El mensaje es claro: quien desee ser discípulo de Jesús, debe depositar su confianza en él; es decir, debe saber quién es aquel en que cree y por qué. Con esta firme convicción es posible vivir de manera coherente.
Caveat emptor. No es necesario conocer latín para conocer esta frase: “Cuidado por el comprador”. Cuando invertimos dinero en un producto o un servicio, tenemos que estar seguros de que podemos confiar en el vendedor. Cuando estábamos recién casados, mi esposa y yo queríamos comprar nuestro primer auto; no conocíamos nada de las complejidades de la compraventa de autos. Fuimos a ver al vendedor y le contamos que los autos de ambos estaban muy viejos y prácticamente inservibles, y que necesitábamos uno nuevo con urgencia. El viejo vendedor, en apariencia agradable y en el que depositamos nuestra confianza, vio la ocasión perfecta de sacar ventaja. Llegamos a un acuerdo que seguramente adelantó unos meses la jubilación del vendedor, ¡y pospuso la nuestra unos cuantos años! No obstante, fue una experiencia que no consiguió ahuyentarme de los concesionarios de autos. He mejorado mi capacidad de obligar al vendedor a que sea confiable como para poder negociar de buena fe. Cuando se traiciona la confianza, podemos elegir no volver a confiar o podemos entablar nuevas relaciones, ya sea a nivel personal o profesional, con los ojos bien abiertos y buscando la sabiduría como para lograr establecer una relación de confianza. (JSP)
Cómo confiar en alguien
Cuando nos vamos de la iglesia, debemos hacerlo con un sentido de convicción, con la confianza en el Dios que confió en nosotros aceptándonos como discípulos de su Hijo, Jesús. Podemos utilizar un vocabulario que nos permite expresar la comprensión limitada de un Dios que trasciende el entendimiento humano. Nos vamos con una cierta idea del rostro de Dios que se nos ha revelado. ¿Cómo llegamos a este punto? Es gracias a la Profesión de Fe, el Credo, que expresamos nuestra fe y dejamos que esta sea moldeada por Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Confía en mí. Estas son palabras que pueden asustar a cualquiera. Cuando alguien nos pide que confiemos en él o ella, esa persona nos invita a entablar una relación. Confiar en alguien es dejar que esa persona nos guíe. Confiar en alguien es rendir nuestra voluntad a la de esa persona. Hay momentos en que no tenemos otra alternativa que confiar en quien dice ser experto en algo sobre lo que no tenemos la menor idea, se trate de neurocirugía o mecánica automotriz. Desde la infancia aprendemos a confiar en otros. Si confiamos en alguien bueno y amistoso, nos sentimos atraídos hacia esa persona. Si tenemos confianza en que un objeto o un juguete no nos hará daño, nos acercamos.
Rezar el Credo
Cuando decimos “Creo en un solo Dios”, estamos diciendo que confiamos en Dios. Rezar el Credo en misa significa proclamar una relación. Muy a menudo pensamos que el Credo es una lista de enunciados doctrinales a los que juramos conformidad y adhesión a nivel inteligente. Quizás si reemplazáremos la palabra creo por confío entenderíamos mejor lo que significa hacer la Profesión de Fe.
Creo [confío] en un solo Dios,
Padre todopoderoso, Creador del cielo y de
la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo [confío] en un solo Señor, Jesucristo, Hijo
único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado…
Creo [confío] en el Espíritu Santo, Señor y dador
de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre e Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo [confío] en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.
¿Por qué confiamos en Dios?
