Agencias
El domingo 14 de diciembre el papa León XIV celebró la Misa por el Jubileo de los Presos en la que participaron cientos de personas que están actualmente cumpliendo condena y que llegaron desde decenas de países como Brasil, India, Alemania, Colombia y España, entre otros.

En la Solemnidad del III domingo de Adviento, conocido como el domingo de la alegría, el Papa León XIV presidió la Santa Misa en la Basílica de San Pedro con motivo del Jubileo del mundo penitenciario, concluyendo con éste los grandes eventos del Año Santo.
En su homilía, León XIV ha reconocido las dificultades de la vida en prisión y el desafío que representa mantener la fe y la perseverancia frente a las adversidades: “Es verdad, la cárcel es un entorno difícil y hasta las mejores intenciones pueden encontrar muchos obstáculos. Precisamente por eso, no hay que cansarse, desanimarse o retroceder, sino seguir adelante con tenacidad, valentía y espíritu de colaboración”, dijo.
Pero, al mismo tiempo, recuordó que la justicia auténtica busca la reparación y la reconciliación más que el castigo exclusivo:
“Son muchos los que aún no comprenden que hay que levantarse de toda caída, que ningún ser humano coincide con lo que ha hecho y que la justicia es siempre un proceso de reparación y reconciliación”.
León XIV abrió la puerta a la esperanza, recordando también que incluso en los contextos más difíciles es posible cultivar valores como la sensibilidad, la misericordia y la capacidad de perdón: “Del duro terreno del sufrimiento y el pecado brotan flores maravillosas”, dijo.
Igualmente, el Pontífice destacó la importancia de medidas concretas de reinserción y recuperación de la confianza de las personas privadas de libertad, mencionando el deseo expresado por el Papa Francisco de conceder formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad: “Confío en que en muchos países se dé cumplimiento a su deseo. El Jubileo, como sabemos, en su origen bíblico era precisamente un año de gracia en el que, de muchas maneras, a todos se les ofrecía la posibilidad de empezar de nuevo”.
Por último, mencionó los enormes los desafíos actuales del sistema penitenciario como el hacinamiento, las limitaciones en los programas educativos y laborales, y la necesidad de acompañamiento personal en los procesos de conversión y sanación emocional: “no olvidemos, a nivel más personal, el peso del pasado, las heridas que hay que curar en el cuerpo y en el corazón, las desilusiones, la infinita paciencia que se necesita, consigo mismo y con los demás, cuando se emprenden caminos de conversión, y la tentación de rendirse o de no perdonar más”.
El papa concluyó así: “sólo hay una cosa importante: que nadie se pierda y que todos se salven”.
Cierre de puertas santas
Luego de este último Jubileo, vinieron los eventos de clausura del Año Santo. El 25 de diciembre el Papa León XIV clausuró la Puerta Santa de la Basílica Santa María la Mayor, donde celebró una misa especial.
El 27 de diciembre se clausuró la Puerta santa de la Basílica de san Juan de Letrán, mientras que hoy mismo, 28 de diciembre se clausura la Puerta Santa de la Basílica de San Pablo extramuros.
Ya en 2026 el 6 de enero, se cierra la última puerta Santa para dar por concluído el Año Jubilar de la Esperanza. La puerta de la Santa Basílica de San Pedro, donde también el Papa celebrará la santa Misa.
La Puerta Santa volverá a abrirse en 2033, cuando la Iglesia celebrará el Año Santo Extraordinario de la Redención.
































































