Ana María Ibarra
Hombres, niños y mujeres, la mayoría de la zona centro, descubrieron a través del signo del lavatorio de los pies, el amor de Dios.
Esto en la conmemoración de la Institución de la Eucaristía que se realizó el jueves 13 de abril en Catedral, donde el obispo don José Guadalupe Torres Campos lavó los pies a 15 personas.
En esta celebración diocesana de Jueves Santo, el obispo hizo eco de la iniciativa del Papa Francisco, quien hace un año permitió hacer el lavatorio no sólo a varones, sino a otros miembros de la Iglesia, para significar a Cristo, que sirve a toda la Iglesia.
Mandamiento del amor
En su homilía, el obispo reflexionó la celebración de la Cena del Señor, donde Jesús anticipó a sus discípulos su entrega, en la que ofreció su Cuerpo y su Sangre.
“Sabiendo Jesús que había llegado su hora, instituye la Eucaristía y nos invita a vivir en el amor. La Eucaristía es sacramento de amor. Jesús lava los pies a sus discípulos como signo de amor”, reflexionó el obispo.
Añadió que el cristiano de hoy tiene plena conciencia de lo que se celebra en el Sacrificio, sin embargo, dijo, se debe tener conciencia también del sentido comunitario del sacramento Eucarístico.
“Alimentado de Cristo se me invita a dar mi vida a mi hermano, amar a los hermanos, servir, dar la vida”, resaltó el obispo al invitar a los fieles a reflexionar en el mandamiento del amor.
Lavatorio de los pies
Visiblemente contentos, los elegidos a participar en el lavatorio de los pies subieron al presbiterio a tomar su lugar. Emotivo fue el momento en que monseñor Torres hizo el gesto con cada una de las personas elegidas.
Los niños y niñas se mostraron alegres, mientras que algunas mujeres se conmovieron hasta las lágrimas, al igual que uno de los varones.
Para el pueblo de Dios ahí reunido, el momento tuvo mayor significado, pues previamente se les había hablado de lo que acontecería.
Después de lavar los pies a los participantes, el obispo les obsequió un pan, mismo que fue bendecido, junto con el pan que los fieles llevaron, al concluir el lavatorio.
Traslado del Santísimo
Al concluir el momento de la Comunión, se llevó a cabo el traslado del Santísimo Sacramento a la Misión de Guadalupe, donde fue colocado en el Tabernáculo para ser adorado durante el resto de la noche.
El obispo se arrodilló unos minutos ante el Santísimo y oró en silencio. Luego regresó a la Catedral para, junto con los sacerdotes Eduardo Hayen, Jesús Ramírez y Leonardo García, desnudar el Altar, mientras, guiados por el diácono permanente, recitaban el Salmo 50 “La Misericordia del Señor”.