Diana Adriano
Ante un templo repleto, la comunidad de la parroquia San Mateo celebró el Día del Padre con una emotiva misa de acción de gracias, en la que la música del mariachi añadió un toque festivo y especial a la ocasión.
La celebración comenzó con la liturgia habitual, pero adquirió un matiz especial cuando, tras la lectura del evangelio, el párroco Aurelio Saldívar invitó a todos los padres de familia presentes a ponerse de pie.
Con gran entusiasmo, la congregación, acompañada por el mariachi, entonó las tradicionales mañanitas en honor a los padres, llenando el templo de la melodía festiva.
Acto seguido, el padre Aurelio, dirigió una oración especial para bendecir y agradecer la labor de los padres, reconociendo su esfuerzo y dedicación en el cuidado de sus familias.
Granito de mostaza
En su homilía, el padre Aurelio reflexionó sobre las dos parábolas del evangelio y la dinámica de la paternidad.
Destacó la comparación del reino de los cielos con una semilla de mostaza, enfatizando que, aunque en sus inicios parezca pequeña e insignificante, inevitablemente germina y crece hasta convertirse en un gran arbusto que da cobijo.
«El reino de los cielos se parece a una semilla de mostaza, que no se sabe ni cómo ni cuándo, pero va a germinar», explicó el sacerdote, subrayando la paciencia y esperanza que requieren tanto la fe, como la paternidad.
El sacerdote continuó su reflexión sobre el don de la paternidad: «Padre no necesariamente es quien engendra, sino aquel que se compromete, quien no sea ausenta, sino se hace presente de una u otra manera».
Este compromiso, según el párroco, es lo que permite que la «semilla» de la paternidad fructifique.
Comparó la paternidad con la preparación de la tierra para la semilla de mostaza, en la que el cuidado y la dedicación son esenciales para que dé fruto.
“Cuando ya se está preparada toda la tierra, entonces la paternidad comienza a dar fruto», afirmó el padre Aurelio, enfatizando que aunque al principio la paternidad pueda parecer difícil, con el tiempo y el esfuerzo, se convierte en algo grande y significativo.
Para dejar un recuerdo de esta celebración, el parroco entregó a cada padre de familia una medalla con la imagen de san José, padre Adoptivo de Jesús, con el fin de que lo tengan presente como modelo de paternidad.