El padre Robert Thames vivo pocos años en Ciudad Juárez, pero ese tiempo que compartió con los fronterizos y sirvió a la Iglesia diocesana de Ciudad Juárez, fue suficiente para ganar el corazón de muchos fieles y sembrar una semilla de amor que hoy sigue dando fruto.
Originario de Estados Unidos y proveniente de la diócesis de Fort Worth, Texas, el padre Robert sirvió durante varios años en parroquias como Santa María de los Ángeles, La Santa Cruz, Nuestra Señora del Carmen y lo que hoy es la parroquia San Lucas, además de las capillas de aquellas circunscripciones parroquiales.
Los hizo peregrinos
El padre Benjamín Gaytán lo conoció en Santa María de los Angeles, a donde llegó en su servicio pastoral siendo seminarista.
“Me impresionó su vivienda, vivía como pobre. Tenía un cuartito y un bañito y era todo, como a la par de la zona donde vivía. Era un hombre muy escencial, muy ascético muy consecuente con sus convicciones”, dijo el padre Benjamín.
El sacerdote formador del Seminario recuerda que el padre Robert le cometó que tenía ascendencia alemana, y dijo que ésta la reflejaba en su fortaleza, en su firmeza al formar a los fieles y seminaristas.
“Era muy bueno de corazón, pero también analítico. No era el típico buen pastor que sólo va desde el corazón, sino de cabeza pensante”, agregó el padre Benjamín, quien se siente marcado por el trato que tuvo con el padre Robert en el tema de la cercanía con la gente, que siempre les pidió a los seminaristas.
Ejemplo a seguir
Cuestionado sobre cómo esto le ayuda hoy en su misión como formador de futuros sacerdotes, el padre Benjamín recordó que a ellos el padre los enviaba a conocer las colonias.
“Nos dejaba en la calle, como abandonados, a ver qué hacíamos. Y comenzábamos a tocar puertas y a presentarnos con las familias. Impulsaba a un encuentro muy humano, más como peregrinos que como misioneros”.
“Luego comentábamos con él la experiencia y nos pedia un servicio concreto. Ahora como que hay más resistencia. Se olvida la parte de primero pisar la tierra de los demás y ambientarse”, dijo el padre Benjamín, quien recuerda este testimonio ahora que escucha al papa Francisco decir que se ha separado la formación, de la atención a los pobres.
“Me parece que ahora no debemos confiar tanto en nuestros papeles, títulos o esquemas, ni depender de recursos materiales, sino vivir en la confianza y el amor”, dijo.
Así, el padre Benjamín Gaytán se siente agradecido por los cuatro años que compartió con el padre Robert Thames, quien hoy ofrece servicio pastoral en Bolivia.
“Siempre me procuró y me dio su amistad, llegó a comer con mis papás y me buscaba para hacer celebraciones. Aunque nunca me lo dijo de palabra, yo sentí que le gustaba mi proceso”, finalizó.
Inspirada en su ejemplo
Como un hombre sencillo, humilde y que se da a los demás, recuerda la religiosa Dolores Díaz, de la congregación de Carmelitas del Sagrado Corazón, al padre Robert Thames.
La religiosa, originaria de Ciudad Juárez y consagrada desde hace 26 años, compartió con el padre Robert en su estancia en la Parroquia del Carmen, donde pertenecía al grupo de pláticas pre bautismales.
“El padre nos daba acompañamiento espiritual. Nos reuníamos una vez, hacíamos oración y nos ayudaba a discernir”, recordó la religiosa en una entrevista telefónica desde la Ciudad de México, donde se encuentra el convento en el que sirve.
La hermana Dolores recordó que, cuando el padre Robert fue párroco en Santa María de los Ángeles, ella acudió a un acompañamiento espiritual y se quedó impactada por su trabajo, por su seguimiento radical a Cristo y su actitud humilde y vida sencilla.
“Es un hombre de una extrema sensibilidad ante la necesidad de los demás.Vivía pobre en la palabra y en los hechos. Se comprometió con su parroquia para promover la vivienda y los servicios. En aquel tiempo había muchas casas de cartón, de lámina, y el padre se comprometió a una promoción comunitaria, organizando con líderes en la parroquia”, recordó.
Con tal testimonio, la joven Dolores se sintió inspirada a valores como la fidelidad, la honestidad y el compromiso con los necesitados y tiempo después optó por la vida religiosa, en una comunidad contemplativa, como son las Carmelitas.
“Siempre estaba atento a acompañarnos en una experiencia espiritual sólida”, dijo Sor Dolores, quien aprendió además del padre Robert, el apostolado en la cárcel, ya que con él vivieron una experiencia de pastoral penitenciaria durante tres años de visita al Cereso.
Inspirado a la promoción humana
Don Jesús Contreras recuerda con mucho cariño y agradecimiento al padre Robert. Dice que a él le debe su actual trabajo como asistente en la diócesis, para trámites y gestiones con el municipio, en una labor que hace con el padre Hesiquio Trevizo.
Todavía tiene fresco el recuerdo del momento en que el padre Roibert fue nombrado párroco de Santa María de los Angeles, desprendida de la parroquia La Santa Cruz, de la que era párroco el padre Leopoldo Nevárez.
“El padre Polo nos pidió que los que viviéramos por el Arroyo de las Víboras nos fuéramos a ayudar al padre Roberto y así lo hicimos. Yo lo ayudaba como cualquier otro feligrés”, dijo.
Don Jesús recordó que el padre Robert trajo a la diócesis a las Misioneras de la Pastoral, y a los sacerdotes que pasaron por sus comunidades y tuvieron un impacto positivo en su formación: Salvador Magallanes, Miguel Cisneros, Benjamin Gaytán, Eduardo Hayen, Eliseo Ramírez, Amadeo Ruiz y Martín Magallanes.
Igualmente el rasgo del padre Robert, que llegaba a las casas de las familias y decía; “Vengo a comer…pero no te preocupes, dame lo que tengas. No quiero comida especial, quiero comer contigo”, les decía el sacerdote que recorría su territorio en una motocicleta.
Le debe su trabajo
Pero la mayor huella que el padre Robert dejó en la vida de don Jesús, es el ánimo que le infundió en el trabajo de la promoción humana.
“Cuando llegué a esa colonia no había servicios y me empecé a involucrar para conseguirlos. El padre Robert me dijo: ‘preocuparse por su comunidad solicitando servicios, también es evangelizar’. Eso se me quedó muy grabado”, dijo don Jesús.
“El trabajo que tengo se lo debo al padre Robert”, sentenció al recordar que el padre Robert comenzó a mandarlo a atender los pendientes de la parroquia Y le ayudó a conseguir firmas para pedir el servicio de drenaje en la colonia Francisco Sarabia, ya que daba espacio en los avisos parroquiales.
Luego, el padre Robert pidió a don Jesús realizar trámites para legalizar el terreno de la entonces capilla San Lucas, y en sus visitas a las dependencias, un funcionario municipal le pidió dar seguimiento a trámites de otras parroquias.
Así fue como este funcionario contactó a don Jesús con el padre Alfredo Abdo y el padre Hesquio Trevizo, quienes luego lo asignaron como empleado para este tipo de gestiones.
“Si el padre Robert no me hubiera encomendado el trámite de San lucas, no estaría yo aquí”, dice don Jesús, empleado de la diócesis desde hace 24 años.