Diana Adriano/ Ana María Ibarra
A unos días de celebrarse en México el Día de la Madre, sacerdotes de la diócesis compartieron su testimonio sobre cómo sus madres han sido la fuerza impulsora, guía e instrumento detrás de su vocación sacerdotal. Revelaron cómo el amor incondicional, la devoción y la fe de sus madres aún continúan inspirándolos en su búsqueda de la santidad.
1.Apoyo incondicional a la distancia
El padre Abraham Betancourt, vicario de Nuestra Señora del Carmen, explicó el papel fundamental que su madre, Elda Betancourt Betancourt, desempeñó en su camino hacia el sacerdocio.
Dijo que cuando le expresó su deseo de unirse al Seminario y responder al llamado de Dios para convertirse en sacerdote, la respuesta de su madre fue un firme compromiso de apoyo incondicional.
«Me dijo que siempre contara siempre con ella, que iba a estar siempre conmigo», compartió el padre Abraham.
«Sus abrazos y alegría me cubrían. Y durante mi formación así fue; conté con sus oraciones, con su cariño, con su cercanía, y con sus sacrificios ofrecidos por mi vocación”, abundó.
Por otra parte, el joven sacerdote también destacó cómo a pesar de la distancia física, el vínculo con su madre, radicada en Veracruz, nunca se debilitó.
Dijo que tuvieron siempre conversaciones telefónicas en las que escuchaba sus palabras reconfortantes y oraciones en las que le prodigó amor y presencia aún a la distancia. Eso para el padre Abraham representó una fuerza constante para seguir andando en el camino rumbo al sacerdocio.
«Vivíamos en Veracruz, pero me vine a Ciudad Juárez a hacer mi formación. Estuvimos mucho tiempo distanciados, pero nunca la sentí lejos», aseguró el sacerdote.
«Al contrario, todos los días sentía su amor, su oración, hablábamos por teléfono constante mente, así que tenía presente su voz. Me ayudó mucho su testimonio de fe y la relación que ella tenía con Dios, su confianza que tenía en Él, su amor hacia Él.»
Para el padre Abraham, la presencia constante y el apoyo incondicional de su madre fueron pilares fundamentales en cada etapa de su formación y ahora, en su ministerio sacerdotal.
“Hace xx años se vino a vivir a Ciudad Juárez para estar más cerca. Y saber que cuento con su ternura, con su amor incondicional, saber que es una mujer de oración y de mucha fe me motiva y hace que mi ministerio también sea así: con entrega, con devoción y mucho amor.»
Virtudes heredadas
Al reflexionar sobre el impacto de su madre en su vida, elogió sus virtudes: honestidad, responsabilidad, esfuerzo, trabajo y alegría.
“Podría decir muchas cosas buenas de mi madre por el testimonio que ha dado”, compartió el sacerdote quien lleva la marca indeleble de su mamá, en su manera de ser y de llevar a cabo su ministerio, justo con esas virtudes que siempre busca llevar a la práctica.
- Orgulloso y agradecido con por su ejemplo
El padre Arturo Veleta, ecónomo del Seminario, compartió cómo su madre, Josefina Lozano, fue el primer puente hacia el conocimiento de Dios en su vida.
Reconoció el papel fundamental de su madre no solo en su crecimiento humano, sino también en su desarrollo espiritual.
«A través de mi mamá conocí a Dios», compartió el padre Arturo.
«Ella, como muchas mamás, no solamente me ayudó a crecer en las cuestiones humanas, sino también en las cuestiones de fe. Hay quienes tienen la fortuna de tener a su abuelita. En ese caso, yo no tuve mucho contacto con mi abuelita, pero sí con mi mamá, que nos empujó siempre a mí y a mis hermanos, para estar cerca de Dios y por consiguiente, de la Iglesia.»
Con ello, el presbítero resaltó la importancia del papel materno en la transmisión de la fe.
El padre Arturo destacó cómo su madre, a pesar de las responsabilidades laborales, priorizaba la educación espiritual de sus hijos, inculcándoles la importancia de creer en Dios y manifestar esa fe a través de la Iglesia.
«Esta cuestión de la vocación, en lo más básico, nace de ahí, de una enseñanza amorosa, confiada y generosa de Dios», compartió.
