Claudia Iveth Robles
“Aborté hace más de 30 años y aunque mi herida ha sanado, aprovecharé este Año Santo para ganar indulgemcia plenaria y recibir el perdón de Dios por el pecado cometido, porque Dios es misericordioso”.
Estas son las palabras de “Ramona”, quien pasó un terrible calvario luego de ese aborto, pero hoy agradece la misericordia de Dios hacia su persona, e invita a los fieles a participar de las procesiones para ganar indulgencia plenaria.
“Cometí un pecado gravísimo y este año de la misericordia es una oportunidad muy grande, que Dios nos está dando a personas como yo, que hemos abortado. Sentir el perdón de Dios es una gran oportunidad”, dijo, aunque aclaró:
“Me siento perdonada por Dios, y ahora soy su servidora, porque sé que su misericordia es grande ”, expresó la entrevistada.
Un gran dolor
Fue hace 30 años cuando Ramona se practicó un aborto, que, de acuerdo al Código de derecho Canónico, trae como consecuencia la excomunión instantánea.
La mujer tenía 20 años de edad, estaba casada y tenía un hijo, pero como vivían en una situación económica difícil, cuando supo de su embarazo se sintió perdida.
“Una tía me escuchó y me dijo: ‘usted vive una situación dificil y esta embarazada, yo conozco una partera que le va ayudar’”.
Ramona aceptó ir sin saber de qué se trataba. Tenía entonces tres meses de embarazo y en la cita, la partera la examinó y le ofreció algo de tomar. Le dio una basinica porque “iba a sangrar”.
“Más tarde empecé a sentir dolores, pero nunca pense que saldría mi bebito chiquito. De verdad, Dios sabe que cuando vi al bebito yo me quería morir… empecé a gritar y desde ese momento empezó mi calvario”, dijo.
Luego de ese hecho Ramona se sentía una asesina. Su conciencia estaba hecha pedazos.
“Viví un infierno, me enfermé de los nervios, pensaba continuamente en mi bebé y en la muerte, al grado de quererme quitar la vida. Pensaba que Dios nunca me perdonaría”, dijo.
Con el paso de los años su alma no sanó, pues como volvió a embarazarse y tuvo dos hijos más, siempre se imaginaba a ese bebé abortado y le torturaba pensar cuántos años tendría y cómo sería si viviera.
Acompañamiento
Un día Ramona decidió ir a confesarse con un sacerdote. Lo hizo y se sintió algo aliviada, pero una inquietud seguía lastimando su corazón hasta que conoció al padre Richard Thomas (qepd), de El Paso, quien, en cuanto la vio, le dijo: “¿abortaste verdad?”.
Tras el acompañamiento que recibió del sacerdote jesuita Ramona recibió lo necesario para recuperarse y sanar su alma y espíritu.
“El me decia que yo estaba muy dañada, que tenía mucha culpabilidad y eso no me dejaba caminar, me dio seguimiento espiritual y me ayudó a recuperarme…recuerdo que le hice una carta a mi bebé”, dijo.
Portadora en carne propia del dolor que se vive en el aborto, Ramona quiso invitar a otras mujeres que consideran esta posibilidad, a no hacerlo bajo ninguna circunstancia, pues de cualquier forma se vive el dolor del pecado.
No obstante, también aseguró a mujeres que se han practicado un aborto, que deben confiar en la misericordia de Dios, y ahora, aprovechar la invitación del papa Francisco, para sentir su amor y su perdón.
“Ir a los pies del Señor y pedirle perdón porque Dios nos perdona y si hay un verdadero arrepentimiento, creánme que Dios nos va a perdonar”, dijo.
Ramona acudió recientemente a una peregrinación para ganar indulgencia plenaria en este Año de la Misericordia, pero por problemas de salud no pudo terminarla. Sin embargo, espera poder repetir, u ahora sí concluir la peregrinación para obtener la indulgencia.
“Dios nos da oportunidades para que tengamos un verdadero arrepentimiento”, finalizó.