En un gesto sencillo y espontáneo, 18 obispos de Estados Unidos impartieron el sacramento de la confesión en la Misión de Guadalupe a un numeroso grupo de fieles que acudieron a reconciliarse para participar en gracia de la misa que presidiría el Papa Francisco en Ciudad Juárez el 17 de febrero.
La visita
Una bella experiencia eclesial y providencial, fue para el padre Jesús Ramírez la llegada de los obispos estadounidenses a la Misión de Guadalupe, misma que se encontraba abarrotada de penitentes quienes buscaban la confesión para participarían en la misa multitudinaria que el Santo Padre Francisco presidiría el 17 de febrero en El Punto.
“Ese día estaba muy visitada la Catedral. El padre Hayen y el padre Fernando estaban ocupados por la misma visita papal. Era mucha gente para confesar y coincidió que llegaron los obispos atendidos por monseñor René Blanco a conocer la Misión”, compartió el padre Jesús, quien debía atender a todos los penitentes.
Entre este grupo de obispos estadounidenses se encontraban el cardenal de Boston Sean O’Malley, (quien es miembro del grupo de asesores del Papa) y el cardenal de Houston, Texas, Daniel DiNardo, además de los arzobispos de San Antonio, Texas, Gustavo García-Siller, y el de Los Ángeles, California, José Gómez.
“Querían conocer la Misión de Guadalupe, donde nació nuestra ciudad gracias a la misión de los padres franciscanos. Cuando entramos a la Misión estaba llena hasta la mitad de personas que querían acercarse a la confesión para prepararse a la santa misa con el Papa Francisco y estaba solo el padre Jesús Ramírez confesando”, relató monseñor René.
Signo de misericordia
Cuando los señores obispos vieron a tantos penitentes el obispo de El Paso, Mark Seitz sugirió ayudar al padre Jesús a confesar.
“Todos aceptaron con mucha alegría. Fue un gesto muy espontáneo y muy sencillo de ayudar al padre Jesús y que la gente no tuviera que esperar tanto. Fue un hermoso signo en el Año Santo de la Misericordia ese gesto tan espontáneo, tan sencillo que nació del corazón de los obispos para ayudar al padre”, expresó.
“La gente los recibió con mucha algarabía y aplausos. Todo aquello se convirtió en una bella experiencia eclesial. La disposición de los obispos, la gente acercándose a confesar, lágrimas de mucha gente, fue un momento muy bello, una bendición entre muchas por la visita del papa”, expresó el padre Jesús.
“Le damos gracias a Dios porque nos bendijo con la presencia del Papa Francisco que nos invita a ser misericordiosos como el Padre. Esos ejemplos sencillos del Papa, de nuestros obispos, de tantos sacerdotes, los fieles que asistieron a la misa y que se acercaron antes a confesarse con una fe hermosa y con la alegría de la fe”, dijo por su parte monseñor Blanco.
Confesó a un obispo
Para el padre Ramírez, esa experiencia fue un momento en que atestiguó la misión de la Iglesia al ver la fraternidad entre los obispos.
“Estamos en el Año de la Misericordia y ver a la gente que se iba contenta y alegre fue un momento especial. Era la Iglesia la que estaba ahí, se sentía paz y tranquilidad. Lo que al principio para mi fue una preocupación al ver tanta gente y vislumbraba horas de confesar, se convirtió en bendiciones y no duramos ni una hora”, dijo el padre.
Pero otro momento extraordinario llegaría para el padre Jesús, cuando uno de los obispos se le acercó para confesarse.
“Nunca había confesado a un obispo. No lo imaginé. Estaba sentado y al ver que se hinca frente a mí y me dice: “bueno padre, aprovechando, confiésame también a mí”, me quedé serio, pasmado, pero fue una experiencia muy especial, todavía más fuerte, ver la humildad, la sencillez y que el momento fue una experiencia de Dios muy fuerte”, finalizó.