Ha aumentado el gozo en la Diócesis de Ciudad Juárez por la gran noticia de la visita del papa Francisco entre nosotros. Es una alegría en medio del Adviento, un alegría que viene a darle más calidez a la Navidad, porque todo esto no es sino un regalo del Niño Dios que nos va a nacer…
Mons. José Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Los abrazo con todo mi cariño a todos ustedes y a través de los medios de la diócesis me pongo en contacto con toda la comunidad diocesana, a través de Presencia y también Radio Guadalupana y de otros medios los saludo.
Seguimos avanzando en el tiempo de Adviento. Este domingo estamos celebrando el cuarto domingo del Adviento, ya prácticamente muy cercanos los días de la Navidad. Hemos encendido este domingo la cuarta vela de la corona de Adviento, va aumentando la luz porque se acerca El que es la luz, el Señor de la luz que nos viene a dar la luz, que es Cristo Nuestro Señor que nos va a nacer, y estaremos ya bien preparados este 24 de diciembre, en la Nochebuena para, como nos dijo el Santo Padre, el Papa Francisco, que cada corazón, que cada familia, que cada hogar sea un recinto del nacimiento del Salvador. Se nos sigue invitando en las lecturas de este tiempo sobre la importancia de estar preparados, de estar alertas, de estar vigilantes, de no distraernos con cosas meramente materiales.
Gracias a Dios estos últimos días ha aumentado la alegría, ha aumentado el gozo en todo México y también en nuestra Ciudad Juárez, en la Diócesis de Ciudad Juárez por la gran noticia de la visita del papa Francisco entre nosotros. Todo mundo ya lo intuía, todo mundo ya escuchaba noticias: ¿va a venir?¿va a venir?… ¿el señor obispo qué dice?… y yo calladito, muy prudente, hasta que el 12 de diciembre el papa lo confirmó, lo hizo oficial, y también nosotros.
Desde ese día, 12 de diciembre causó en la diócesis una alegría, un movimiento que impactó más allá de la diócesis. Yo he recibido llamadas telefónicas de amigos de Guanajuato, amigos de Guadalajara , familiares de la misma querida Diócesis de Gómez Palacios donde estuve seis años, y me dicen: señor obispo lo vimos, dio la noticia del papa que va a ir, ¡qué bonito, que alegre!
Es una alegría en medio del Adviento, un alegría que viene a reforzar la Navidad que viene a darle más calidez a la Navidad, porque todo esto no es sino un regalo de Dios, un regalo del Niño Dios que nos va a nacer.
Por eso escuchamos el día de hoy, domingo 20 de diciembre, Cuarto Domingo de Adviento, estas palabras del profeta Miqueas: “De ti, Belén Efrata pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel cuyos orígenes se remontan a tiempos pasados…”.
Quiero señalar “de ti pequeña entre las aldeas” para resaltar que el Señor nace en el pequeño, en el humilde, en el sencillo, en el pobre y que dice la preparación, ahí quiere nacer el Señor, en la pequeñez, en la sencillez, en la humildad de nuestro pueblo y yo los invito a que en estos últimos días ya muy cercanos a la Navidad, nos sigamos preparando en ese sentido de la oración, de la vigilancia, para que estemos bien contentos, felices, celebrando la Navidad como un don de Dios, Dios que se acerca, Dios que viene a nuestro encuentro.
Y como decía también el papa Francisco, tú eres la primera Navidad, la Navidad está en tí, en tu familia, en tu corazón, en tu barrio, ahí está la Navidad, que ahí nazca el Señor, la Navidad, que ahí reine Cristo entre nosotros en la diócesis, en el decanato, en la parroquia, en el grupo juvenil, en los niños de la catequesis, en los ministerios de liturgia, de caridad, etcétera. Que ahí se viva la Navidad, pero también de un gran compromiso, si Él viene enriqueciéndonos con su amor, nosotros enriquecer a los demás con su amor.
De antemano les doy un fuerte abrazo muy lleno de amor como padre y pastor a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad de esta muy amada Diócesis de Ciudad Juárez. Los quiero mucho y que sigamos en la expectativa, que sigamos en la alegría del gozo de el Señor, del Príncipe de la Paz que nace en todas las personas. Y que los bendiga Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo