La publicación de alcance internacional reconoce en su edición de marzo el trabajo que se realiza desde hace dos años en la parroquia San Juan Apóstol y Evangelista, ahora con mujeres migrantes…
Ana María Ibarra
Un proyecto de atención a mujeres migrantes que viajan solas, embarazadas o con niños, ha llamado la atención de la Revista Time, que en su edición del mes de marzo presenta un reportaje al respecto.
Se trata del albergue de la parroquia San Juan Apóstol y Evangelista, que surgió hace dos años ante la emergencia migratoria que se vivía en aquel momento y permanece.
Impacto internacional
El impacto de este proyecto atrajo a la revista Time por lo que se pusieron en comunicación con Karina Breceda, coordinadora del albergue, para solicitar entrevista y oportunidad de unas tomas fotográficas, a lo que accedió el padre Francisco García, párroco de san Juan Apóstol e impulsor de la idea.
“Fue importante poner a nivel mundial los casos que aparecen, no solo en nuestro albergue, sino en lo referente a migrantes y la violencia en contra de las mujeres y niños. Esa es la parte más importante que resalto de este reportaje”, dijo el padre Francisco.
Este reportaje dio la portada del mes de marzo, mes de la mujer, al albergue, con una imagen conmovedora donde una madre sostiene a su pequeño hijo a contra luz de los vitrales del templo ubicado en el Infonavit Jarudo de Ciudad Juárez, además de resaltar el servicio que realizan.
“Es significativo que nuestra parroquia, nuestra diócesis, aparezca en ese servicio a los más vulnerables, es un poner en altavoz los casos de las personas que quieren cruzar a Estados Unidos, mujeres que viven situaciones extremas, que buscan una oportunidad de rehacer sus vidas y sobrevivir”, señaló el sacerdote.
El albergue cuenta con 47 beneficiarios entre mujeres, niños y niñas, de los cuales seis son menores de seis meses; además, al momento, hay dos mujeres embarazadas, lo que sobrepasa la capacidad del lugar.
Breve historia
El proyecto surgió de la emergencia migratoria que inició hace dos años, por la cercanía de la parroquia con el Gimnasio de Bachilleres que había sido habilitado como albergue ante la llegada de migrantes en caravana.
El albergue en el Gimnasio fue cerrado y llegaron migrantes a la parroquia del padre Francisco García por lo que, en respuesta al llamado del Papa Francisco, ofreció lo que tenía en ese momento, albergando a hombres, mujeres y familias completas.
Fue en enero del 2020 cuando se decidió recibir únicamente mujeres con niños o embarazadas, por lo que fue renovado, ya que al inicio se utilizaban los salones parroquiales como dormitorios.
“Tuvimos la oportunidad de construcción durante el año de la pandemia. Se construyó un espacio más adecuado para mujeres en condición de vulnerabilidad. Son tres dormitorios: Uno con ocho literas para 16 mujeres y sus bebés; un segundo con seis literas, igual para 16 personas. Hay una recamara chica para personas voluntarias”, dijo Patricia, psicoterapeuta.
Añadió que cuenta también con una oficina, cocina y sala, misma que ha sido señalada por el padre Francisco como un lugar para coincidir y limar asperezas que pudieran surgir.
“Esta contingencia nos llevó a ocupar la habitación de las voluntarias para albergar a más mujeres, ahí tenemos dos literas, y adaptamos en el comedor las cunas para los bebés y ellas puedan realizar actividades. Tenemos un patiecito con tierra para que jueguen los niños”, dijo.
Bien organizado
Patricia compartió que son las mismas mujeres quienes cocinan, organizadas en tres grupos aquellas que tienen más de seis meses en el albergue.
“A las que acaban de llegar no las integramos en los grupos hasta que ellas definan que es lo que quieren hacer. Se les permite que piensen lo que van a hacer que sea bueno para ellas y sus hijos. De igual manera contribuyen en los quehaceres del albergue, y con el aseo del templo y las oficinas”, explicó.
Entre otras actividades que realizan las mujeres están las impartidas por la terapeuta, tanto en la terapia de grupo, como individual.
“Para los niños tenemos clases, juegos, y a las mamás les damos estas actividades. Nos han funcionado muy bien porque se encuentran ocupadas”.
En el albergue había tres mujeres inscritas en el programa de MPP de Estados Unidos, mismas que ya se encuentran en el lado americano junto con sus hijos y una de ellas iba con un embarazo de siete meses.
“Una se quedó porque tenía doble papeleo del MPP, uno de Monterrey y otro de Ciudad Juárez. Ella está por cumplir dos años en el albergue, ya se le dijo que vaya pensando qué sigue para ella. Hay otra familia que tiene aquí más de un año. Obviamente con la pandemia no pudimos sacarlas del albergue, por eso ahora se les dan solo 15 días”, dijo.
La intención de la coordinación del albergue es que quienes no están en el programa MPP puedan cruzar también. Algunos abogados que participan en la red de albergues están atendiendo los casos para poder cumplir la meta.
Una respuesta cristiana
Teniendo en claro la Palabral de evangelio en cuanto al servicio a los migrantes, ayudarles, recibirles, darles techo, el padre Francisco asume este llamado con responsabilidad personal y lo ha sabido transmitir a su comunidad y colaboradores.
“Fue arriesgarnos atender a esta población, pero lo que nos suma como equipo es la espiritualidad, es ese Jesucristo que no los dejaría afuera, sin techo, mojadas, porque nos llegaron algunas empapadas, enlodadas, con sus hijos en brazos, con días sin bañarse, sin comer más que un sándwich, niños deshidratados, gracias a Dios estamos atendiendo la necesidad”, expresó Patricia.
Tanto la terapeuta como el sacerdote, se sienten contentos y comprometidos en este servicio del que han recibido tantos beneficios.
“Basta con escuchar sus historias para abrir incluso las puertas de nuestras casas, qué mejor que sea este espacio de iglesia donde el templo esté abierto. Sus historias son desgarradoras. Les digo que las admiro porque son guerreras. Puedo decir que no equivoqué de profesión”, dijo Patricia.
Recalcó que servir en el albergue ha sido muy gratificante desde el aspecto personal, espiritual y profesional.
“Si nos ponemos en los zapatos de otra persona podremos coincidir y apoyarlas. Vale la pena estar aquí y acompañarlas. Es importante hacer eco de esto. Quien lo sostiene es el gran equipo que forman los fieles de la comunidad”, finalizó Patricia.
Dones y regalos en ambos sentidos
“Este servicio me hace sentir contento y agradecido con Dios, pero también con las migrantes y sus hijos porque en verdad nos encontramos con verdaderos dones y regalos a través de ellos. Me siento con la responsabilidad de seguir recibiéndolas”, agregó el padre Francisco.
Para finalizar, compartió que en ocasiones las parroquias giran en torno a los rituales y sus salones a la catequesis, cuando hay una cantidad de posibilidades que se pueden generar en torno a estos espacios, siendo sostenibles desde la solidaridad de la feligresía.
“La migración es una consecuencia de movimientos y jugadas políticas y desgraciadamente pone en juego la vida de las personas. La Iglesia tiene toda la posibilidad de proteger, recibir, ayudar y cuidar a todos estos caminantes, puede ser protectora y de madre, ojalá y que eliminemos los prejuicios y la intolerancia, abriendo nuestras puertas para recibirlos y ellos recuperen fuerzas para que se serenen y continúen su camino”, finalizó.