«Mi familia siempre ha sido muy de fe, pero mi mamá siempre nos inculcó la cuestión de manifestarlo en la Iglesia. Como muchas mamás, en un momento se la pasaba trabajando, pero nunca se le pasó el tiempo para enseñarnos a rezar, a acercarnos a Dios y creo que de ahí nace lo básico de mi vocación.»
Apoyo en la sorpresa
A medida que crecía, su inquietud existencial fue guiada por personas de fe, pero reconoce que el trabajo inicial y fundamental fue realizado por su madre.
Y cuando el padre Arturo le manifestó a su mamá la idea de ser sacerdote, su mamá tuvo una inicial sorpresa y lucha interna, pero siempre ofreció su apoyo incondicional y se mantuvo presente.
«Le costó mucho trabajo aceptar cuando le dije que tenía esta inquietud por el sacerdocio, y a pesar de todo, nunca me dijo nada en contra. Ya en los tiempos en los que ella se comienza a involucrar más asistiendo a grupos en concreto, me animaba siempre», explicó el sacerdote.
«Me dijo: ‘hijo, yo te apoyo en todo al cien’. Después me contaron que cuando entré al Seminario, lloraba mucho porque se había ido su hijo ‘el chiple’. Pero ella nunca me mostró ninguna cuestión de dolor, ni de chantaje. Ella siempre al pie del cañón. Y estoy más que orgulloso, agradecido con esa señora”, afirmó agradecido.
Sigue como apoyo
A pesar de estas pruebas, la señora Josefina sigue siendo un ejemplo vivo de fe y de impulso para su hijo.
«Ella ya es una persona de la tercera edad, va teniendo algunas dificultades de salud y en su vida diaria, pero a pesar de todo, sigue manifestándose como una mujer de gran fe», dijo el padre Arturo.
«Sigue preocupándose por la Iglesia, y eso para mí es un aliento. Siempre fue una mujer de lucha y de no quedarse de brazos cruzados. Ella persevera a pesar de sus limitaciones y me comparte ese ánimo para el esfuerzo. Siempre me está echando porras»
3.Una madre creyente y amorosa
El padre Aurelio Saldívar, párroco de San Mateo, comparte cómo la fe arraigada en su familia, gracias al ejemplo de su madre, Roberta de Luna Casas, y de su abuelo, fue el fundamento de su propia fe y vocación sacerdotal.
En entrevista con Presencia, reconoció el papel fundamental de su madre en el desarrollo y la realización de su llamado al sacerdocio, siendo una pieza clave en este camino de discernimiento y entrega.
«Mi mamá siempre ha sido una mujer muy creyente gracias a mi abuelo, que siempre estuvo muy involucrado en la Iglesia. Mi abuelo varias veces me dijo de mi vocación, pasaron mil cosas hasta que llegué a Ciudad Juárez”, dijo el padre Aurelio, destacando la figura de su madre como pieza clave en la decisión que tomó para convertirse en sacerdote en una edad adulta.
Pero recordó que esta decisión de ingresar al Seminario y ser enviado al Seminario de vocaciones adultas en Texcoco, fue un momento difícil para él, pero principalmente para su madre.
“Fue muy duro porque me desprendí. Pero a pesar del dolor inicial y la tristeza por la separación, mi mamá nunca me negó su apoyo, aunque sí experimentó momentos de nostalgia y añoranza debido a la distancia”, dijo.
Orgullosa de su hijo
El padre Aurelio reconoció que este apoyo de su madre, ha permanecido a lo largo de los años, fortaleciéndose con su amor.
Compartió que su mamá, quien está a punto de cumplir 90 años, siempre expresa un profundo orgullo por su vocación sacerdotal, aunque “no como un acto de vanidad, sino como un testimonio del afecto y la admiración”.
“En cada lugar al que vamos, siempre está diciendo ‘él es mi hijo y es sacerdote’. Hoy compartía en misa que lo que ella se siente orgullosa de mí, es nada, en comparación con lo que yo me siento orgulloso de ella”.
El sacerdote dijo que cada Día de la Madre, siempre honra a su mamá en primer lugar durante la celebración eucarística del 10 de mayo, reconociendo su papel fundamental en su vida y vocación y para expresarle su amor y gratitud.
Y a pesar de que su madre ahora vive en El Paso, espera ansiosamente el momento de visitarla cada lunes, día que se ha convertido un momento bello y significativo.
