Mons. J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Buen domingo tengan todos ustedes, les saludo con mucho cariño y deseo estén muy bien. Estamos en el quinto domingo de Cuaresma, como quien dice, en la recta final de la Cuaresma, la última semana. Hay que intensificar las prácticas cuaresmales todavía más.
En este domingo, en el evangelio de san Juan que ha sido proclamado hay varios puntos a reflexionar. Les propongo esto, esperando que sirva para nuestra vida.
Dice el evangelio que algunos griegos se acercaron a san Felipe, en Galilea, para decirle ‘Queremos ver a Jesús’. Es la primera nota importante de este texto. Qué bueno que Jesús suscita interés, no solo curiosidad, sino verdadero interés de tanta gente que lo seguía.
Entonces la primera enseñanza es esa: ‘Quiero ver a Jesús’, pero no solo verlo, como ver el sol, sino escucharlo, tocarlo, encontrarme con Él, sentir su presencia, hablarle. ¡Qué bueno que nunca perdamos el deseo -cada día de distintas maneras- de ver a Jesús!
Felipe le dijo a Andrés y Andrés y Felipe le dijeron a Jesús: ‘Esta persona quiere verte, Señor’.
Segunda nota de importancia y enseñanza: ser intermediarios. Como Andrés y Felipe llevaron a este hombre al encuentro de Jesús, mi misión es llevar a todos al encuentro de Jesús. Me pongo a pensar, por ejemplo, en los papás, su misión es llevar a sus hijos al encuentro de Jesús, formarlos, conducirlos en la fe con el ejemplo, con la Palabra; también el catequista, sacerdote, religiosa, todo cristiano, que todos vayamos al encuentro de Jesús.
Por eso es importante esta segunda nota de Andrés y Felipe como puente entre un hombre y Jesús. Somos llamados a ser puente, para que con el testimonio llevar a los que te rodean al encuentro de Jesús.
Viene un segundo momento fuerte en que Jesús nos invita al testimonio, a dar frutos: ‘Les aseguro -dice Jesús- que si el grano de trigo no muere, queda infecundo, pero si muere, producirá mucho fruto’. Él es el grano, va a morir, de alguna manera sigue anunciando la proximidad de su Pasión, de su Muerte, que como el grano, dará mucho fruto: la Salvación.
Por eso nos seguimos preparando en estos últimos días, para un conocimiento íntimo con el Misterio Pascual y con Cristo crucificado. Pero al mismo tiempo es invitación, me está invitando a ser grano de semilla que se siembra y da fruto abundante.
Una vida cristiana sin obras, sin testimonio no vale, en cambio vida de fe que da fruto, es maravillosa, porque el encontrarme con Jesús me lleva al testimonio, me lleva a morir para dar fruto abundante. Nuestra vida de fe nos llama a dar fruto en la familia, en el trabajo, en la diócesis, en todas partes. ¡Qué fuertes palabras!, Si el grano de trigo no muere, queda infecundo. ¿Cómo es mi vida de fe?, ¿Fecunda? Esa es la meta, la tarea que el Señor nos confía.
El tercer aspecto importante de este trozo del Evangelio es ‘El que quiera servirme, que me siga’…y la clave del seguimiento es el servicio. Como Él que nos ha dicho ‘No he venido para que me sirvan, sino para servir’.
Hacemos presente a Jesús sirviendo, amando, entregando mi vida, donándome, haciendo el bien, buscando al pobre, enfermo, al necesitado, para ayudar. Para que donde yo esté, también esté mi Jesús.
Al final Jesús dice: ‘ya llega la hora, le voy a decir a mi Padre, pues precisamente para esta hora he venido’. Jesús ya está consciente de que llega el momento, la hora de la entrega, de su muerte. Estamos a unos días de la Semana Santa, de los días santos, vamos a celebrar esa hora del Señor y hacerla nuestra. Acompañar a Jesús en la entrega, en la donación, en su muerte y en su cruz.
Y al final dice el texto, se oye una voz: ‘Lo he glorificado y lo volveré a glorificar’, es la voz del Padre que dice ‘Yo estoy contigo, junto a ti, Tú eres mío y volveré a glorificarte’. En cierto modo estamos con Jesús, si lo sigo sirviendo, así también mi Padre Dios estará en cada uno de nosotros.
Queridos hermanos, intensifiquemos nuestra oración. Los padres han tenido confesiones en los decanatos, por parroquias. Todavía esta semana tendremos oportunidad de confesarnos y llegar al encuentro con Jesús, en Semana Santa…que en la Confesión el Señor me conceda un corazón nuevo y llegar lo mejor preparados a la celebración del Misterio Pascual. Que nuestra Madre Santísima les ayude y sostenga, porque nos inyecta confianza, amor y bendición. La bendición de Dios Todopoderoso permanezca con ustedes. Buena semana.