Ana María Ibarra
Motivada por la devoción que su madre doña Agustina Coronado tenía a la Virgen de Guadalupe y ante el deseo que no pudo realizar de ofrecer una ‘reliquia’ en honor a la Guadalupana, María Trinidad Sifuentes adoptó no solo la devoción a la Morenita, sino que formó una danza junto a su familia para venerarla a través de este peculiar baile.
Semilla sembrada
En 1996, doña Agustina compartió con su hija Trinidad el deseo de preparar una ‘reliquia’ para la Virgen del Tepeyac, sin embargo no pudo lograr ese anhelo ya que antes de las fiestas guadalupanas, Agustina falleció.
En ese momento, Trinidad se sintió impulsada a cumplir el deseo de su madre y adoptó la devoción, por lo que empezó a preparar todo para la ‘reliquia’.
“Al principio la intención era solo hacer la comida para festejar a la Virgencita cada año. Fue una semillita que mi madre sembró con mucho fruto y a raíz de eso nació la Danza Guadalupana 2000 porque yo batallaba para encontrar una danza para mi Virgencita. Tenía que hacer cita desde un año antes para que fueran a danzarle aunque fuera una hora”, compartió Trinidad.
A raíz de esa dificultad para encontrar quien le danzara en la ‘reliquia’, Trinidad decidió formar una danza familiar. Para ello habló con el esposo de una prima hermana, originario de Durango, quien había participado en danzas de aquel lugar.
“El no aceptó inmediatamente, aunque mi prima se lo pedía, él decía que era una gran responsabilidad formar una danza. Poco después mi prima falleció y él se acercó a mí para que iniciáramos la danza. Creo que cada persona que se va deja una semilla, así sucedió con mi madre y mi prima”, afirmó Trinidad.
Disponibles a danzar
Finalmente la danza comenzó a formarse en el año 1999 y fue en octubre del 2000 cuando el grupo danzó por primera vez en la parroquia san Francisco de Asís.
“Nos invitaron a danzar en la peregrinación de su fiesta patronal. Fueron nuestros pininos. Acudimos sin saber nada y fuimos esa vez la danza más grande en esa colonia.
Estamos muy agradecidos porque nos han invitado de varias partes. Hemos ido a Durango cinco veces, el gobierno de allá nos ha mandado el camión para que vayamos”, dijo contenta.
Familia unida en la fe
Agradecida con Dios por seguir unidos como familia y en la fe a través de la devoción a la Virgen de Guadalupe, Trinidad reconoció que antes de la danza, su familia vivía alejada entre sí y de Dios.
“A raíz de la danza estamos unidos en la fe. Estamos agradecidos con la Virgencita, que gracias a Dios nos ha bendecido bastante. La fe es la que nos mueve”.
Esta unión familiar es motivo de alegría para Trinidad, pues desde iniciada la danza sus hijos se involucraron con entusiasmo y ahora sus nueras y sus nietos se han integrado.
“Mi familia aporta tanto para la reliquia como para la danza. El patrocinio para la vestimenta es de mi esposo. Una tía que tiene 80 años me ayuda a reparar las nagüillas, ella también es parte de esto. Somos un equipo, con uno que nos falle no se logra nada, pero gracias a Dios todos estamos unidos y hemos logrado lo que tenemos, todo para honrar y venerar a la Virgen de Guadalupe”, finalizó Trinidad.
Para saber…
La reliquia es un evento popular que involucra aspectos religiosos, gastronómicos y filantrópicos. Consiste en que familias organicen y compartan de manera tradicional, año con año, comida que ellos mismos preparan para compartir con los demás. La “reliquia” concretiza el culto que se hace a algun santo o advocación de la Virgen. Es tradición que la comida que se ofrece sean diferentes tipos de sopas de pasta, y asado de puerco. Se ofrece de manera gratuita como una manda o voto al santo o a la Virgen.