“Conectarme con mi madre me da vida y fortaleza, renueva mi espíritu y me recuerda un amor incondicional que me sostiene”, finalizó.
4.Herencia de amor a Dios
Para el padre Alberto Castillo, formador del Seminario, el testimonio cotidiano y el ambiente que experimentó en casa, donde existe armonía, comunicación, paz, fue clave en su vocación sacerdotal.
Sus padres, sus abuelos y sus tíos asistían asiduamente a misa, no sólo los domingos, sino varias veces en la semana.
“Sin querer con esto decir que nos imponían a los niños, pero lo vimos en el ejemplo”, expresó el padre Alberto.
El sacerdote resaltó de sus padres el testimonio de amor a la vida ya que, después de perder cinco embarazos, él fue el primer hijo que les sobrevivió.
“Esa confianza en Dios en medio del dolor de la pérdida de mis hermanitos anteriores y ese amor a la vida y el deseo de ser papás, me lo transmitieron en la manera en la que me educaron. El confiar en Dios en medio del dolor y las dificultades lo vi en el ejemplo de mis papás o de mi mamá, si tenemos que particularizar por el Día de la Madre”, dijo.
Así es como el padre Alberto ve su vocación fortalecida por su madre, ya que fue muy respetuosa en su discernimiento vocacional, sin impedirle nada.
“Siempre me dijo: Si estás seguro de que eso es lo que Dios te pide, adelante, te apoyamos. Y en este sentido estuvieron muy presentes, interactuando con el Seminario y luego con una grande paciencia esperando mi regreso cuando estuve algunos años terminando mi formación”, señaló.
Apoyo siempre presente
El padre Alberto compartió que ahora, siendo sacerdote, su mamá ayuda a sostener su ministerio sacerdotal ciertamente con su oración, pero también con su ser natural de mamá, al recibirlo en casa y hacer cálido el ambiente familiar.
“Es cercana y cariñosa con los seminaristas y los sacerdotes a quienes siente como parte extendida de la familia al tener un hijo sacerdote. La casa de mis papás está siempre abierta para visitar y sentirse acogido y bienvenido”, compartió.
Añadió que su mamá le pregunta constantemente por sus hermanos sacerdotes o algún seminarista.
“Tiene buena relación con las mamás de otros sacerdotes. Se encuentran, platican y eso hace sentir como si fuéramos parte de una gran familia, que en realidad es lo que somos”.
Ayuda mutua
El padre Alberto compartió que es muy común que su mamá asista, según sus posibilidades, a las misas que él celebra.
“Una ayuda de un hijo sacerdote a su mamá es a través de los sacramentos y de la oración, como cuando Santa Mónica le pedía a San Agustín que la tuviera siempre presente en sus intenciones ante el altar del Señor”.
Es también a través de algún consejo después de una plática, o con alguna consulta teológica o bíblica como el sacerdote apoya a su mamá.
“Cultivando la misión que Dios nos dio de ser familia en su nombre vivimos de la mejor manera la ayuda mutua que podemos darnos”, concluyó.
5.Ejemplo de entrega y sacrificio
Sabiendo que la vocación específica del sacerdocio implica donación y entrega con amor, el padre Diego Guadalupe García Camacho compartió que ese ejemplo lo recibió de su mamá.
«El papel fundamental de mi mamá en mi vocación es imprescindible, porque me ha acompañado y me ha enseñado que el amor es entrega, es sacrificio. Puedo decir también que mi mamá me ha acompañado siempre con cariño y ternura hasta ahora que ya soy sacerdote”, dijo el sacerdote, vicario parroquial de la parroquia San Martín Obispo.
Ordenado hace apenas tres años, el padre Diego, compartió que siempre da gracias a Dios por permitirle experimentar su amor a través de su mamá. Consideró que una forma de ese amor es la oración.
“Así comprendo el amor de una madre que siempre acompaña a su hijo y por eso sé que mi mamá me acompaña. Está siempre al pendiente de cómo estoy, de lo que me pasa y su oración a Dios está presente como un abrazo que nunca deja de dar. Aunque yo esté lejos, sé que me sostiene con su oración. Para mí el ejemplo de fe de mi mamá me anima como hijo y sacerdote”, concluyó.