Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Buen domingo, queridos hermanos, les saludo con mucho cariño, siempre en comunión en el Cristo Resucitado. Estamos en el cuarto Domingo de Pascua, pero este domingo tiene una característica, es el domingo del Buen Pastor, una figura hermosísima.
Jesús nos dice: ‘Soy la Puerta’, ‘Soy la Luz del mundo’, pero en el Evangelio de san Juan, Jesús dice, ‘Yo soy el Buen Pastor’ y señala las características que todos conocemos bien: da la vida por sus ovejas.
Estamos celebrando el Misterio Pascual después de Semana Santa, Jesús entregó su vida en la cruz. El culmen es la cruz, pero con sus palabras, sus acciones, su obrar, da la vida, ese es Cristo el Buen Pastor, conozco a mis ovejas. ¡Qué admirable todo lo que Jesús expresaba! y no lo decía de memoria, ni de manera superficial. Nos conoce en realidad.
En otro pasaje dirá: nos llama por nuestro nombre, entonces nos conoce tal cual somos, y las ovejas me conocen. Cómo es bella la relación entre el pastor y la ovejas, el rebaño, no podemos concebir el pastor por acá y las ovejas por allá, es un solo rebaño y un solo pastor.
Hablar del rebaño y hablar del buen pastor hoy y siempre garantiza la unidad. El papa nos ha insistido y Jesús también: ‘Sean uno como mi Padre y yo somos uno’, el buen pastor quiere y garantiza la unidad, pero también nosotros, como ovejas, como rebaño, somos llamados a conocer la unidad, escuchar al pastor y también dar la vida por Cristo y dar la vida por el hermano y por otros.
Dice también el texto, tengo otras ovejas; a veces nada más pienso en lo míos, en los que me caen bien, pero hay que salir: salida, misión.
En contraposición, en el texto está el asalariado, aquel que se aprovecha, que abusa de las ovejas, que las abandona, huye ante el lobo y el peligro por muchas circunstancias, y el Señor me cuestiona ¿A ejemplo del Buen Pastor me preocupo por mis ovejas?
Yo papá, mamá ¿Me preocupo por mis hijos? Yo maestro ¿Me preocupo por mis alumnos?, yo empresario-patrón ¿Me preocupo por mis empleados?, yo habitante, ¿Me preocupo por mis vecinos? O me puedo estar comportando como el asalariado, que nada más me aprovecho …¡No!
Por eso es importante el mandamiento del amor. También Juan en su carta nos dice ‘Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre’. El amor de Dios. Miren cuánto amor: nos entregó a su Hijo para dar la vida por nosotros y nos ha hecho sus hijos. Somos hijos de Dios. Todos. Y si todos somos hijos de Dios, todos somos hermanos en la unidad, rebaño, pueblo, comunidad, y nos hace un llamado a la esperanza que nos invita a trabajar, a superarnos a crecer.
Por eso el Padre me ama, dice Jesús, porque doy mi vida por las ovejas. Entonces contemplar al Buen Pastor, a Cristo, pero también contemplarnos a nosotros: ¿Estoy contribuyendo?, ¿Soy consciente de que formo parte del rebaño de Cristo?, ¿Conozco a Cristo, lo sigo, me dejo abrazar por Él que da la vida por mí?
Por eso Pedro en la primera lectura de Hechos, da testimonio y predica a Jesús lleno del Espíritu Santo …el Espíritu ilumina a Pedro con valentía para decir: es Jesús de Nazaret quien curó a este hombre, aquel a quien ustedes crucificaron y Dios lo resucitó.
Vivir como rebaño de Jesucristo implica un testimonio como el de Pedro, de los apóstoles. Dar testimonio de Cristo, que es la piedra angular, como nos dice el Salmo responsorial, ‘la piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular’. Te damos gracias señor porque eres el Buen Pastor, das la vida por nosotros,
Queridos hermanos, este domingo del Buen Pastor nos invita a la unidad como humanidad, porque estamos divididos y en guerra, entonces hay que trabajar por la humanidad, como país, como sociedad, herido y lastimado, dividido.
Hay que trabajar en la unidad, y así en el Estado, municipio, la Iglesia. Todos los fieles trabajar en la unidad, porque somos uno, cada uno con sus carismas, pero unidos, caminar juntos siguiendo a Cristo, Buen Pastor. Y lo que debe caracterizar es el amor: este es mi mandamiento, que se amen los unos a los otros.
Los abrazo con todo mi cariño y los bendigo. La bendición de Dios permanezca siempre con ustedes.