Después de seis años de oración, llenos de esperanza y fe, fieles de la comunidad de Santa Luisa de Marillac finalmente verán concretado su sueño: una capilla digna para celebrar el Sacrificio y la evangelización.
Esto, gracias al proyecto que el colectivo Chopeke presentó a la comunidad para que construyeran una capilla ecológica de con paja y barro y edificaada con el trabajo de todos.
Su vocación es ayudar
Con una vocación clara de ayudar al necesitado, Paul Alejandro Pérez, estudiante del segundo año de filosofía en el Seminario Conciliar, llegó a la capilla de Santa Luisa de Marillac a realizar su apostolado durante su primer año de filosofía. Ahí conoció la necesidad y el anhelo de la comunidad por tener una capilla.
“Cuando llegué a la comunidad era solo una casa habilitada como capilla. Le habían tumbado las paredes del interior. La gente se sentaba en lo que era el baño y la sala. Había un pilar en medio que no dejaba ver al celebrante. Ahí hacíamos las celebraciones y reuniones, siempre hubo una buena asistencia de la gente”, compartió Paul.
Integrante del colectivo Chopeke de la parroquia Nuestra Señora de la Paz, Paul sintió el llamado al sacerdocio con una opción preferencial por los pobres por su cercanía con el padre Carlos Márquez, y ya estando en el Seminario participó en la construcción de la primera casita emergente del colectivo.
Luego de esa experiencia Paul llegó a la capilla de Santa Luisa y preguntó a la comunidad cuales eran sus necesidades inmediatas.
“Ellos mencionaron que querían un templo pero no había los recursos para hacerlo. Fue obra de Dios que nos haya puesto en esta capilla porque ya tenía el conocimiento de la construcción ecológica con la que trabaja el colectivo y se lo propuse a la gente” Paul.
Proyecto propuesto
El seminarista se puso en contacto con el arquitecto Omar Ríos, y ambos fueron a proponer el proyecto al padre Alejandro Martínez, párroco de San Vicente de Paul, a la que pertenece la capilla Santa Luisa.
“Venimos el padre Alejandro, Omar y yo a hablar con la gente y presentamos el proyecto de Chopeke, un trabajo de paja y barro. La gente lo aceptó muy bien y se mostró emocionada por trabajar” comento Paul.
“Las señoras mayores nos ayudaron hacer el armazón de los pilares. La gente día a día estuvo aquí durante dos meses de trabajo. Le dan gran valor a este proyecto que ellos hicieron con sus propias manos, solamente porque alguien llegó a impulsarles, a ponerles la posibilidad de hacerlo”, agregó.
Así, Chopeke inició su primera capilla ayudando a la gente con necesidad y anhelo de construir su propio templo.
Con manos y pies
Sin imaginar que con sus manos y sus pies podrían construir su capilla, miembros de la comunidad de Santa Luisa se encuentran agradecidos con el colectivo Chopeke por apoyarlos y por enseñarles una nueva forma de trabajo.
“Nunca imaginé que con paja se podría construir una vivienda, menos una capilla como la que actualmente estamos construyendo. Fue un poco difícil el trabajo. Nunca nos imaginamos meternos al barro o cargar paja” Jorge Figueroa.
“Cuando nos presentaron el proyecto nos pareció fuera de serie, pero muy bonito. Pensando en que no tendríamos que pagar ni aire, ni calefacción nos pareció muy bien y nos aventamos. Confiamos en Dios, se llevó a cabo y aquí estamos a punto de terminar” Alicia Reyes, coordinadora general de la capilla.
Para la comunidad ha sido una experiencia muy enriquecedora trabajar con el colectivo Chopeke y agradecen a Dios que haya jóvenes dispuestos a ayudar a quien lo necesita.
“Nos han enseñado que hay muchos jóvenes dispuestos apoyar a la gente de bajos recursos. Nos dejan una experiencia muy grande en la ayuda a los demás y trabajar en equipo”, agregó Jorge tras agradecer a los integrantes de Chopeke por su apoyo y entrega.
“Ha sido increíble la experiencia, hemos aprendido mucho, el arquitecto confió en nosotros. “Aquí está la gracia de Dios en medio de nosotros y en cada uno. Hemos experimentado muchas cosas maravillosas, todo ha sido de corazón, nadie ha cobrado un peso, entre todos hemos trabajado para reunir todo lo que hay en este recinto”, añadió Alicia, para quien Chopeke es una bendición de Dios.
“Son un equipo fascinante… tenemos una experiencia de vida maravillosa, una experiencia de trabajo hermosa, una fuerza de trabajo excelente”, dijo la coordinadora.
Un templo fincado en la oración
Desde que iniciaron los trabajos para la construcción del templo, la comunidad de la capilla Santa Luisa, especialmente el grupo de oración de señoras, se ha dedicado a rezar el Rosario diariamente, consagrando ese lugar a Dios por intercesión de María.
“Todos los días le pedimos a Dios nos permitiera terminar este recinto para la oración y nos lo concedió. Solo fue pedir, Él lo llevó a cabo. Es muy confortante ver este lugar donde hemos llorado, nos hemos molestado, pero al final del día sonreímos de nuevo. Dios está con nosotros y cuando uno se confía en las manos de nuestro Señor, todo sale muy bien”, dijo Alicia con lágrimas en los ojos.
La oración y el trabajo, no solo ha unido a la comunidad, sino que acercó a más gente que los veía entusiasmados al trabajar.
“Después de la ola de violencia que hubo en la zona Dios nos bendijo con esta obra. Fue una experiencia muy bonita para chicos y grandes, el entusiasmo de los jóvenes, la enseñanza de los niños. Aquí ha trabajado gente que nunca había venido a la capilla, los vecinos se han admirado de vernos trabajar”.
“Sin oración no se puede hacer nada. Estamos en manos de mamita María”, finalizó la coordinadora.
“Esta experiencia me ha marcado y reafirmado mi vocación y mi opción preferencial por los pobres que viene impulsada de todo lo que aprendí con el padre Carlos Márquez. La gente necesita quién la impulse. Tienen las ganas, las fuerzas, la capacidad para poder trabajar, sólo necesitan quien esté con ellos”
Seminarista Paul Alejandro Pérez.