«Hoy, amadísimos, ha nacido nuestro Salvador. Alegrémonos. Nadie se crea excluido de tal regocijo» San León Magno

Contemplar el misterio
Queridos hermanos y hermanas:
Los obispos de México nos dirigimos a ustedes en esta Navidad con el corazón lleno de esperanza y alegría. Hace apenas unas semanas les compartimos nuestro mensaje como pastores que caminamos con ustedes ante tantos desafíos no resueltos de nuestra patria. Hoy queremos hablarles desde otra mirada: desde el silencio del pesebre, desde la contemplación del misterio de esa noche que nos envuelve a todos con renovados sentimientos de asombro y esperanza.
San Agustín nos ayuda a comprender lo incomprensible: «Se hizo hombre quien hizo al hombre. El que sostiene el mundo cabe en un pesebre. El Pan de vida tiene hambre. La Fuente tiene sed. La Luz duerme». Este es el misterio y la gloria de nuestra fe: Dios se hace pequeño para hacernos grandes. Dios se hace vulnerable para sanar lo que en nosotros está roto, Dios se hace cercano para que nosotros seamos hermanos.
Que en la Nochebuena y el día de Navidad dejemos que la presencia de Cristo ilumine nuestro corazón herido por la discordia y el Niño de Belén nos recuerde que somos profundamente amados por nuestro Dios y que nunca nos abandona en medio de nuestros anhelos y sufrimientos.

La familia: Donde Dios quiso nacer
José y María, en su pobreza, en su camino incierto hacia Belén, en su búsqueda de posada, nos revelan algo esencial: la familia es el santuario que Dios eligió para hacerse presente en la historia, la familia es el lugar sagrado donde la vida se comunica, se recibe y se ama.
Contemplamos en José, al hombre justo que protege la vida, que trabaja con sus manos y que se levanta para poner a salvo a los suyos. Contemplamos en María, a la madre que guarda todo en su corazón, que canta el Magnificat, es decir, la alabanza a Dios que está siempre presente para quien lo busca con un corazón sencillo. Contemplamos a Jesús el Hijo, que con su presencia santifica los lazos más sencillos y sólidos del amor humano.
El Papa León XIV, en su reciente homilía por la fiesta de Guadalupe elevó esta suplica a la Virgen María: «Fortalece a las familias: que, siguiendo tu ejemplo, los padres eduquen con ternura y firmeza, de modo que cada hogar sea escuela de fe». A ustedes, familias mexicanas que enfrentan tantas tormentas e incertidumbres, les decimos en esta Navidad: miren nuevamente al pesebre. Ahí está la respuesta que Dios nos ofrece. El amor sencillo, fiel y cotidiano, es más fuerte que cualquier amenaza.

María de Guadalupe: Portadora del amor de Dios
La tilma de Juan Diego es el primer pesebre de América: María, estampando su imagen se presenta a los antiguos pueblos y culturas de estas tierras para mostrarles a Cristo que les lleva a una nueva experiencia de Dios y a un nuevo sentido de la vida, «allí donde la alegría humana no basta» (cf. Jn 2,3).
El Papa León XIV meditó con profundidad sobre este misterio: «En medio de conflictos que no cesan, injusticias y dolores que buscan alivio, María de Guadalupe proclama el núcleo de su mensaje: ¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre? Es la voz que hace resonar la promesa de la fidelidad divina, la presencia que sostiene cuando la vida se vuelve insoportable… Y como hijos, nos dirigiremos a ella para preguntarle: Madre, ¿qué debemos hacer para ser los hijos que tu corazón desea?
Ella, fiel a su misión, con ternura nos dirá: Hagan lo que Él les diga» (Jn 2,5)».
Hermanos y hermanas, aquí está la orientación definitiva de nuestra vida, hacer lo que Cristo nos pide: Amar a Dios poniendo en Él toda nuestra confianza; vivir como hermanos superando toda confrontación; buscar la verdad y realizar el bien alejándonos de la mentira y el mal. No hay otro camino.

Guadalupe: Un horizonte de Gracia
Nos acercamos al V Centenario del Acontecimiento Guadalupano a realizarse en 2031. Ustedes, nosotros, somos la generación que prepara este Jubileo, que renueva la fe, que reconstruye con paciencia el tejido herido de nuestra patria. La Novena Intercontinental Guadalupana y nuestra pastoral bajo el lema «Una Tilma, Un Corazón» son instrumentos para este camino. María guarda nuestra historia en su corazón, con su mirada nos comunica el Evangelio de la salvación para que lo llevemos a la vida en todo lo que somos y realizamos.
El Santo Padre elevó una súplica que resuena con urgencia en estos momentos de nuestra patria «Acompaña, Madre, a los más jóvenes, para que obtengan de Cristo la fuerza para elegir el bien y el valor para mantenerse firmes en la fe. Aparta de ellos las amenazas del crimen, de las adicciones y del peligro de una vida sin sentido». Jóvenes de México: María, nuestra madre espiritual camina con ustedes y los conduce siempre hacia Cristo: «Allí donde llega la Buena noticia, todo se vuelve bello, todo recupera la salud, todo se renueva».
2026: Año de la Esperanza, conmemorando a nuestros mártires
En este año que comienza se cumple un siglo desde que muchos hermanos nuestros comenzaron a sellar con su sangre la confesión de fe: «¡Viva Cristo Rey!» No era un grito de guerra, sino de amor. Amor a Cristo, amor a la libertad religiosa, amor a una patria donde se pueda vivir la fe sin temor.
Durante el centenario de la Encíclica del Papa Pio XI Quas Primas con la que instituyó la fe litúrgica de Cristo Rey, hemos compartido las catequesis «Venga tu Reino» que fueron semillas para este momento. Ahora toca que esas semillas den fruto. Que la memoria de los mártires no sea nostalgia, sino profecía. Que su testimonio nos cuestione:
¿Qué nos toca realizar ahora para dar testimonio del Reino de Cristo, reino de paz, de libertad, de justicia y de amor?
El Papa León XIV pidió a la Virgen: «Enseña a las naciones que quieren ser hijas tuyas a no dividir el mundo en bandos irreconciliables, a no permitir que el odio marque su historia ni que la mentira escriba su memoria». México necesita esta gracia. La reconciliación no es debilidad; es la fortaleza de quienes saben que solo el amor construye.
Conclusión
Hermanos y hermanas: que el Niño de Belén renueve su presencia esta Nochebuena en sus corazones. Que la Sagrada Familia bendiga sus hogares y los convierta en santuarios de la vida y de la fe. Que busquemos juntos los caminos de paz y reconciliación que México necesita. A ustedes familias, que resisten las adversidades de cada día con amor; a ustedes jóvenes, que buscan luz en medio de la oscuridad; a ustedes que llevan el peso de la enfermedad, de la soledad o el destierro; a ustedes hermanos migrantes, cuyo rostro es el rostro de Cristo peregrino; a todos les decimos con san Pablo «La esperanza no defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones» (Rom 5,5).
Que 2026 sea un año de gracia, que sigamos construyendo, piedra sobre piedra, esa «Casita Sagrada» que María pidió en el Tepeyac: para que seamos un México donde Dios sea ensalzado, donde su amor sea puesto de manifiesto, donde cada hijo suyo encuentre un hogar.
¡Feliz Navidad!
¡Feliz y bendecido Año Nuevo 2026!
¡Viva Cristo Rey!
¡Viva Santa María de Guadalupe!
+ Ramón Castro Castro, Obispo de Cuernavaca/Presidente
+ Héctor M. Pérez Villarreal, Obispo Auxiliar de México/ Secretario General
































































