Con una misa en la parroquia Santísimo Sacramento, Irene Blanco de Rodríguez, su familia, amigos y comunidad en general, recordaron el pasado domingo 21 de febrero al padre dominico Saturnino García, por su décimo cuarto aniversario luctuoso conmemorado el pasado 19 de febrero.
Irene quiso ofrecer la celebración eucarística de ese domingo por el fallecido sacerdote, quien vivió en su casa al lado de su esposo y sus hijas por más de 17 años.
“Lo tuvimos en nuestra casa hasta el día que Dios lo recogió, el día 19 de febrero del 2002. Mi marido y yo lo vimos siempre como un padre. Me dediqué a cuidarlo como si hubiera sido el padre que me abandonó”, compartió Irene.
La entrevistada agregó que su amistad con el padre Saturnino inició desde que el religioso llegó a Ciudad Juárez, en 1983, pero fue tres años después cuando este decidió mudarse a vivir con la familia Rodríguez Blanco, quienes fueron testigos de su calidad humana.
“Fue un hombre como pocos. Andaba a media noche auxiliando enfermos. Fue un ejemplo a seguir para muchos sacerdotes”, afirmó.
Desde el Cielo
El padre Saturnino, quien era originario de Cantabria, España, amaba su sacerdocio y se quedó en la diócesis a petición del primer obispo don Manuel Talamas Camandari
“Decía que no se arrepentía de haber sido sacerdote y que si volviera a nacer, volvería a serlo. Desde niña anduve en la Iglesia, pero conocer y profundizar el amor de Dios lo hice con los dominicos, especialmente con el padre Saturnino, que tuvimos en nuestra casa”, dijo.
Irene aún tiene contacto con familiares del padre Saturnino, quienes en ocasiones le llaman por teléfono, lo que muestra la unión entre las dos familias.
“Mis hijas lo querían mucho, mi esposo decía: no sé que perdí, un padre o un hijo porque de repente se ponía como niño chiple. Lo recordé tanto ahora que vino Su Santidad porque el padre Saturnino me decía: hija: enójate pero nunca vayas a la cama con el enojo, al día siguiente es guerra fría, si te sorprende la muerte te llevas ese enojo”.
Irene recordó que el padre Saturnino falleció rodeado de aproximadamente 30 dominicos, y estuvieron presentes ella, sus hijas y su esposo.
“Fue una cosa hermosa. Me imaginaba cuando murió Santo Domingo, que dijo: no lloren por mí les voy a ser mas útil desde el cielo. Así es el padre Saturnino para nosotros. Sabemos que él está con Dios. Mi esposo le tiene un nicho en la casa. Para nosotros fue algo maravilloso tenerlo con nosotros”, finalizó.