Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Con grande gozo y felicidad les saludo hoy en este día tan importante para nosotros: Navidad. Hoy nos alegramos, hoy el mundo se alegra, canta villancicos en torno a este gran acontecimiento que ha marcado nuestra vida para nuestra salvación ¡Hoy nos ha nacido el Salvador!
Después de cuatro semanas de preparación, finalmente llegamos a la Nochebuena, a la Navidad, con grande ilusión, con grande amor celebramos esta solemnidad. Damos gracias a Dios por el regalo de su Hijo que nos ha nacido: el Emmanuel, Dios con nosotros, su hijo Jesús, Dios Salvador, un Dios que salva. Es celebrar el misterio del Nacimiento del Hijo de Dios, la Encarnación, que se hace carne, que vive entre nosotros.
Por eso gracias Padre, porque así te ha parecido bien. Todo ese tiempo de preparación, de vigilancia, de conversión, de gozo y de cercanía del gran misterio, hoy se concretiza en este día. Que este día de Navidad nos traiga, a ustedes y a mi, a todos nosotros, mucho amor, mucha paz.
Hoy más que nunca necesitamos que la Navidad, el misterio de la Navidad perdure en nuestros corazones, perdure en nuestras familias, en nuestra Iglesia, en nuestra sociedad.
Él nos trae la paz, Él nos trae la vida, Él nos trae la salvación, pero es necesario que nosotros tomemos la vida de Dios, asumamos la salvación que Dios nos trae, hagamos realidad y traduzcamos en actos, en compromisos, en obras, el nacimiento del Señor.
Si Él nos trae la paz, construyamos la paz, seamos testigos de paz entre nosotros, rompiendo todo egoísmo, toda guerra, todo sentimiento contrario a Dios.
Si Él nos trae la vida, Él es la vida y nos regala la vida, valoremos la vida la propia y la de los demás. La vida es un don de Dios y Dios se hace presente en nosotros y en el prójimo a quien estamos llamados a amar.
La Navidad que hoy celebramos es un regalo, es un don de Dios, es presencia divina del amor de Dios, pero también es un compromiso para todos y cada uno de nosotros de vivir en una constante y permanente Navidad.
Que no se quede esta Navidad en cosas externas, pasajeras, transitorias, sino más bien en cosas que perduran para siempre: un amor entrañable, un amor constante, un amor de entrega y servicio a los demás.
Los invito queridos hermanos, a que hoy, en esta Octava de la Navidad, sigamos reflexionando muy profundamente este misterio del nacimiento del Hijo de Dios, lo apropiemos, la hagamos vida, lo recibamos con plenitud y manifestemos el don del nacimiento del hijo de Dios a los demás en la caridad, en la misericordia.
Como nos ha recordado el Papa Francisco, la Navidad está en ti, en tu vida, en tu familia, la Navidad está en la humanidad. Hagamos de esta Navidad la presencia real del amor de Dios entre nosotros.
Les mando un muy paternal abrazo a todos ustedes. Que haya amor, que haya vida, que haya paz en sus corazones. Como siempre les doy mi bendición. La bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo permanezca siempre con ustedes. ¡Feliz Navidad!