Extractos del Mensaje de los obispos (CEM) ante las intensas lluvias y sus devastadoras consecuencias en diversos Estados de la República…Y una reflexión sobre cómo debe ser la caridad en estos casos…

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Ante las intensas lluvias que entre los días 06 y 11 de octubre azotaron diversas regiones de nuestro país, causando inundaciones, desbordamientos de ríos y pérdidas humanas y materiales en los estados de Veracruz, Hidalgo, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí, la Conferencia del Episcopado Mexicano eleva su oración y expresa su profunda cercanía con todo el pueblo de Dios que sufre las consecuencias de esta tragedia.
De manera particular, acompañamos en su dolor a las comunidades más afectadas en el norte de Veracruz: Poza Rica, Tihuatlán, Álamo Temapache y Papantla, donde el desbordamiento del río Cazones y las lluvias torrenciales dejaron bajo el agua miles de hogares, destruyeron cultivos y cobraron vidas humanas.
Como nos recuerda el Salmo: «Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza, auxilio oportuno en la tribulación» (Sal 46,2).

La dimensión de la tragedia
Según cifras preliminares de las autoridades, lamentamos profundamente el fallecimiento de al menos 76 personas en estos Estados, así como la desaparición de otras 18, cuyas familias viven en la angustia de la incertidumbre. Más de 100,000 personas han resultado afectadas, miles de viviendas han sufrido daños totales o parciales, y comunidades enteras permanecen incomunicadas. Elevamos nuestras oraciones por el eterno descanso de quienes perdieron la vida, y pedimos al Señor que conceda fortaleza y esperanza a sus familias en medio del dolor.

Impacto y acción
Manifestamos nuestra solidaridad con todas las familias damnificadas que han perdido sus hogares, sus bienes, sus cultivos y sus medios de sustento. El impacto económico y social de esta catástrofe es enorme, y como Iglesia no queremos permanecer indiferentes ante el sufrimiento de nuestros hermanos.
Como Iglesia, no nos limitamos a las palabras: actuamos. Desde el primer día la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Cáritas Nacional, a través de la red nacional de Cáritas, ha estado coordinando la recepción, canalización y distribución de ayuda humanitaria a través de las Cáritas diocesanas de cada lugar afectado, para llegar de manera directa y transparente a quienes más lo necesitan.
Agradecemos la labor de las Cáritas Diocesanas que han organizado y movilizado los recursos de la comunidad católica, así como de hombres y mujeres de buena voluntad, para responder a esta emergencia. Asimismo, reconocemos la solidaridad entre las Cáritas de distintas diócesis de México, que han organizado centros de acopio y/o colectas para sumarse a la asistencia humanitaria que las Cáritas locales brindan en los municipios afectados.
Invitamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a sumarse a esta noble labor de caridad, ya sea mediante donativos en especie, recursos económicos o trabajo voluntario, siempre a través de los canales oficiales que cada diócesis tenga establecidos en coordinación con Cáritas Nacional.
Confiamos en que, con la ayuda de Dios y la solidaridad de todos, estas tierras hermanas se levantarán nuevamente, demostrando la fortaleza, la fe y la capacidad de resiliencia de nuestro pueblo mexicano.

Vaticano, presente
La secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, la Hna. Alessandra Smerilli, visitó las zonas afectadas por las inundaciones en la diócesis de Tulancingo, en el centro de México, llevando el mensaje de cercanía, oración y esperanza del Papa León XIV a las comunidades que han sufrido graves pérdidas materiales y humanas.
Durante su recorrido, realizado en la última semana de octubre, la religiosa italiana se reunió con las familias que lo perdieron todo a causa de las lluvias, así como con sacerdotes, religiosas y voluntarios que trabajan en la asistencia humanitaria y en la reconstrucción de viviendas.
Caridad, cuándo y cómo
Ana María Ibarra
La solidaridad y la empatía son valores humanos y cristianos que los mexicanos desbordan en acciones de caridad en situaciones adversas como los recientes desastres naturales que azotaron en distintos estados del país.
Sin embargo, hablar de caridad, o hacer caridad, no significa desprenderse impulsivamente, sino conocer la realidad y analizar las necesidades de aquellos que requieren ayuda. De esta manera la ayuda será eficaz y oportuna.
Así lo expuso la hermana Mónica Olivas, de la congregación Siervas de los Pobres, quien hizo una reflexión sobre el tema de la caridad.

La organización, es para la hermana Mónica Olivas, la mejor manera de ayudar en situaciones de desastre como las que ocurrieron a principios de este mes de octubre.
«En estos casos lo mejor es la organización a través de instituciones creíbles y comisiones con experiencia que puedan ser puente para hacer llegar las donaciones a sus destinatarios. Otra forma sería creando redes de ayuda solidaria», explicó.
La religiosa mencionó que si bien en casos de contingencia las necesidades abundan, no toda ayuda, ayuda.
“Es importante conocer la realidad de la comunidad o población, porque no siempre la ayuda que se envía o dona es la correcta o la más necesaria ni lo más urgente en ese momento”, señaló.
Por lo anterior, reiteró, al querer donar durante algún desastre natural es necesario conocer la realidad que se está viviendo.
“Primeramente debemos preguntarnos en qué situaciones está la comunidad, qué necesitan, qué es lo más urgente y necesario. Necesitamos informarnos, conocer la realidad y luego actuar para poder ser más eficaces en la situación emergente que se vive”, dijo.
Una forma de vida
La solidaridad no debe ser una acción temporal, que solo se realice cuando existe una necesidad urgente o ante una contingencia, sino que el cristiano debe esforzarse para hacer de la caridad un estilo de vida, expresó la religiosa.
“Se puede hacer de la solidaridad una forma de vida a través del esfuerzo de todos, teniendo en cuenta la solidaridad como una virtud y el principio del bien común, ya que ayudar al pobre es una cuestión de justicia, antes que de caridad. También a través de una actitud de gratuidad ya que: hay más alegría en dar que en recibir», expresó la hermana Mónica.
Por otra parte, advirtió que la caridad mal encausada puede convertirse en un acto egoísta.
“La caridad puede tener motivaciones de interés personal, lo que hace que la persona se sienta bien, justificando sus acciones y faltando a la dignidad de las demás personas.
Por eso es necesario un cambio de mentalidad, donándose gratuitamente a la causa de los más desfavorecidos. Es necesaria la empatía y el desinterés personal”, señaló.
Reflexionando sobre los tiempos actuales en que la tecnología y las redes sociales son instrumentos de interacción entre la humanidad, la hermana Mónica mencionó que es posible vivir la caridad a través de dichos medios.
«La caridad se puede vivir mediante las redes sociales a través de constatar la veracidad de los hechos, de la comunicación y divulgación, de la sensibilización y promoción de las personas”, dijo.
Para concluir, la hermana Mónica resaltó: “La mejor forma de practicar la caridad es siendo empáticos, solidarios, sensibles, con capacidad de organizar y convocar a la sociedad para la ayuda mutua y el bien común”.


































































