Pbro. Victor Manuel Ortega M.
Este es el cordero de Dios
El hijo de Dios ha sido presentado no solamente por el Padre sino que ahora en este domingo es presentado por el bautista, y en la presentación y reconocimiento de Jesús se revela también la misión tanto del bautista como de Jesús.
Jesús es el cordero de Dios que quita el pecado. Esta exclamación esta cargada de tanto significado pero también de novedad. La imagen del cordero es recordada desde antaño, y a nosotros de inmediato se nos viene la pascua, aquella noche en la que el pueblo hebreo fue rescatado del faraón; también puede venirse a la mente el pasaje de Isaias en que se habla del siervo sufriente quien oprimido y humillado se mantiene en silencio.
Pero Juan ha añadido algo nuevo a esta imagen del cordero, es Jesús quien quita el pecado del mundo. No solo lo expía o lo lleva, sino que lo quita, lo elimina. En cada celebración eucarística si lo proclamamos: este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. La novedad de Cristo: quitar el pecado, eliminarlo.
Cuanta consecuencia tiene para nuestra vida en el día a día esta exclamación, ante nuestras luchas contra el pecado, los momentos en que la reincidencia nos lleva a abandonar toda esperanza de ser libres e incluso caer en el fatalismo de llegar a decir “así soy, no puedo cambiar”, el Bautista nos da un grito que nos llena de alegría, delante de el, delante de nosotros se encuentra el Cordero de Dios que quita el pecado, delante de nosotros se encuentra quien nos puede salvar, liberar quien puede eliminar aquello contra lo que tanto luchamos: nuestro pecado.
Nuestra mentalidad, de ordinario, nos lleva a pensar en que pecar es hacer algo que no agrada a Dios. Sin embargo, el pecar también tiene una connotación distinta, es aquello que no nos deja “dar en el blanco”. Por lo tanto andamos sin rumbo, errando en el camino, fallando. Ser libres del pecado, por lo tanto implicará que nosotros podamos acertar en nuestro actuar, dejemos de fallar, podamos dirigir nuestra vida hacia dónde tiene que ser dirigida: a Jesús.
Y claro, el bautista es aquel que ha dado testimonio de Jesús, quien le precede, quien identifica a Jesús para que le conozcamos y señala que es precisamente Jesús, el cordero de Dios el que nos bautizará con el Espíritu de Dios.
1
Animados por el evangelio de este día recuperemos la esperanza de ser liberados del pecado que nos oprime, que la confesión que hacemos durante la misa antes de comulgar, nos devuelva una esperanza cierta de ser libres. No olvidemos que el Espíritu de Dios vive en nosotros y es precisamente Él quien nos va haciendo acertar en el día a día, es Él quien nos conduce al Padre y nos ayuda a vivir en la gracia. Y como Juan el bautista, nosotros podamos reconocerlo y señalarlo frente a quienes nos rodean para animarles a ser libres: Él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo…quien quita tu pecado y te ha dado su Espíritu Santo.