Diana Adriano
“Migrantes, misioneros de esperanza”, fue el lema bajo el cual se celebró la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado en todo el mundo.
Este año, la jornada, que corresponde a su edición número 111, se realizó el domingo 5 de octubre, en coincidencia con el Jubileo de los Migrantes que tuvo lugar en Roma.
En Ciudad Juárez, la conmemoración se llevó a cabo en la Casa del Migrante, donde se ofreció una misa presidida por el obispo don José Guadalupe Torres Campos y concelebrada por el padre Francisco Bueno, director de la institución.
Dentro del templo, destacaban las banderas de distintos países, símbolo de los pueblos con mayor flujo migratorio y de la diversidad humana que ahí se acoge con fe y esperanza.
Llamados a caminar con fe
“Señor, Que no seamos sordos a tu voz”, expresó el obispo al inicio de su homilía, reconociendo la presencia de los migrantes, religiosas, voluntarios y colaboradores de la Casa del Migrante.
El obispo subrayó que el clamor de quienes dejan su país, su familia y su hogar “es también una forma en la que Dios nos habla y nos interpela” y recordó que el Papa León XIV invita en esta jornada a reflexionar sobre los migrantes como misioneros de esperanza.
“El contexto mundial es triste, marcado por guerras, violencias, injusticias y fenómenos extremos”, dijo el obispo, aludiendo a las múltiples causas que empujan a las personas a migrar.
Añadió que en ese escenario, la esperanza se convierte en un valor esencial, inseparable de la fe y la caridad.
“Hoy necesitamos pedir como los apóstoles: Señor, auméntanos la fe…para no decaer, para no desesperar, sino para seguir caminando con fortaleza, sabiendo que Dios camina con su pueblo”, exhortó.
Esperanza y comunión
Antes de que el obispo diera la bendición final, el padre Francisco, tomó el micrófono para dirigir unas palabras.
“Queremos agradecer siempre su presencia en medio de nosotros, señor obispo. Es un signo de esperanza, como lo hemos vivido en este jubileo. Es un signo también para nosotros de saber que estamos adheridos a esta Diócesis de Ciudad Juárez; que no trabajamos solos, sino que trabajamos en comunión con todas las comunidades, con todas las parroquias, con todos los movimientos diocesanos”, expresó el sacerdote.
Con estas palabras, el sacerdote destacó la importancia de la unidad y el acompañamiento pastoral en el trabajo con los migrantes, reforzando el espíritu de esperanza y fraternidad que marcó la jornada.