Porque Dios confío primero en nosotros ofreciendo su amor incondicional. Y ahora nos invita a corresponderle. Si bien nadie puede mantener esa confianza sin fallar, Dios nunca nos defrauda. Las lecturas de las Escrituras y la homilía acaban de recordarnos el amor constante de Dios y sus obras salvadoras en el pasado y el presente. Vamos hacia el futuro con confianza porque creemos –porque confiamos– en Dios. Vivir la misa, entonces, significa vivir con una confianza absoluta todos y cada uno de los días de nuestra vida. Significa vivir sin temor –es decir, “no temáis” – y ayudar a otros a vivir sin temor al depositar su confianza en Dios y su Iglesia. Con esta confianza podemos vivir sin temores. En las Escrituras una de las frases más repetidas es “No temáis”, o variantes como “No se inquieren”, “No tengan miedo”, “No teman”. Lo cierto es que en esta vida hay mucho a qué temerle. Si bien nuestros miedos acerca de lo peligroso que puede ser el mundo son justificados, tenemos la tendencia a tener un temor mucho mayor: tememos que el amor de Dios no será suficiente. No confiamos en que la gracia de Dios sea todo lo que necesitamos. Por ello buscamos aquello en que poder depositar la confianza, aunque después su incapacidad de satisfacernos nos traicione. A pesar de todo, Dios nos invita a volvernos a Él y depositar nuestra confianza en él. En la Biblia, de principio a fin, Dios llega a su pueblo invitándolo a superar el miedo y depositar su confianza en Él. Aquí siguen algunos ejemplos:
- “Después de estos sucesos, Abrán recibió en una visión la Palabra del Señor: ‘No temas, Abrán; yo soy tu escudo y tu paga será abundante’” (Génesis 15:1).
- “Le dijo: ‘Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No temas bajar a Egipto, porque allí te convertiré en un pueblo numeroso’” (Génesis 46:3).
- “No temas, que yo estoy contigo; no te angusties, que yo soy tu Dios: te fortalezco y te auxilio y te sostengo con mi diestra victoriosa” (Isaías 41:10).
- “Jesús les dijo: ‘No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, donde me verán” (Mateo 28:10).
- “Jesús, sin hacer caso de lo que decían, dijo al jefe de la sinagoga: ‘No temas, basta que tengas fe’” (Marcos 5:36).
- “El ángel le dijo: ‘No temas, María, que gozas del favor de Dios’” (Lucas 1:30).
- “Él (Jesús) les dice: ‘Yo soy, no teman” (Juan 6:20)
Declarar confianza
La confianza que Dios nos tiene, expresada en su voluntad de celebrar un pacto con nosotros, nunca ha menguado, ni siquiera cuando no cumplimos nuestra parte. Sin embargo, en vez de buscar revancha, Dios busca la reconciliación, es decir, restaurar la confianza. Incluso cuando sus amigos más cercanos lo abandonaron en el momento de la crucifixión, Jesús los saludó después de su resurrección diciéndoles: “La paz esté con ustedes” (Juan 20:19).
Cuando profesamos nuestra fe por medio del Credo, dejamos de lado nuestras dudas y temores, y declaramos que tenemos confianza en el Padre, que nos creó y nos ama: en el Hijo, Jesús, que nos redime por su sufrimiento, muerte y resurrección, y en el Espíritu Santo, que nos da vida y nos enseña cómo tener confianza. También declaramos confianza en la relación que tenemos con la Iglesia, es decir, el pueblo de Dios y el Cuerpo de Cristo en la tierra.
Cuando era adolescente hacía un gran esfuerzo para portarme mal, pero por desgracia fracasaba. Hacía cosas que no eran las que mi verdadero yo haría. ¿Por qué? Porque no sabía quién era “yo”. Al igual que muchos adolescentes, pasé un tiempo muy difícil en el que trataba de adoptar, torpemente, alguna identidad o sentido de la vida. Pasaron algunos años hasta que empecé a darme cuenta en qué creía en realidad y quién quería Dios que yo fuera; ahí empecé a obrar en consecuencia con eso. Es difícil saber cómo obrar si no sabemos quiénes somos o en lo que creemos. (JSP)
Muchos adolescentes no se tienen la fe suficiente como para obrar con confianza y desenvoltura. Es difícil obrar de manera coherente sin un sentido claro de la identidad, el cual todos necesitamos. Y para lograrlo, debemos saber en qué creemos.
¿Quieres seguir a Jesús?…entonces ¡Confía en Él!
El Credo es una oración que expresa nuestra identidad. Nos bautizamos con ese Credo. En el Bautismo de niños son los padres y los padrinos quienes aceptan esta identidad en nombre del niño cuando responden con un sí a las promesas bautismales tomadas del Credo. Nos dieron vestiduras bautismales como símbolo de esa identidad. ¡Somos lo que vestimos!
Cuando un adulto es recibido en la Iglesia por medio de los sacramentos de iniciación, se les enseña el Credo unos días antes de que se celebren los sacramentos. Esto simboliza las identidades en formación de aquellos que están por bautizarse. El mensaje es claro: quien desee ser discípulo de Jesús, debe depositar su confianza en él; es decir, debe saber quién es aquel en que cree y por qué. Con esta firme convicción es posible vivir de manera coherente.
