogo, un sacerdote y un abogado… aquí las reflexiones…
Presencia
En marzo de este año, el Senado aprobó reformas a la ley para para castigar a quienes otorguen tratamientos y terapias que obstaculicen o supriman en una persona su orientación sexual, identidad o expresión de género. (Terapias de conversión)
De acuerdo a diversas publicaciones, las terapias de conversión son también son conocidas como ‘Esfuerzos por Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género’ (Ecosig) y pueden ser considerados como “tratamientos, terapias, servicios o prácticas”.
De esta forma, la citada reforma tiene un impacto en profesionales de la salud como psicólogos o psiquiatras, y también lo tendría en guías espirituales como pueden ser los sacerdotes y otros ministros de culto.
Ante esta reforma y lo que puede implicar, Periódico Presencia consultó a un psicólogo, un sacerdote y un abogado su opinión.
Presentamos por separado las preguntas y respuestas que hicimos al maestro Enrique Olvera, psicólogo docente de la UACJ; al abogado Sergio Madero Villanueva, y al sacerdote Eduardo Alfonso Hayen Cuarón, párroco de Catedral, quien tiene una especialidad en matrimonio y familia.
Responde el padre Eduardo Hayen, sacerdote
En abril de este año el Senado aprobó reformas a la ley para sancionar con hasta seis años de prisión a quienes realicen, financien o promuevan tratamientos que busquen cambiar la orientación sexual o la identidad de género de una persona (terapias de conversión). Desde la información que usted tiene, ¿qué son las terapias de conversión?
Se trata de tratamientos físicos y psicológicos para que los miembros de la comunidad LGBTQ+ cambien su orientación sexual hacia la heterosexualidad. Tienen por objetivo “deshomosexualizar” a la persona, y para que quienes se declaran personas transgénero o de género diverso, logren adecuar su identidad de género con su sexo biológico. Se apoyan en la premisa de que las personas de la comunidad LGBTQ+ están enfermas y que necesitan curarse. La ONU las considera como actos violentos y de tortura y, por tanto, un atentado contra los derechos humanos.
Estas terapias están catalogadas en varios tipos: terapias con base en la religión en las que se hace oración y exorcismos; terapias con medicamentos que proporcionan fármacos para curar desórdenes psicológicos y del cerebro; terapias de aversión en las que se castiga el cuerpo y la mente al mismo tiempo en que se proyectan imágenes homoeróticas para provocar rechazo; terapias de castración química para disminuir la producción de hormonas y reducir el líbido; terapias de plática en las que se imparten conferencias para fomentar la conversión sexual.
¿Qué pasa con alguien que pide atención psicológica/atención espiritual para enfrentar una atracción al mismo sexo? ¿Cómo ha abordado estos casos?
Una persona que solicita ayuda porque experimenta confusión en su sexualidad está en todo su derecho de hacerlo, ya que la misma Suprema Corte de Justicia de la Nación ha impulsado el principio del “libre desarrollo de la personalidad”, que incluye el derecho a la reasignación sexual. Esta libertad que la ley concede para que cada quien haga lo que quiera, en diversos campos de la vida, se puede interpretar en el sentido de que cualquier persona tiene derecho de buscar ayuda para vivir su sexualidad como se sienta más cómodo, incluyendo la orientación de sus instintos y la renuncia a ciertas prácticas heterosexuales u homosexuales.
No sólo es un derecho a la libre personalidad, sino también es un derecho a la libertad religiosa. Cualquier persona tiene derecho a vivir según los principios de su religión, y cualquier ministro de culto tiene derecho a exponer a su feligresía el ethos cristiano, es decir, los principios morales y valores que rigen la conducta del creyente. Así que buscar consejo, guía y apoyo en la propia iglesia, mezquita o sinagoga es un derecho humano para cualquier persona, independientemente de su orientación sexual. Los sacerdotes atendemos con frecuencia a personas que solicitan ayuda por tener alguna adicción o confusión en diversos campos, incluido el de la sexualidad. Nunca llevamos a cabo una terapia de conversión ni mucho menos exorcismos con ese propósito. Simplemente nos limitamos a exponer lo que enseñan la Biblia y el Catecismo de la Iglesia.
