Juarenses del Colectivo Chopeke participaron en el diseño y construcción de un ‘sube y baja’ inspirado en el Evangelio y colocado en el muro fronterizo, a la altura de Anapra. Aquí la historia.
Ana María Ibarra
Un “sube y baja” colocado en el muro que divide la frontera México-Estados Unidos, entre Ciudad Juárez, Chihauhua y Sunland Park, Nuevo México y cuya construcción se inspiró en el Evangelio, obtuvo el mayor premio de arquitectura y diseño que se otorga a nivel mundial.
En el laureado diseño, original de los arquitectos californianos Ronald Rael y Virginia San Fratello, participaron arquitectos del Colectivo fronterizo Chopeke, quienes hace algunos años fueron reconocidos por Periódico Presencia como Discípulos de Jesús, dada su labor y opción por los pobres.
Al ser parte del galardón, asignado a inicios de este 2021, el arquitecto Omar Ríos, fundador del Colectivo Chopeke, compartió esta experiencia con Periódico Presencia.
Dijo que este proyecto fue realizado en julio de 2019 gracias a la idea y creatividad del matrimonio conformado por los arquitectos Ronald Rael y Virginia San Fratello y explicó que el premio asignado, el “Beazley 2020”, que otorga el Design Museum de Londres, es un equivalente al ‘Oscar’ en el área de arquitectura.
Impulsados por el Evangelio
Omar Ríos dijo que este proyecto se realizó gracias a la genialidad del arquitecto Rael en su idea conceptual y la valentía del Colectivo Chopeke, impulsados por el evangelio ‘que no conoce de muros’.
“Comparto las palabras del arquitecto Rael: nos sentimos dichosos de poder ser parte de esta intervención y de paso por el premio obtenido. No nos hemos detenido en realizar estos proyectos porque no andamos buscando premios”, dijo.
Explicó que aceptaron colaborar con el proyecto puesto que lograron visualizar que los arquitectos estadounidenses tienen las mismas intenciones humanas que rigen al Colectivo Chopeke.
“El arquitecto Rael vino a caminar por la colonia de Anapra, a integrarse con la comunidad, estuvo en Lomas de Poleo, se acercó y conoció a la gente, y sigue preocupado por la situación, seguimos en comunicación para saber que sigue después de este proyecto”, dijo.
Un mensaje claro
Lo que para muchos era sólo la colocación de unos ‘sube y baja’ color rosa, sin ninguna relevancia, para los involucrados fue más allá.
“El mensaje es muy claro, es visualizar el dolor por la separación de las familias a causa de las políticas migratorias. La arquitecta Virginia eligió el color rosa. Ellos poco conocían la connotación del color rosa en esta región y se los expliqué: es mostrar que no se han acabado los feminicidios”, compartió el entrevistado.
Dijo que una segunda cara que este proyecto quiso mostrar es que a pesar de las dificultades, aún existe vida, no sólo en la frontera, sino en el mundo.
“Aún hay vida, aún hay alegría. Todavía hay espacio para el arte, para expresarlo, estamos vivos, seguimos creyendo en la vida en su amplio criterio, como dice el Papa Francisco en Laudato Si, abiertos a la vida en lo general”, afirmó el profesionista juarense.
Ser y sentirse Iglesia
En su opción preferencial por los pobres, Omar Ríos entrega su profesión como arquitecto a las cuestiones sociales. Trabaja para la Diócesis de El Paso y sigue poniendo sus talentos y su profesión al servicio de la Iglesia en ambos lados de la frontera.
Así, tanto para él como para el Colectivo Chopeke, cada proyecto realizado es un impulso para continuar como miembros activos de la Iglesia Católica.
“Contamos con la aceptación y el permiso del señor obispo de Ciudad Juárez. Estamos ligados a la Pastoral Social con el padre Luis Escudero y, por medio de las religiosas Siervas de los Pobres, nos permite seguir interviniendo poniendo el trabajo del colectivo y la arquitectura socio ambiental a favor de los más necesitados”, dijo.
Añadió que desde su ser Iglesia, el colectivo colaboró en el proyecto artístico para enviar un mensaje de unidad, de paz, y de preocupación por las políticas agresivas de la separación familiar.
“Actuamos desde las enseñanzas del Papa Francisco, de la necesidad de crear puentes y no muros. Que a partir de esto pueda empezar un diálogo y ver a los migrantes como hermanos y no como números. La situación migratoria no se trata de estadísticas ni de cifras, sino de personas. Todos tenemos el derecho a emigrar, a buscar una vida mejor”, expuso.
20 minutos de unidad subversiva
El diseño premiado consta de tres sube y baja montados brevemente en las barras verticales que conforman el muro fronterizo. Fueron colocados en julio de 2019, en presencia de sus creadores. Luego fueron usados por familias y niños de ambos lados de la frontera durante escasos 20 minutos, suficientes para hacer realidad el concepto del diseño.
Del lado mexicano estaban los arquitectos Rael y Ríos, acompañados de niños y familias del área de Anapra. Por el lado de Estados Unidos se encontraban las familias de los creadores, algunos artistas y miembros del Colectivo Chopeke.
“Hubo alegría, risas, paz, esperanza. Eso se vivió en ese momento. Fue lo que percibimos. Del lado americano no es un área de fácil acceso. El tiempo que estuvimos fue el que decidimos quedarnos, ya que las autoridades no nos dejaron estar ahí. Fue una obra subversiva”, reconoció el arquitecto Ríos.
Finalmente, el entrevistado quiso manifestar su deseo de que la Iglesia Fronteriza vuelva a reunirse a través de este mensaje:
“Dios nos quiere vivos y atentos, que estemos abiertos a los signos de los tiempos como lo dice el evangelio, para responder y poner nuestros talentos al servicio de la Iglesia y de Dios, para que el nombre de Jesús siga brillando y seguir dando gloria a Dios. Por eso es que hacemos este trabajo, para mayor gloria de Dios”.
Para saber…
El Colectivo Chopeke, fundado en la parroquia Nuestra Señora de la Paz, de Ciudad Juárez, fue reconocido en 2016 por Periódico Presencia como Discípulos de Jesús, dada su labor y opción por los pobres. Sus miembros promueven una arquitectura socio ambiental a favor de los más necesitados.