Fe y duda: conexión inseparable
Tener fe y vivir de manera coherente no supone, sin embargo, tener la certeza absoluta de todo. En el Evangelio de San Juan, el apóstol Tomás duda de que Jesús hubiera resucitado (véase Juan 20:24-29). Por desgracia, durante siglos se ha criticado a Tomás por dudar, cuando, en realidad, su reacción es un ejemplo de la conexión inseparable entre la fe y la duda. La fe, si no es acompañada por la duda, puede convertirse en arrogancia moral. Khalil Gibran (1883.1931), poeta, filósofo y artista libanés- estadounidense, escribió: “La Duda es un dolor cuya soledad me hizo olvidar que ella y la Fe son gemelas”.
Las Escrituras dan un ejemplo de la relación entre la duda y la fe en Marcos 9:14-29, cuando Jesús se encuentra con el padre de un muchacho poseído por un demonio. El padre dice: “… si puedes hacer algo, … ayúdanos”, a lo que Jesús responde: “Que sí puedo? Todo es posible para quien cree”. El padre responde: “Creo; pero ayuda mi falta de fe”. Y Jesús expulsa al demonio y a la vez le infunde fe a un hombre que antes dudaba.
Esperanza que ayuda a crecer
Tener fe significa estar seguro de algo y, a la vez, tener esperanza de ello. Mientras crecemos en la fe, no nos volvemos más seguros, pero sí mejoramos nuestra habilidad de confiar. Esta confianza en Dios- Padre, Hijo y Espíritu Santo- nos guía en momentos de duda y nos ayuda a vivir día como discípulos de Jesucristo.
Cuando creemos que Dios es nuestro Padre y que es el creador de todo lo que se ve y lo que no se ve, podemos vivir como hermanos y hermanas que se aprecian entre sí y que aprecian la creación. Vivimos como personas que reconocemos no tener el control de todo, sino que en todo dependemos de Dios, nuestro creador. Nos levantamos a diario y vamos a trabajar sabiendo que, como hijos del Creador del universo, hechos a su imagen, tenemos una semejanza asombrosa con Él. Cuán grandioso es creer que somos copartícipes en la creación continua de Dios.
Cuando creemos que Jesús, el Hijo de Dios, fue como uno de nosotros, vivimos respetando la dignidad propia y la de los demás, sabiendo que nuestro Dios tiene un costado humano. Cuando creemos que Jesús sufrió, murió y resucitó de entre los muertos, podemos vivir confiando que nada nos puede separar del amor de Dios, ni aún la muerte. Cuando creemos que Jesús vendrá otra vez, vivimos con la esperanza de tener un futuro asegurado.
Cuando creemos que el Espíritu Santo es el Señor, el dador de vida, vivimos sin temor, sabiendo que no estamos solos, sino que el espíritu del Cristo resucitado está con nosotros todo el tiempo.
Cuando creemos que la Iglesia es “una , santa, católica y apostólica”, vivimos como personas que buscamos la unidad, que buscamos cumplir la voluntad de Dios, que aceptamos la diversidad y que somos enviados a una misión que nos asignaron aquellos que caminaron con Jesús.
Cuando creemos en la vida eterna, vivimos con perspectiva y sin ansiedad, sabiendo que Dios tiene un plan para que vivamos con él durante toda la eternidad.
A todo esto solo podemos responder de una sola manera, que es con la última palabra de Credo: ¡Amén!.
Los otros seis días de la semana
Con respecto a la vida cotidiana, el Credo nos invita y nos desafía a
- Depositar nuestra confianza en Dios – Padre, Hijo y Espíritu Santo;
- Vivir con confianza, convicción y valor
- Vivir sin temores y ayudar a otros a disipar sus temores
- aceptar las dudas como caminos hacia la fe
- obrar según nuestras creencias y como discípulos que somos de Jesús
- Saber y entender palabras que nos ayuden a expresar lo que creemos acerca de nuestra relación con Dios y la Iglesia.
- Respetar toda la creación de Dios
- Reconocer el rostro de Jesús en todo ser humano
- Vivir con sentido de identidad y obrar en consecuencia
- Revestirnos de Cristo cada día