Diana Adriano/ Blanca Martínez
Se aproxima la Semana Santa y es tiempo de acercarse al sacramento de la Reconciliación …por eso presentamos algunos consejos de sacerdotes para facilitar el encuentro sacramental con Dios misericordioso.
1.Deseo auténtico de conversión
Primero, obviamente hacer examen de conciencia y en eso ver si de veras quiero cambiar, si quiero convertirme a Dios o no, porque si no, puedo confesarme por mero trámite: para comulgar, para ser padrino, para aparecer en alguna misa especial de la familia y ya, pero sin que me interese realmente convertirme a Nuestro Señor Jesucristo; entonces, muy importante: tomar la decisión de si quiero o no quiero convertirme a Jesucristo y vivir con Él, más de cerca.
El otro es preparar la Confesión, examinando lo que de veras es pecado. Porque luego nos confiesan cosas que no son pecado, y se quedan a veces las confesiones en cosas superficiales, en sentimientos, y no realmente en los pecados; y lo que sí es pecado, sobre todo las omisiones, esas las pasan de largo. Por ejemplo cuando uno está enojado con Dios … cuando se nos muere un familiar que estuvo enfermo mucho tiempo y estuvimos rece y rece para que no se muriera y en vez de darnos un favor chiquito, Dios nos hizo uno grandote de llevarlo ante su presencia, pero nos enojamos con Él y decimos “para que se le quite a Dios”, y hacemos cosas ‘en venganza’ y a veces ni cuenta nos damos. Y esos sí son pecados gordos.
Pbro. Efrén Hernández/ Párroco Sagrado Corazón de Jesús
- Que no te traicione la memoria…o la vergüenza
Primero hacer un buen examen de conciencia, en la casa, con calma, con mucha paciencia y tiempo decir: ¿De qué le voy a pedir perdón a Dios? Puede ponerlo por escrito o, ahora que se acostumbra, ponerlo en el celular; es algo bueno, para que al momento en que le diga al sacerdote sus pecados, no vacile, o no diga que ya se le olvidó.
Segunda cosa muy importante: es muy normal que los nervios nos traicionen, sobre todo cuando tiene mucho tiempo de no acercarse al sacramento, nos puede ganar la vergüenza, uno no deja de ser de carne y hueso, entonces yo diría: ¡Tómelo con calma! Dios es tan grande y tan bello que lo que quiere es nuestro arrepentimiento, no una exactitud. Claro que hay que decir los pecados en número y especie, pero si a la mera hora se nos olvida, no hay problema, con que haya un verdadero arrepentimiento es más que suficiente, Dios le perdona.
Una tercera cosa es no olvidar este detalle: los pecados son ofensa a Dios, ¡Pero también a la Iglesia! Nuestros pecados no son solamente acciones personales, son acciones que dañan a la Iglesia, hay que pedirle perdona a Dios y a la Iglesia; por eso el sacerdote es ministro de Dios, pero también ministro de la Iglesia, y no perdona a título personal, sino porque ha recibido la facultad para que, a través de él, la Iglesia también actúe en el penitente y sea incorporado una vez más a la comunidad.
Pbro. Francisco Galo Sánchez/ Formador del Seminario
- Examen con calma
Tomarse el tiempo que sea necesario, sin prisas, en silencio, sin algo que me esté condicionando y sobre todo en presencia de Dios, para hacer examen de conciencia, prepararlo.
Para hacer una buena Confesión es lo que está previo: el corazón arrepentido delante de Dios, tomar conciencia del estado en que me encuentro frente a la realidad a la que Dios me llama a estar y permanecer. Por eso digo que es importante tomarse ese tiempo y espacio, y solo después de eso, pasar a hacer la Confesión.
Pbro. Guillermo Sías/Director de la Casa Sacerdotal
- Orar con el Salmo 50
Un camino muy hermoso para prepararnos para la Confesión es orar con el Salmo 50, que comienza con tres palabras: Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa, lávame de todos mis pecados, perdona todas mis ofensas, límpiame de todos mis crímenes. Comienza con una acción de gracias a Dios por su misericordia, por su bondad y su infinita compasión.
Segundo, hacer un examen de conciencia: ¿Qué es lo que más me duele haber hecho? … para pedirle perdón a Dios: Contra ti y contra ti solo pequé, lo malo a tus ojos yo lo hice. Luego, acercarse a la Confesión sacramental.
Tercero, invocar al Espíritu Santo, pedirle que nos dé un corazón nuevo. Dios mío, no retires de mí tu Santo Espíritu, renuévame por dentro con espíritu firme, no me arrojes lejos de tu rostro.
Y luego, cumplir la penitencia y después, dar testimonio de la misericordia de Dios.
Mons. René Blanco Vega/ Párroco Nuestra Señora de la Paz
- Confianza y conocimiento
Primeramente tener verdaderamente confianza en la misericordia y en el amor de Dios. Yo creo que la confianza significa también esa conciencia de quién soy yo y quién es Dios. A veces ni me conozco tanto, ni conozco al Señor, entonces no se da la confianza, pero si me voy conociendo, sé mis debilidades y sé quién es Dios, se da la confianza en la Confesión, porque es un encuentro de un hijo con su Padre, un encuentro de mucha sinceridad que lo hace a uno que abra el corazón ante Dios. Cuenta mucho la idea que tengamos de Dios: como un juez inflexible o exigente o si es nuestro Padre que nos ama, que nos conoce, que no ignora nada de nosotros, pero se alegra con nuestra salida de nosotros mismos a confiarle lo que Él ya sabe. ¡Esa es la confianza!: Dime lo que yo ya sé, porque lo que quiero es tu confianza y tu corazón abierto hacia Mí. Entonces el consejo sería eso: la confianza, la sinceridad, conocimiento de uno mismo y de Dios.