¿Y qué pasa cuando son menores de edad? –que le soliciten asesoría–? ¿Qué se puede o debe, y qué no se puede o no se debe hacer en estos casos?
La Iglesia no intenta convertir a los menores de edad por terapias de conversión sexual. La confusión de que un niño pueda experimentar en su sexualidad, al decir que no sabe si es hombre o mujer, es un tema muy delicado que sólo compete a los padres de familia, a los educadores y no a los sacerdotes ni catequistas. La educación sexual que la Iglesia imparte es, sobre todo, en los colegios católicos; tiene como punto de partida una antropología cristiana y no se trata de convertir a nadie.
¿Por qué cree que el Senado ha decidido castigar estos procedimientos como violación a los derechos humanos y qué impacto cree que tiene esta decisión en la sociedad?
El Senado y muchos gobiernos, en general, están haciendo leyes que criminalizan las terapias de conversión por presiones de organismos internacionales como la ONU y otros organismos y ONGs financiadas por intereses globalistas. Su objetivo es reducir las tasas de fertilidad de la población mundial al mínimo nivel, y para ello se promueven las prácticas homosexuales, las cuales son estériles en sí mismas. Pero además se busca imponer el aborto, la esterilización y toda forma de anticoncepción, la eutanasia, el consumo legal de drogas y todo lo que pueda deconstruir a la persona y a la familia natural. Y, por supuesto, pretenden silenciar a la Iglesia Católica, que es la portadora de la cultura de la dignidad humana, de la vida y la familia.
La Biblia condena los actos homosexuales. ¿Considera eso un acto de violencia contra la persona (en este caso la que siente atracción por el mismo sexo)?
Si la Sagrada Escritura reprueba los actos homosexuales es porque, en el fondo, anuncia un mensaje liberador. Por eso no considero que la Biblia ni las enseñanzas de la Iglesia violenten a las personas. La Sagrada Escritura es portadora de un mensaje de amor salvífico y no de violencia. El mensaje cristiano es una invitación que la Iglesia hace libremente a todos, primero a recibir el amor de Jesucristo, a dejarle sanar nuestras propias heridas, las cuales pueden ser de cualquier tipo, y no sólo las que afectan la sexualidad; y después seguir a Jesús por el camino de la conversión y la renuncia al pecado. La Iglesia no impone su mensaje ni persigue a quienes lo rechazan. Cada quien es libre de aceptarlo o declinarlo. Las campanas de las parroquias repican, y cada quien tiene la libertad de atender ese llamado.
Dicen organismos LGBTQ que la mayor parte de las personas LGBTQ+ que buscan algún tipo de apoyo psicológico o profesional no lo hacen para cambiar su orientación sexual o reprimir su identidad de género, sino más bien porque desean contar con los recursos y herramientas para poder aceptarse a sí mismas. ¿Qué opina de esto?
Hay muchas personas de la comunidad LGBTQ+ que acuden a psicólogos y psiquiatras, ya que es en ese colectivo, estadísticamente hablando, donde se presentan más trastornos mentales e índices de suicidio. No lo digo yo, sino las estadísticas. Seguramente la mayoría busca a los profesionales de la salud para sentirse mejor y superar sus heridas emocionales. Dios los bendiga y les ayude. Pero también son muchísimas las personas que tienen atracción al mismo sexo y que no se sienten identificadas con la comunidad LGBTQ+, y son estas personas las que buscan ayuda psicológica y espiritual para aprender a gestionar sus inclinaciones. Es ahí donde la Iglesia puede ofrecerles gratuitamente el mensaje de Cristo, y será responsabilidad de cada persona recibirlo con libertad.