- Pedir intercesión de María
Primero que nada hay que tener en cuenta los cinco pasos para una buena confesión
Examen de conciencia, Dolor y arrepentimiento de haber pecado, Confesar los pecados personales cometidos, Propósito de enmienda. Cumplir la penitencia que se nos imponga.
Cuando ya estemos delante del sacerdote, confesor, recordar que estamos ante aquel que tiene la potestad de perdonar los pecados, a través de la absolución de nuestros pecados.
Estamos llamados a experimentar la misericordia de Dios, esa misericordia que nos devuelve la dignidad de hijos de Dios, por eso no hay que tener miedo a acercarnos al sacramento de la reconciliación, al contrario, hay que confiar y pedir la luz del Espíritu Santo para que venga en nuestro auxilio y podamos hacer una buena Confesión.
Por último, no olvidemos pedir siempre la intercesión de la Santísima Virgen María para que seamos buenos cristianos, y que siempre busquemos hacer la voluntad de Dios.
Pbro. Víctor Fernández/ Párroco de Santa Rosa de Lima
- Alegría y humildad
Yo recomendaría, primero, ir con una disposición alegre. Recomiendo ir con un corazón arrepentido, dolido por el pecado, pero a la vez un corazón alegre, porque vamos al encuentro de la misericordia de un Dios bueno, que nos perdona siempre que tengamos un corazón arrepentido y sincero. Ir con alegría al encuentro con el Señor, porque no vamos a ir a una sala de torturas, ni a un tribunal en el que seremos juzgados y condenados. Vamos al tribunal de la misericordia divina, en el que el pecador siempre es absuelto.
Lo segundo que recomiendo, es ir con una disposición humilde, porque vamos a reconocernos necesitados de la misericordia de Dios, pecadores, y eso exige humildad. La humildad es vivir en la verdad de lo que cada uno es, y de lo que uno ha hecho.
Pbro. Felipe Ramos/Párroco de N.S. del Rosario
- Recurso de sanación
Recordar que Dios los ama incondicionalmente y está dispuesto a sanarlos. Entender y recordar que el sacramento de la reconciliación está hecho para sanarnos. Es uno de los sacramentos de curación y no hay motivo para tener miedo de acercarse a un sacerdote. Jesucristo quiere sanarlos. En concreto: Ver el sacramento de la Reconciliación como un camino de sanación y crecimiento espiritual en su vida. El Padre los espera en cada sacerdote.
Pbro. Jaime Melchor/ formador del Seminario
- Un corazón contrito, adolorido
Cumplir los cinco requisitos de la Confesión: Confesar los pecados, propósito de enmienda, dolor de los pecados, cumplir la penitencia y arrepentimiento. Y como estamos en Cuaresma, las misas y las lecturas constantemente hacen énfasis en el dolor de los pecados; recordemos esa frase de “un corazón contrito nunca lo rechaces”, entonces hay que pedirlo y desarrollarlo; porque alguien puede confesar algo que es grave, se da cuenta de eso, pero a lo mejor no sentir un gran dolor por ese pecado. Entonces hay que pedir ese dolor por el pecado y eso hace crecer en santidad y que sea muy valiosa la Confesión. El consejo sería: pedir el dolor de los pecados, un corazón contrito adolorido.
Pbro. Ramiro Rochín, párroco de Santa Cecilia
- Confiar en el juicio de Dios
Al irnos a confesar nos serviría mucho reconocer con sinceridad el estado de nuestra vida, dañado y destruido por pecados cometidos. Reconocer que esa situación nos pone en un momento de necesidad de Dios, porque no hay otro que pueda quitarnos el peso de nuestras faltas, que nos ha llevado a la pérdida de la paz de nuestra vida.
Lo segundo sería el arrepentimiento sincero, y no querer vivir igual en ese estado, querer salir para vivir mejor primeramente con Dios y con los demás. Llegar a tal punto de detestar el pecado en nuestra vida, rechazarlo.
El tercer punto es saber confiar en Dios. Dios nos trata siempre con ternura y con amor. El juicio de Dios está basado en un amor verdadero hacia nosotros, por lo tanto, no es un juicio de condenación.
Pbro. Jesús Apodaca, Párroco de María Reina del Universo
Para hacer una buena Confesión hay que considerar los 5 pasos que aconseja la Iglesia: 1.Examen de conciencia, 2.dolor de los pecados, 3.confesar los pecados, 4.propósito de enmienda, 5.cumplir la penitencia. Teniendo en cuenta estos pasos, la satisfacción espiritual va a ser más completa; pues si algo podemos experimentar es una verdadera paz.
En esta Cuaresma es necesario darnos cuenta de la fragilidad humana que tenemos, y por eso fallamos para hacer el bien. Es por eso que, considerando la ayuda de la gracia de Dios, vamos a poder resistir más al mal y nos fortaleceremos para permanecer en el bien…Además la gracia de Dios nos da más luz para distinguir lo que más nos conviene hacer para vivir haciendo la voluntad de Dios.